Desde hace unos meses se habla de la posibilidad de aumentar el límite de velocidad en carretera. Lo hace el PP ahora que gobierna y lo piden desde hace años las asociaciones de conductores. Se escudan para semejante locura en la modernidad de los vehículos, carreteras y sistemas de seguridad, al tiempo que obvian que la parte más importante para que esos sistemas de seguridad pasivos funcionen correctamente no está preparada para el subidón de adrenalina que dicho aumento de velocidad produce en sus cuerpos.

Si la gente es incapaz de comprender cómo se hace una rotonda. Si no alcanza a entender que el carril central de las autovías existe únicamente para adelantar a los que van por el de más a la derecha y que el tercero por la izquierda es para hacerlo con los del central. Si no somos capaces de hacer un STOP correctamente y los confundimos a diario con un ceda el paso. Si nos pasamos por donde nunca asoma el Sol lo del ámbar en los semáforos. Si nos empeñamos en adelantar al vehículo que nos precede sin importar que nos encontremos a escasos quinientos metros de la salida que deseamos coger. Si damos las largas a quien sencillamente circula a su velocidad porque nos molesta tenerlo delante…

A mi modo de ver las cosas, desde el asiento de un conductor profesional que se pasa el ochenta por ciento de su vida tras un volante, la mera posibilidad de que se le de vidilla a una idea así de descabellada le produce urticaria. ¿Ustedes se han visto conducir? Claro que no. Si lo hubieran hecho, si se hubiesen fijado en cómo lo hacen, seguramente nunca habrían dejado que semejante locura germinara en sus cabecitas.

paronoviembre2012Los acontecimientos a los que últimamente nos está acostumbrando la actualidad política y judicial en este país, sumada a las noticias desalentadoras del paro, la precaria percepción de las instituciones y el más que justificado descrédito de quienes nos gobiernan y aspiran a gobernar, convierten al acto de disponerse a escribir en un blog en algo más que un alarde de osadía.

Uno, servidor de ustedes, y casi con toda seguridad ustedes mismos por experiencia propia, tendrán en mente algún conocido, familiar o amigo asociado a esas cifras que mes tras mes nos devuelven a la cruel realidad del trabajador que no tiene trabajo, de las familias huérfanas de sustento, y de la economía ficción que facilita la multiplicación de los panes y los peces que supone el permitir que vivan familias enteras con las pensiones de los más viejos.

Uno piensa todas esas cosas y se sorprende por lo rápido que nosotros mismos olvidamos estas urgencias cuando, de repente, los politicuchos que nos gobiernan deciden colgar ante nuestros hocicos trifulcas identitarias que en nada en absoluto ayudan a esos mismos conocidos, familiares o amigos, a superar el bache que tan demoledoramente los hunde en un pozo sin fondo llamado INEM.

Creyéndonos como nos creemos tan bien informados, tan versados en adivinar los pases de muleta que los periodistas vendidos al poder deciden ponernos ante los morros para dirigir nuestras iras, caemos día tras día en el engaño de hacer nuestras prioridades que son de otros y hacer propios discursos que no son más que panfletos, propaganda, escusas de políticos que vadean los problemas reales convirtiendo minucias en precipicios con tal de que no veamos que, de hecho, ya estamos suspendidos en el vacío de la inhumanidad y la insensibilización nacida de la reducción de los problemas a la matemática de las cifras, los porcentajes y las estadísticas.

Si de verdad pensáramos en lo que supone un 26% de paro y nos hiciéramos una imagen mental de la ingente cantidad de ciudadanos que en su ansia por informarse y buscar una salida a su calvario, o en todo caso encontrar una señal que les ofrezca una esperanza que están dispuestos a abrazar por muy lejana que sea ésta, acaban dándose de bruces con chorradas identitarias, reformas laborales más que sospechosas, tramas de corrupción y supuestos decretazos encaminados a una especie de ahorro que en todo caso se difumina en el entendimiento de cualquiera, comprenderíamos lo solos, desatendidos y abatidos que se encuentran unos cinco millones de compatriotas.

