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Puede que sea

Puede que sea la cercanía de la llegada del esperado Alex a nuestras vidas, pero tengo que decirles a ustedes, mis queridísimos lectores, los pocos que quedan por aquí, que desde hace unos meses, y desde hace unas semanas de forma aún más acentuada, lo que se vive en mi casa, nuestra casa, en una especie de bullicio interior que emerge hacia fuera en forma de sonrisas, tontadas y miles de carantoñas, que impiden a servidor y mujer, pronto papá y mamá, enfadarnos, entristecernos o preocuparnos por cosa alguna que no sea, en el peor de los casos, jugar con la barriguita. La misma que desde hace unos meses centra toda la atención posible de quienes no somos más que dos padres primerizos, que a fin de cuentas, sobrevivimos ésta tensa espera reconcomiéndonos de miedo al no saber a ciencia cierta cómo responderemos ante la llegada de un Alex, que de primeras será toda una incógnita para nosotros, pero al que deberemos comprender al instante con tal de que no le falte nada de lo que pudiera necesitar en un momento dado.

No voy a decirles a ustedes, a mentirles, que no nos preocupamos por las noticias del día. Pero verán, no podemos reprimir nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestro deseo de que llegue el momento en que veamos por primera vez a Alex. Y eso impide que los malos farios, las tensiones políticas, las precariedades económicas, dominen nuestro día a día empañando lo que para nosotros no es más que la cercanía del momento más importante de nuestras vidas. Sabemos que dentro de dos o tres semanas nada volverá a ser igual. Nos enfrentamos a ello y lo vivimos expectantes, sabedores de que es lo que queremos, esperanzados porque al menos, en estos años de crisis devastadora, nosotros, dos simples trabajadores crearemos un milagro llamado Alex que para los eternos se convertirá en faro de vida para servidor y parienta.

Ya ven, no he podido escribir sobre políticas y esas cosas. Hoy no me salen. El 16 vamos a monitores para ver qué tal y la cercanía de esa fecha pone el foco de nuestras atenciones en ese ser que vive dentro de Jovi todavía, y que ilumina nuestros corazones sin descanso desde el día en que decidió ponerse manos a la obra y comenzar a convertirse en lo que hoy ya es, un bebe maravilloso.

Les dejo un recuadro en el que aparece un listado con los sueldos que perciben los Presidentes Autonómicos, los Consejeros y sus Directores Generales, para que se hagan una idea de cuan lejos de la coherencia y realidad habitan quienes se arrogan la voluntad de las personas en base al simple voto que les otorgaron en el día de la fenecida fiesta democrática.

sueldos presidentes autonómicos

La foto la encontré en el 20min. Y la explicación de la misma la encontramos en ElConfidencial.

Marcelino ha renunciado a la denuncia pública de los abusos a menores en las Redes Sociales. Lo ha dejado plasmado en un post cargado de un resentimiento amargo que dirige directamente hacia todos los que pudiendo haber hecho algo para denunciar estas situaciones, han optado por la callada, el ‘ya lo arreglaran otros’, o el simple pero devastador ‘no es cosa mía’. Lo hace, lo percibo así, triste y desanimado por todo lo que al parecer ha supuesto esta pelea en solitario para su vida privada, laboral, y familiar. Recuerdo que alguna vez comentó que le preguntaban en su trabajo sobre cosas que aparecían en la Red sobre él. También haber sufrido amenazas dirigidas a su hija de un energúmeno por denunciar lo que denunciaba. Le recuerdo intentos de descrédito profesional por poner los puntos sobre las íes…

Renuncia quien, en mi humilde opinión, más ha ayudado a los demás a concienciarse sobre los problemas y los peligros de las Redes Sociales. Quien más nos ha abierto los ojos a la hora de valorar qué porcentaje de nosotros era sencillamente mercancía para aquellos que nos ofrecían servicios gratuitos en la Red. Renuncia quien más se expuso a la ira de los denunciados. Quien a pecho descubierto inmoló públicamente la privacidad de su persona para poner un nombre y una cara detrás de una denuncia que de otro modo hubiese pasado aún más desapercibida por la blogocosa.

Se ha ido un espejo en el que mirarse. Ahora y más que nunca, los niños están más solos, más desamparados, más desprotegidos. Pero tal vez si nosotros recogemos el guante, si nos demostramos a nosotros mismos que escribir un poco sobre esto no es tan malo, si decididos caernos del árbol en que vivimos y aprendemos que no todo son risas por estos lares, que hay lágrimas, vejaciones y abusos intolerables. Tal vez digo, Marcelino así no haya expuesto su vida en vano.

Pero eso ya no es cosa del maestro señores, es nuestra, y del resultado seremos nosotros los culpables. Él, si tuvo que expiar alguna culpa por lo que hizo, ya hace años que la hubo pagado con creces. ¿Serán capaces de convencerse de que todo esto va con ustedes? Yo creo que no. Lo que ha escrito Marcelino es un post más en un océano de artículos insustanciales que pasará desapercibido para la mayoría.

