No importa quién estaba en el CECOPI. Tampoco quién estaba al otro lado del teléfono esperando a que otro se ahogara políticamente para actuar. Ni siquiera quién mandaba en la UME sin entender que su cargo no era político sino castrense. 

No importa nada de eso, sólo la soledad es lo que importa

Una soledad que nos golpeó inmisericorde mientras unos y otros hacían cálculos políticos. Mientras braceaban, entre cadáveres, en su sálvese quien pueda particular. Una soledad, que ante el pasmo de quien aquí escribe, se prolongó horas, días, semanas. Una soledad dolorosa huérfana de quienes cobran para protegernos. 

Una soledad paliada por infinidad de voluntarios

Ha sido hermoso sentir el cariño de tanta gente distinta. Los Valencianos siempre hemos sentido que amábamos a "los de fuera" por nuestra propia concepción turística. Hemos sido siempre tierra de descanso de otros muchos Españoles y siempre nos hemos sentido queridos. Pero lo que hemos vivido mis vecinos y yo mismo estas semanas no tiene nombre. Nos hemos sentido amados. 

Y no hay nada que reconforte más a un corazón herido, que sentir un amor incondicional entregado a cambio de nada. ¡Gracias!