Me asomo a la ventana y cuento. Cada vez que veo pasar a tres ciudadanos por la acera de en frente se, que según las estadísticas, el cuarto será un parado. Y de esos el quinto no recibirá ningún ingreso económico en su familia. Los veo caminar a todos y sin embargo se que más de uno lo hace con un yunque atado al corazón. Un yunque cargado con la impotencia, la soledad y la tristeza de quienes se ven excluidos del tan cacareado estado del bienestar para acabar expulsados en el limbo de la caridad, la impotencia y la inhumanidad de quien se cree ya no sirve para nada.

Y mientras aquí estamos nosotros, haciendo de portavoces de políticos a quienes nada debemos más que desprecio, reprobación y desaire.

Larry Page y Sergey Brin

Resulta curioso comprobar cómo una gran empresa, quizás la más importante de la internet de hoy en día, es capaz de movilizarse para iniciar una campaña por la libertad de internet siendo como es una de las que más colabora con algunos países a la hora de establecer vetos, censuras y fronteras a la información.

Recordemos que en 2006 Google, la promotora del hasgtag que pone título a este post, aceptó la censura para poder competir en el mercado Chino, un mercado que resulta ser no sólo el mayor del mundo, sino además el que más crece en estos momentos con sus 384 millones de usuarios. Pero al entrar en ese mercado Google se dio de bruces con un competidor que no esperaba, Baidu, un súper-buscador a su imagen y semejanza de nacionalidad China.

Nunca pudo con ellos y finalmente tuvo que renunciar a competir por el mercado de las descargas musicales. Antes de ello, Google decidió dejar de censurar sus búsquedas y para ello decidió redirigir a sus usuarios Chinos a Google Hong Kong. A esto China respondió acusando a la empresa americana de ser un arma al servicio de EEUU. Después llegó aquel tema de los ataques cibernautas a Google desde China, su salida final y por fin la pérdida de un mercado que Google siempre ha ansiado.

Pues bien, si tan por la libertad está Google…¿porqué aceptó la censura y la mantuvo durante tantos años? Pregúntense cual deber ser la motivación de la empresa de Mountain View para impulsar éste hagstag y no se dejen llevar tan fácilmente por el buenismo que tantas veces nos ciega y nos engaña…

desaucio valencia

Estarán conmigo en que hay pocas veces en las que se pueda loar el servicio que el periodismo ofrece a la sociedad que lo consume. Pocas, entre otras cosas, porque debido a la propia mercantilización de la información, éste ha acabado sucumbiendo al panfleterío, la propaganda pagada y la sencilla supervivencia al paraguas de instancias superiores, que suelen tener sus posaderas apoltronadas en el poder político del momento.

Esto hasta cierto punto es normal. No podemos quejarnos del periodismo que tenemos, porque si dejamos de mirarnos el ombligo y decidimos alzar la mirada por encima de los Pirineos, observaremos que en todos los países civilizados en los que la libertad de expresión es un hecho, la polarización de la opinión se entrevera con la información creando así líneas editoriales que secundan a unos u otros partidos políticos.

Si en todos los países ocurre…¿porqué debería ser malo que aquí también pasara? Pues bien, lo es porque aquí pocas veces el periodismo se realiza para honrar un fin mayor que el del servilismo al partido. Los mejores periodistas se destinan a buscar confidencias de contrarios que pongan en un brete las posiciones de un enemigo electoral que, al tiempo, utiliza sus armas para hacer lo propio con ellos. Y en raras ocasiones un artículo firmado cruza la línea, que separa al panfleto político en que se han convertido, de un servicio social que de verdad informe, cree opinión no viciada, y sirva para dar visibilidad a un problema que asfixia a una ciudadanía desengañada y harta de la pelea de niños en que se ha convertido la prensa.

Pero esto se puede remediar sin mucho trabajo, aunque con mucha vocación. Y un ejemplo de ello lo tenemos plasmado en el pasado 12 de Noviembre en las páginas de El Mundo. Gracias a un artículo firmado por Noa de la Torre, una familia Valenciana recibió una llamada de un jubilado para ayudarles (según nos cuentan desde 233Grados). Bien, pues cuando el periodismo sirve para ayudar y dar luz a los problemas de verdad y además de ello consigue convertirse en un elemento necesario para solucionar los problemas que se denuncian, el periodismo, en sí mismo, acaba por convertirse de verdad en periodismo con mayúsculas.