Y esa es la pena de todo esto, que lo que ha hecho Marcelino durante todos estos años, sus sacrificios, su exposición pública…no ha servido de nada. Ni siquiera para concienciarles a ustedes de lo que ocurre a su lado. En fin…

Siempre nos han dicho, desde que esta crisis se dio a conocer, que ésta era la mayor de todas las que la humanidad ha vivido. Viendo éste documental que el otro día nos ofreció La 2, lo dicho no es más que otra de las muchas mentiras con las que nos han mantenido aletargados mientras se consumaba el deja vu en el que ha acabado convirtiéndose lo que para algunos iluminados no fue más que una desaceleración económica. Los paralelismos, los datos, la hoja de ruta que siguió aquel crack, son tan idénticos, semejantes y esclarecedores, que quien aquí escribe no puede más que recomendarles su visionado reposado y pausado.

Una hora de documental que les dejará claro que ninguno de los políticos que en alguna ocasión trataron de tranquilizarlos les dijo verdad alguna. Una hora apocalíptica que más que tranquilizarnos debería sumirnos en un estupor tal que nos hiciera levantar de nuestras sillas para ir quemando edificios de aquí a la Moncloa pasando por todas y cada una de las sedes de los partidos políticos, bancarios e institucionales, unas llamas que nos liberaran de la escoria que vive de nuestros impuestos. Unas llamas que renovaran la sociedad en que vivimos (aquí me pasé en la víscera…lo siento).

Recuerden, en el documental se dan los datos; paralelismos insultantes, datos semejantes, y resultados iguales ante una crisis que se ha repetido casi cien años después como si de una clonación se tratara.

Pd:

El documental me quedé con las ganas de ponerlo al momento de verlo el Sábado, pero dada mi inutilidad demostrada a la hora de buscar cosas por la Red ello me fue imposible. De todas formas, hoy lo he encontrado gracias a Fran, así que aquí pongo el enlace pertinente a su blog, Crónicas de Esperantia.

algara1

El mundo se nos va al garete y nuestros políticos se empecinan en concluir su atribulada carrera hacia la perfección. Esa que hace de su imagen algo pulcro por naturaleza. Esa, que por el mismo hecho de ser lo que son, políticos, tan demacrada, arruinada y devastada está. Aún hoy, sabiendo como saben de la existencia de la Red, de sus herramientas y de la inmediatez de la información, continúan obcecados en vender su imagen como quien vende tabaco a la salida de un estanco. Y no reparan en lo inútil de su esfuerzo, de su cabezonería, de su tontería.

Olvidan que hoy en día, hoy, el ciberespacio es un lugar plagado de vídeos, artículos e informaciones que ponen de relieve todas y cada una de las contradicciones en las que van cayendo. Donde sus mentiras, equivocaciones y desvaríos populistas, quedan registrados para los eternos a la espera sólo de quien desee buscarlos, utilizarlos o analizarlos en la posteridad. Comprensible, lo de caer en contradicciones, cuando alguien tiene que estar todos los días frente a un micrófono. Inevitable, cuando quien escribe sus discursos se ciñe a lo inmediato, confundido ahora sí por La Red, en lugar de tener en cuenta el medio plazo a la hora de plasmar lo regurgitado en negro sobre blanco.

Y este no es un problema sólo Español, no. Tan solo hay que ver la demagogia que utilizan los políticos de algunos rincones de éste mundo, que hoy, en sus elecciones generales, se juegan mucho más de lo que, por lo que parece, ellos mismos atinan a vislumbrar. Allí, como aquí, los políticos creen aún en ciudadanos ignorantes que les ríen las gracias, aceptan sin rechistar sus aseveraciones, y no se plantean la sencilla pero inteligente pregunta que todo ciudadano de bien se hace al menos una vez en su vida; ‘¿Me estará engañando cuando me mira a los ojos para responder?’. Ay! Venizelos de mis amores, qué poco pan pa tanto chorizo ha fabricado la industria panadera!

Tampoco sólo político. El Rey aún pulula por la cabeza de un servidor y le continúan escociendo las retinas cuando posa la mirada en noticias como la que da hoy el veinte panfletos; El Rey evitará la foto con Dívar en su viaje a Arabia Saudí. Como si una foto pudiera impedir la permanencia, en el subconsciente de la ciudadanía, de la imagen de un Rey cazando elefantes en un país que ya no es que sea del tercer mundo, ¡es del quincuagésimo por lo menos!

Pero no es por eso por lo que se critica, no al menos servidor de ustedes. Se le critica porque siendo el primero de los Españoles, el que hizo de la institución monárquica un orgullo nacional del que todos, monárquicos y republicanos (al menos un poco) hicieron bandera, no

ha sido capaz de aprender que está donde está no por mandato divino, sino ciudadano. Y que siendo como es que los ciudadanos sufrían recortes, privaciones y melonadas varias, lo mínimo, lo razonablemente esperable, era que usía permaneciera en una clara, impoluta y total invisibilidad ciudadana. Pero no lo hizo. Ni él ni los que se supone lo asesoraban. Y la cagó, metió la zanca hasta el corvejón y con ella ha arrastrado a la herencia de su hijo hacia el desfiladero. Un tirito que le ha costado muchos monárquicos. Un tirito que le aclaró las ideas a muchos, como yo hasta ese momento, Juancarlistas.

Como Dívar, uno de los cinco ciudadanos más importantes del país. Ese del que depende el Gobierno de los Jueces, la tercera pata del Estado. El que cree que tiene derecho a privacidad cuando el tío se pone hasta las cejas de gambas y gambones. Pues verá usted señor mío, yo ni siquiera tengo gambas congeladas en casa, y cuando las hay, servidor solo sabe que el hecho de que esas preciosidades estén ahí, congeladitas y perfectamente encajadas, se debe a que se avecina una celebración de la que probablemente, en su atribulada vida de camionero, se ha olvidado peligrosamente. Que digo gambas porque quien aquí escribe y su parienta no han visto más marisco que ese en su vida. Los otros, los de la alta alcurnia, los delicatesen, ni los nombro para evitar que me de un síncope mientras escribo.

En fin, que entre los políticos de hoy en día, los de todo el mundo eh?, los cargos institucionales, y sumados a ellos todos y cada uno de los lameculos que por derecho han conseguido agarrarse a la teta del estado, para vivir amorrados al pezón como si con su examen ya hubieran hecho más que suficiente para justificarse para los restos, van a conseguir que todos acabemos sucumbiendo a los cantos de sirena que desde hace unos años recitan los anarquistas. Y ya les digo yo que es mejor eso que lo otro, el radicalismo xenófobo que ya corre por las venas del viejo continente y que más pronto que tarde acabará por implosionar mandado a la mierda no sólo a los inmigrantes que ellos crean que sobran, sino a las propias libertades que aún hoy en día algunos dicen defender amparados en demagogias y supuestos olvidos memoriales de la ciudadanía.

El mundo se nos va al garete señores. Pero por lo que servidor observa, antes, mucho antes de que ello ocurra, políticos, cargos instituciones y mamadores profesionales varios, acabarán apedreados en las plazas mayores de los pueblos por una multitud enloquecida que no atenderá a razones más que aquellas que provengan de la venganza, la desesperación y la locura colectivas.

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Lo comprendo

Verán, si cualquiera de nosotros decidiera un día ponerse realmente en la piel de otro y que ese otro fuera ni más ni menos que el Presidente del Gobierno, lo que debería es renunciar a sus prejuicios y atender únicamente a las cosas que éste pudiera conocer, omitir y verse obligado a hacer.

Por ejemplo, no se podría decir con justicia que uno dejaría caer en la quiebra a los bancos porque, para ser Presidente del Gobierno, primero, tendrías que pertenecer a un partido, y segundo, ese partido necesitaría una financiación que conseguiría de esos bancos. Por tanto, creer que un gobierno dejará caer un banco no es más que un autoengaño, una burda quimera, una utopía.

También tendríamos que dejar, para poder ponernos en su piel digo, de echarles en cara sus promesas electorales. Verán, uno no llega a líder de un partido por su cara bonita. Antes de conseguirlo tendrá que prometer miles de cosas a otros tantos seres que viven en la zona intermedia de los aparatos del partido. Promesas que seguramente serán satisfechas en parte a lo largo de su carrera hacia la cima, pero que serán saldadas definitivamente con la llegada al poder.

Para un político que ya se encuentra en la segunda cima, el liderazgo del partido, prometer cosas a los votantes no es más que el último paso para alcanzar del poder. Por tanto, las promesas que nos hace, esas que votamos, siempre,
irremediablemente, pasan a un segundo plano en cuanto alcanzan la meta deseada. Las otras, las anteriores, las que le permitieron llegar donde está, esas tienen preferencia. Y es de ingenuos omitir estos pasos y creer de verdad en la bondad natural de la especie humana, la política al menos.

Pues bien, una vez vemos cómo se llega a ser Presidente del Gobierno y somos conocedores de cómo y porqué las promesas electorales tienen su importancia en función de hacia quien están hechas, es cuando comprendemos lo que pasa en las altas esferas políticas y podemos hacernos una idea, escuálida, de las cosas que les pasan por la cabeza a nuestros gobernantes.

Así comprendemos cómo Felipe pudo hacer campaña contra la OTAN un día y al siguiente meter a España en la misma. Cómo Aznar pudo favorecer la llegada de inmigrantes y al tiempo renegar de ellos. Cómo Jose Luís llegó a renegar de la crisis y tiempo después decidió que la veía venir desde la época de su antecesor. Y finalmente cómo el actual presidente pudo prometer no subir impuestos, mantener inversiones y no abaratar el despido y días después subir impuestos, anular inversiones públicas, abaratar despidos ¡y lo que nos queda Macarena!

Por eso, señores, digo que lo comprendo. Lo comprendo y lo recuerdo. Lo comprendo y me lo guardo para la próxima. Y en eso estoy…


Si dijéramos que antes de ayer nos quedamos ‘fríos’, estaríamos constatando un hecho que en nada disimularía la realidad que vivimos cuando Mariano, flamante campeón de España, se dignó a dirigirse a la ciudadanía con pechó henchido cual palomo alfa de la bandada, para decir, o más bien aseverar tras la pertinente pregunta de un periodista, que no había sido él el presionado, sino la UE.

Verán, es cierto que servidor ya suspiraba por un rescate que en última instancia nos librara de la porquería de políticos que hoy comandan los dineros de todos a través de las instituciones Españolas. Y también lo es que desde hace meses, años más bien, se ha puesto un especial interés por parte de los políticos en deformar el significado de la susodicha palabra para que tuviera, al menos en el ámbito económico, un cariz calamitoso que nos hiciera temer su llegada.

Hoy resulta que al final tenemos que agradecer que nos hayan rescatado, que ya es mucho, y no dar importancia al echo de que tras ser rescatados, Mariano se haya ido a ver un partido de futbol a Polonia. Meses temiendo la llegada del, al parecer, irremediable ‘rescate’ y ahora resulta que no era una cosa tan mala como nos la habían vendido.

‘Com cagalló per sequia’ es poco para hacerse una imagen mental de cómo nos quedamos los Españoles ante la comparecencia de Mariano para decírnoslo. ‘Como pollos sin cabeza’ sería su equivalente en Castellano. Impactados y sin saber a qué atenernos ante el últimamente impredecible significado de las palabras que los políticos nos regalan a nuestros oídos. Desorientados ante la avalancha de eufemismos que intentan deformar la realidad para arrimarla a sus intereses.

En twitter le dedicaron un hashtag; #Dontcomebackrajoy que en realidad poca o ninguna oportunidad de ser

atendido por el Presidente tenía, ya que en su origen, nacimiento, concepción, había una monumental falla que no era otra que la del idioma elegido para lanzarlo el ciberespacio, el Inglés. Si lo hubiesen escrito en Español, la cosa puede que hubiese podido tener algún efecto, pero en Protestante…

La verdad es que hoy a vuelto a amanecer. Sinceramente creí que no lo haría. La nave donde tenemos los camiones seguía en su sitio. Incluso la pareja de la Guardia civil estaba presente en su rotonda de siempre. Los mismos coches por la carretera. Los mismos baches. El mismo camarero, Carlos, en el bar del polígono…Y digo más, el jefe a vuelto a llegar un poco tarde, como siempre, y ha vuelto a abrir las puertas para que nos ganáramos el jornal. Confieso, es cierto, que durante los cinco minutos de rigor que suele retrasarse pensé que el curro se había ido al garete…pero no fue así.

Con rescate o sin él. Se llame como se llame la cosa ésta que nos ha sucedido a todos este fin de semana. Se computen como déficit los tropecientos mil millones de euros o no. Lo único cierto es que la vida sigue y poco más que sobrevivirla podemos. No es este la primera crisis y no será la última. El único deber que nos queda es el de recordar quienes nos han mandado y mandan. Quienes son los culpables y quienes los que creen que seis meses bastan para olvidar.

Con que tengamos esto presente dentro de unos años ya habremos hecho bastante por las generaciones venideras. Nunca tuvimos un casta política menos preparada que ahora. Nunca. Y nos ha tocado cuando más falta nos hacía tener personas competentes que nos sacaran del atolladero en que nos hemos visto envueltos.

Una pena.

Ayer Mariano parece que sólo soñó con el ‘Rescue me’ de Fontella Bass. Y en cierto modo, si le ponemos ésta música a su intervención de hace unos minutos, no desentona el resultado. Fontella ya nos avisó hace años de lo que Mariano cantaría un día 10 de Junio del 2012 por los pasillos de Moncloa…

’rescue me, and take me in your arms’

Y es que hoy, por lo que parece, es un ‘happy day’ para nuestro Presi. Pues felicidades y a celebrarlo a Polonia. Ya nos quedamos nosotros aquí rumiando nuestra incomprensible ignorancia maestro.

Tanto mentar la soga estos días y ahora, cuando me la presentan en casa sabiéndome yo el posible ahorcado, me tiemblan las piernas de terror y me flaquean errando en su función de mantenerme erguido. El sudor frio me congela los intestinos, inmovilizándome de pies y manos para huir, escapar, o repudiar la realidad caprichosa que desde hace unos meses nos persigue, burla e incomoda a todos los Españoles. Hoy, cuarenta millones de sogas se han colgado del travesaño de nuestras viviendas. Cuarenta millones de sogas que esperan un cuello que estrujar y que, como siempre, hemos colgado nosotros a sabiendas que un día, no muy lejano por lo que parece, las pudiéramos necesitar. Sogas fabricadas con la ignorancia de nuestros votos. Con la apestosa manía que nos hace ponernos del lado de alguno cuando no deberíamos estarlo de nadie. Con rencor, desasosiego y podredumbre.

Estamos rescatados bancariamente y ahora ni siquiera acierto a decir nada. No se si reírme o llorar, si entregar la cartera o esconderla, o si poner la boca o el culo. Cuarenta millones de ciudadanos deberíamos estar en esta tesitura. Sin embargo más de la mitad ríe y frota las manos. Brinda ante el fracaso de su enemigo y lo pone en evidencia, sin darse cuenta que con cada carcajada la soga les aprieta más fuerte y el banco sobre el que apoyan los pies se inclina sin remedio.

Perderemos el equilibrio en cualquier momento. Y cuando eso ocurra, cuando nuestros pies no encuentren reposo en ninguna parte y nuestro cuerpo se balancee colgado de nuestro cuello con las uñas arañando la soga que nos estrangula, comprenderemos que nada de lo que pudiéramos haber hecho nos habría salvado del inevitable destino que nos aguardaba al doblar la esquina. Entramos en la casa del euro con paso seguro, pisando fuerte y creyéndonos capaces de comernos el mundo. Y es el mundo quien, con un mordisquito de nada, con un simple marcado de dientes, nos ha provocado una herida infecta que nos carcome desde dentro, que nos envenena, sin que exista antídoto que nos evite la gangrena que seguro nos pudrirá la carne.

Da igual. Nos desangramos en este momento y la razón ya no vale nada. Da igual quien estuviera acertado y quien no. Quien supiera como arreglarlo y quien lo impidiera. Ya nos balanceamos con ojos inyectados en sangre, mientras nuestros esfínteres flaquean esparciendo mierda a diestro y siniestro al son del acompasado movimiento de nuestros cuerpos suspendidos de la nada.

Nos hemos ido, volado, fenecido. Hemos fracasado como ciudadanos. Ya solo nos queda resignarnos y aprender, recordar más bien, para que en el futuro quienes nos han traído a este fatídico punto no puedan ejercer más su influencia sobre nosotros. Para que mañana, cuando en nuestra vejez nuestros nietos nos pregunten o pidan consejo, podamos decirles sin miedo a equivocarnos que nada de lo que nos cuenten un político, o un periodista de opinión, será cierto.

Para que nos tengan como ejemplo de lo que nunca hay que hacer como ciudadanos.

Hace no muchos años, cuando servidor se encontró con los blogs por primera vez, se llegó a burlar de los que en aquellos días proclamaban que las bitácoras, las Redes Sociales y las herramientas dospuntoceristas en su conjunto, llegarían a cambiar el mundo en que vivía. En aquellos años, seis o siete, los blogs estaban participados por ciudadanos que hacían de hablar de sí mismos una religión. Días aquellos en los que palabras como ‘nicho’, por sus connotaciones profesionales, estaban mal vistas. Años en los que las bitácoras proclamaban que la publicidad era mala malísima. Años en los que se comenzaba a creer en un mundo globalizado que hiciera de la libertad de opinión algo más que la posibilidad de leer dos o tres periódicos de diferente cariz ideológico. Años, en definitiva, en los que soñar era algo gratuito que nos permitía incluso fantasear con una posibilidad bohemia que hiciera virar nuestro mundo oscuro, gris y cerrado, hacia un lugar mejor para todos.

Tal vez lo único que pudo hacer que este mundo, del cual yo me burlaba, pudiera comenzar a conseguir el objetivo que tenía marcado genéticamente, fue el que supuso quitarse la losa de los prejuicios comerciales a los que con tanto ahínco había combatido. Ya saben, la muerte del búho y esas cosas. Permitirse a sí mismo crecer, hacerse adulto, sacarse complejos y competir en igualdad de condiciones con quienes más tarde sucumbirían a la evidencia y la inmediatez del mundo dospuntocerista. Transformarse para pasar a convertirse en embriones de lo que al final acabará convirtiéndose en una blogosfera profesional, que sin duda alguna, siempre necesitó de un primer paso, una condición necesaria; la inclusión de unos ingresos económicos que aún hoy en día son insuficientes para la autosuficiencia, como bien dijo Fernando Tellado hace unos días en las entrevistas Netambulianas de Juanan.

Hoy en día aún no existen los blogs económicamente autosuficientes. No hay bloguer que pueda decir abiertamente que se puede permitir vivir de su trabajo. La mayoría de los que lo han intentado han fracasado. Y esa mayoría es la que a día de hoy hace de los cursos dospuntoceristas y las charlas en convenciones un pedestal desde el que mantener su estatus de gurús de la blogocosa. Ya saben, continuemos hablando de nosotros mismos, generando nuestro propio contenido y rumiando durante años los mismos pastos que nos vieron nacer, hasta que podamos permitirnos salir de la bolsa marsupial en que sobrevivimos para existir por nosotros mismos sin cordón umbilical alguno que nos asista.

Por aquellos años, esos de los que hablábamos antes, participar en las Redes Sociales de la época; Live Spaces, MSN anteriormente, y demás plataformas que ahora no recuerdo, estaba más que mal visto. En ellas había publicidad y eso iba contra los cánones del buen bloguero, de su libertad para criticar, e incluso de su credibilidad para opinar. La Redes Sociales estaban, por decirlo de una forma suave, estigmatizadas por algo que más tarde se convertiría en primordial a la hora de hacer creíbles algunos proyectos que después sí cambiarían el mundo. Eran algo residual, mal visto y como ha demostrado la corta historia cibernauta, profundamente necesarias para la eclosión de este mundillo en la vida real.

A día de hoy lo que antaño era un sueño lo continúa siendo, pero con una salvedad, el mundo dospuntocerista ya no se reduce a los blogs. Hoy en día herramientas como Twitter han conseguido, con sus anteriormente por mi criticados ciento cuarenta caracteres, lo que millones de posts no hicieron nunca; la participación de periodistas y políticos en una conversación multinivel en la que cualquiera puede participar. Herramientas como ésta, o Facebook en mucha menor medida, han permitido a la ciudadanía conversar, aunque el concepto real de esta palabra no sea aplicable en su totalidad, con quienes hasta ayer eran los padres y madres de la opinión.

Políticos y periodistas se han visto obligados a participar en una conversación global de la que siempre huyeron y renegaron. Puede que sea cierto que conversar no sea exactamente lo que hacen, pero se exponen en verdad con sus comentarios al juicio inmediato de las masas en un medio que no controlan y que a día de hoy es capaz de tumbar reputaciones a base de RT’s y hasgtags.

Ahora a los padres del dospuntocerismo nos queda sólo una cosa por hacer; aprender a opinar y sobre todo desprendernos del resto de tópicos que puedan lastrar el crecimiento. Yo no podré hacerlo nunca porque, como dije al principio de mi pequeña historia dospuntocerista, no aceptaré dinero por lo que escriba o deje de escribir por estos lares. Se tienen las herramientas y las posibilidades necesarias para hacer de este mundillo el parlamento mundial que siempre se soñó. Ahora solo nos queda dejar de ser niños, apartar de nosotros aquel cáliz en forma de seguidismo del que seguimos viviendo, y aprender a batir las alas en un mundo en el que el blanco o el gris no son más que dos extremos de un universo de grises que es en verdad el mundo del que venimos.


Al parecer Facebook, y según he leído por ahí también twitter, están pensando cómo rodear la ley que prohíbe que los menores de trece años tengan un perfil en sus redes sociales. La razón de ello es bastante sencilla y no tiene nada que ver con el deseo de alcanzar algo loable que mejore la vida de los menores del mundo. La razón, como digo, es lisa y llanamente la recuperación de una serie de ingresos perdidos que han caído, primero por su fallida entrada en bolsa, y después por el cuestionamiento de la efectividad de su publicidad. Un ejemplo podría ser la de General Motors, que unos días antes de que saliera a bolsa Facebook decidió cancelarla apoyándose en una encuesta de Associated Press y CNBC que demostraba que el 85% de sus usuarios nunca pinchaba en los anuncios.

Cuestionarnos lo adecuado de dicha medida, sin ponernos antes en antecedentes sobre lo que ocurre con los menores, que ya de por sí con prohibición y todo pululan por esas Redes Sociales, es ni más ni menos que una temeridad. Blogs como el de Marcelino Madrigal en mayor medida, o como servidor  de vez en cuando, hemos puesto miles de veces el grito en el cielo por la impunidad con la que pederastas y pedófilos navegan por esas redes sociales. Incluso la policía no hace más que alertar a los ciudadanos de la inseguridad que se auto-generan con la permisibilidad que imprimen en sus perfiles sociales.

Aún cuando un niño tenga que estar asociado al perfil de su padre, éste no tendrá porqué conocer necesariamente el funcionamiento de las Redes Sociales. Sus entresijos. Sus peligros. Sus trampas.

Los pedófilos utilizan fotos de menores, en el mejor de los casos, para darse a conocer entre ellos mismos. Utilizan esas mismas Redes Sociales para intercambiar materiales. Para realizar quedadas con menores. Para aumentar sus colecciones con las imágenes que a día de hoy suben ingenuamente sus propios padres.

Facebook quiere aumentar su mercado aún a costa de poner en peligro a miles de niños. El propio Facebook hace poco o nada con cada denuncia de perfil pedófilo o pederasta que le llega. El mismísimo facebook permite fotos de genitales en las imágenes de perfil en las que los usuarios asociados tienen como fotos también niños y niñas semidesnudos que buscan amistades o relaciones. A Facebook, en definitiva, se la repanpinfla la seguridad de los menores con tal de que estos le proporciones más datos con los que comerciar.

Son muchos enlaces, lo se, pero todos y cada uno de ellos les darán una imagen nítida de lo que a estas horas se cuece en las Redes Sociales. Imagínenlo con millones de niños autorizados a subir fotos con un control parental de dudosa efectividad y otros tantos millones de padres a los que serán los hijos quienes deberán abrirles el perfil a sus padres para que éstos les puedan autorizar.

Piénsenlo bien ustedes y después permanezcan sentados sin siquiera escribir un mísero post a cerca de ello. Piénsenlo y mañana, cuando cualquier cosa pueda ya pasar dentro de la legalidad, pongan el grito en el cielo. Entonces, lo que digan, lo que hagan, lo que crean justo, no tendrá valor alguno. Habrán perdido el tiempo. Habrán sido derrotados de nuevo por una empresa que tan solo los ve como ganado.


Uno la pierde, la capacidad de asombro digo, cuando  un día tras otro se topa con noticias como la de los vecinos de Guijo. Un Ayuntamiento, que teniendo unos dineros presupuestados para festejos taurinos, decide someter a referéndum el gasto preguntando a los vecinos si lo quieren gastar en toros o en crear unos puestos de trabajo temporales que ayuden a algunos de sus vecinos a sobrevivir a esta crisis que nos ha tocado en liza sufrir.

El pasmo llega cuando el referéndum dicta lo que servidor suponía que no ocurriría;  elegimos Toros. La conmoción, cuando uno descubre que en una de las pedanías que constituyen el municipio, El Batán, el paro tiene forma de 25%. La estupefacción cuando descubrimos, que según los datos del referéndum es justamente ahí, en El Batán, donde el sí a los toros ha ganado por goleada.

Lo curioso del tema es el final que ha tenido todo esto. Se suponía que el referéndum tenía carácter vinculante, por lo que sus resultados deberían ser acatados por la corporación. Pero en una jugada maestra del Alcalde Socialista, que habla y muy bien de las ambigüedades que tantas veces criticamos, los resultados pasarán a tomarse en cuenta no en su totalidad, sino por pedanías. Jugada que permite al Ayuntamiento desviar 5000 de los 15000 euros para promover algunos empleos.

Es una pena, y lo digo con el corazón encogido por la falta de humanidad que a veces rezumamos por los poros, que ante la posibilidad de participar activamente en la política municipal, acabemos siendo los ciudadanos los malnacidos que negamos el pan a quienes lo necesitan, y tenga que ser un político quien nos demuestre cual era el camino correcto a elegir.

Una pena que para una vez que se nos pregunta, lo que salga de nuestras urnas no sea más que un miserable y odioso rebuzno.

Es sorprendente la capacidad de la ciudadanía Española para olvidar en pocos meses el pasado reciente que acaba de sufrir. Y de ello, como no puede ser de otra forma, se aprovechan los responsables políticos.

Si les dijera que estoy esperando ansioso a que nos rescaten, que dilapiden desde fuera el poco estado de bienestar que nos queda y que quienes nos han sumido en el barrizal del desasosiego aparezcan en la foto con la verdadera dimensión de sus errores grapada en la frente.

Si les dijera que tengo la esperanza de que con ello nadie en su sano juicio se atreva a volver a votar a quienes hoy manejan ciegamente el porvenir de los Españoles y a quienes desde la oposición se sonríen creyendo que el tiempo les quitará culpas hasta dejarlos impolutos de responsabilidades por la crisis.

Es que es escuchar a algunos políticos trasladarse a la época de Aznar para poner el punto de origen de la crisis y subirme unos calores encolerizados, que de estar a su lado en ese preciso momento, se transformarían en un guantazo de mano abierta que les dejaría de por vida los cinco dedos marcados en la mejilla. Hay que tener poca vergüenza, y tomar a los Españoles por poco más que amebas, para pretender aparecer ahora, seis meses después de dejar el poder, como unos políticos que nada han tenido que ver con la fallida etapa económica de los últimos cuatro años.

Que yo recuerde hace ocho años había un señor que se jactaba de tener superávit, de crecer sin descanso económicamente y de pasar incluso a Italia en lo que a importancia económica se refiere. Hace ocho años, que yo recuerde no había crisis, los pisos seguían subiendo de precio comenzando a ser un refugio especulativo y quien habitaba la Moncloa se hacía llamar ‘rojo rojo’. Jose Luis le llamaban. PSOE era el nombre de su partido.

Y ahora pretenden que los ciudadanos olvidemos quienes gestionaron los cuatro primeros años de crisis en este país. Mariano que yo recuerde tan sólo lleva seis en el cargo. Y digo yo…¿Tan sencillo es para nosotros olvidarnos de lo pasado?

Espero que nos rescaten pronto. Que nos quiten la poca libertad viciada que nos queda y que se nos de la oportunidad de comenzar de nuevo. Que podamos tener la posibilidad de rehacernos reinventando los partidos políticos, la configuración del estado, reformando las penas de delitos económicos y asegurándonos que esta vez no volvamos a olvidar que la próxima crisis económica no es la primera.

Espero, y no es poco, que al final todos hayamos aprendido la lección que hará de nuestra democracia algo más que la excusa de algunos para vivir del cuento; los políticos mienten, los políticos no son vocacionales sino profesionales, y los sentimientos que se nos generen a través de ellos no son más que tergiversaciones de la realidad que nada tendrán que ver finalmente con lo que realmente nos convenga a todos. Si un político te convence de algo permítete olvidarlo de inmediato. La idea que ha germinado en tu mente a raíz de ello no hará más que convertirte en un simple altavoz gratuito de sus mentiras.

He dicho.

Ayer me gustó mucho el corto ‘hablando en plata’, surrealista por otra parte, que protagonizan Ana Teja, Lola Peregrina, Milagros Arenas y Carmen Cordero que tan a las claras pone lo que el resto de las personas humanas parecemos cuando hablamos de la economía actual. Hoy, que me he despertado marchoso, lo he vuelto a ver para reírme un rato y al ver los relacionados me he encontrado con éste.

Al baile están Paca La Monea, La Niña Ninja, Donna y Chari Lee y al cante Pincho de Leche. Son parte de Flo6X8.

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Corto Hablando en plata

Hay pocas cosas que últimamente lo hagan sonreírse a servidor. Pocas que pongan tan de manifiesto lo ridículos que podemos parecer cuando nos ponemos a debatir sobre la prima de riesgo, los convertibles, o el valor bursátil del oro. Escasos momentos de iluminación en los que ciudadanos a los que quizá no conozcamos ponen ante nuestras narices la ridiculez de nuestras obsesiones. En la carrera por convertirnos en gurús de la economía mundial, olvidamos que a ojos de los que sí entienden no somos más que discursos vacíos encerrados en cuerpos que no les corresponden. A veces queda patente, y esta es una de esas ocasiones, que los discursos además de certeros deben ser dados por ciudadanos que los doten de la seriedad que merecen. Y este corto de hoy, por supuesto, da fe de ello. Que lo disfruten.

De Producciones Varadas. Finalista del X edición del Certamen Notodefilmest.com

Recuerdo hoy aquellos días en que servidor tenía decidido su particular revolución personal en forma de voto. Cuando mi decidida voluntad de cambio me hizo buscar otras urnas para depositarlo. Aquellos días, sí, cuando Mariano clamaba al cielo y acusaba a Jose Luís de ser él la prima de riesgo.

Hasta recuerdo los chistes que se hacían con la jodida y la vergonzosa fama que la precedía. Días aquellos, en que como siempre, mi decidida voluntad pasó a quedar encandilada por los de siempre. En los que sucumbió a los cantos de sirena del raciocinio encorsetado, para caer estrepitosamente en donde al final se ha demostrado ser no más que otro montón de basura infecta.

En aquellos días la prima de riesgo era muchas cosas; una prima chunga que tenía un tal Riesgo, una mujer de dudosa moral a la que se otorgaba parentesco, algo externo que les servía a los partidos para pelearse de cara a la galería, o en palabras de Jose Luís aquel día que se sentó junto a los banqueros del país, un marcapasos que sincronizaba el latir de su corazón. 300. Ese era el valor de la prima de riesgo por aquellos días. Y creíamos que al llegar a 350 nos daría un jamacuco con el que nos iríamos pal otro barrio tan pobres o más que cuando decididos ponernos a especular con las inmobiliarias.

Pero esos días son muy anteriores. Días en que cualquiera era el listo de la clase y se compraba pisos puente, que pasaba a vender por unos cuantos millones más, hasta conseguir la casa de sus sueños por un valor hipotecario aceptable para una economía familiar que tenía los dos sueldos como algo normal y perfectamente sostenible en el tiempo. Lo malo es que en aquellos lejanos días muchos no pensaban, o no alcanzaban a imaginar, que tal vez tuvieran que hacer frente a aquel contrato con un solo sueldo, o en el peor de los casos como ahora han comprobado unos cinco millones y medio de Españolitos de a pié, con ninguno.

Aún recuerdo aquellos lejanos días en los que la prima de riesgo aún no había nacido. En que los pisos no bajaban nunca de precio, sino que subían sin descanso y sin techo. Que el crédito hipotecario a un interés variable era la opción acertada porque todos los años bajaba. Y en los que ninguno de nosotros, ni los bancarios, sabían de una en el futuro controvertida clausula que frenaba aquellas bajadas con una condición llamada ‘suelo’. Seguro que saben de qué les hablo, ¿verdad?

En aquellos días en que vivíamos en la champions league bancaria. Días en que mientras el mundo entero recapitalizaba con dinero público sus bancos, nuestros gobernantes se llenaban la boca con delirios que afirmaban que teníamos la banca más solida del mundo. En aquellos días, digo, a ninguno se nos dijo la verdad.

Hoy la dichosa prima está por los 540 puntos. Los Alemanes se financian casi gratis. Y el BCE desestima nuestros sacrificios poniendo en jaque la economía mundial. El gobierno español salido de las urnas ha obedecido sin dudar todas las órdenes de Bruselas y aún así en plena agonía bursátil los mandamases europeos lo han dejado a los pies de los caballos. Nuestros tímpanos vibran al ritmo de los latidos del taquicárdico corazón de Jose Luís, mientras los nuestros propios se disponen ha acelerar hasta el infinito y más allá.

Si la prima de Riesgo se llamaba Zapatero cuando estábamos en 300 puntos, ¿qué nombre debemos ponerle ahora, Don Mariano, cuando está a 540?

La realidad señores es que los culpables de lo que nos pasa somos nosotros mismos. Yo en particular acepto mi parte porque pese a haber tenido decidido mi voto, me dejé encandilar por los cantos de sirena de Don Mariano y opté por él convencido de que sabía lo que se necesitaba para salir de ésta. Incluso, como me dijo un amigo no hace mucho tiempo, creí que sabía de qué lado estaba, sin saber que estaba en el contrario.

Hoy tan sólo nos queda llorar los errores y lograr sobrevivir a esta crisis lo mejor posible. Luchar, sí, por combatirla, pero sabiendo que también nosotros somos un poco responsables de ella. Pero la tarea que no debemos dejar de lado es personal. No podemos permitirnos olvidar que la mayoría de los problemas que hoy padecemos tienen un único origen; los políticos que nos representan sin distinción. Si cuando acabe la crisis, con euro o sin él, nos acordamos de esta lección que nos ha proporcionado la vida, podremos cederles a nuestros hijos un mundo verdaderamente mejor del que de momento vamos a dejarles.

540 y aún no nos hemos muerto…