Y entonces uno se siente orgulloso de quienes practican esa profesión…

ESPAÑA HUELGA GENERAL

Supongo que ustedes como yo estarán cansados de leer interpretaciones de la pasada huelga general. Supongo, creo de nuevo, que a ninguno de ustedes les habrá cambiado el sentido del voto, que en clave electoral, estaría en juego para los partidos. Y supongo, creo por tercera vez, que es por eso por lo que el mensaje de los partidos políticos cae en un pozo sin fondo al no ser capaces de hacer una lectura similar a la que las dos afirmaciones primeras aseveran.

Hay muchas cosas en las que los partidos políticos se equivocan y una de ellas, la primordial si me lo permiten, es que no saben interpretar lo que la sociedad en las calles les cuenta y pide.

Hagamos un ejercicio supositorio como ejemplo: yo no votaré nunca al PSOE mientras éste no sea capaz de definirse territorialmente en un sentido que me agrade. Del mismo modo, votaré al que más se aproxime a lo que a mi me gustaría que sucediese. Y sabiendo como ya se que los dos, PP y PSOE, tienen la misma política económica en la cartera y el resto de los partidos se debaten entre el populismo y la farándula, el rasgo que definirá mi voto será siempre el territorial. Por tanto, estando este tema como está con Cataluña por en medio y el País Vasco en el horizonte, es evidente que éste no se decantará probablemente hacia la izquierda.

Sin embargo llega el día de la manifestación y los convocantes se sitúan con la calculadora incluyéndome entre los que están en contra de las políticas del gobierno. Aciertan. Pero acto seguido se atreven a interpretar mi presencia allí como un claro apoyo a sus propias posiciones. Craso error. Más cuando quien aquí escribe recuerda que durante cuatro años ellos no hicieron nada para cambiar el destino invariable de la deriva económica del país cuando éste iba bien, y se dedicaron a negar la evidencia cuando nuestro Titanic económico particular tropezaba torpemente contra el cubito de hielo que lo haría hundirse sin remedio en el agujero económico-social en que se encuentra en estos momentos.ç

Así las cosas habría que recordar a los políticos que una cosa es que uno se manifieste en contra de unas políticas y otra muy distinta que decida ofrecer su voto automáticamente al contrario. Se puede estar en contra de una política económica y continuar viendo a los que están en frente como los causantes de la mayoría de los problemas que padecemos. Y eso deja una lectura más que clara de lo que servidor piensa que pasó el día catorce; enfadado y desengañado sí, pero no cambio mi voto.

Pd: Yo perdí mi empleo cuando estaba Zapatero en el poder. Tuve que sufrir la complicidad de sindicatos y gobierno para quitar hierro al asunto. Viví con estupefacción cómo el PP se negaba a apoyar aquella huelga a Jose Luís. Esta semana he visto cómo, los que ayer quitaban hierro hoy ven el apocalipsis económico en ciernes. Los que no se manifestaron por mi, me piden que lo haga ahora por ellos. Para secundar sus políticas. Las mismas que nos trajeron aquí.

Pd2: No señores, ustedes me dejaron abandonado hace cuatro años a mi suerte y sólo mi determinación y la combinación con un tanto de suerte buscada lograron que saliera del agujero en que me encontraba. Si entonces no me defendieron, no pretendan que los apoye ahora. Las mismas personas de antes son las que hoy están en el paro. Las mismas a las que ayer negaron el derecho a estar enfadados y excusaron con chorradas. Esto es que lo ustedes han conseguido con su servilismo y trilerismo politiquero.

Pd3: Ahora no lloren ni llamen borregos a quienes ya nunca volverán a tragarse sus mentiras.

desesperación

De unos meses a esta parte el blog, éste que con tanto ahínco durante años me empeñé en mantener actualizado a diario, ha ido muriendo de inanición sin que nada pudiera hacer al respecto. La llegada de Alex, el trabajo enfermizo de camionero que ocupa todas las horas del día y la semana, e incluso el hartazgo de quien desolado ve la decadencia política en que nos hemos visto envueltos sin comerlo ni beberlo, han contribuido a que la efervescencia con que me enfrentaba a la pantalla en blanco de mi Windows Live Writter haya ido desapareciendo sin remedio.

La mesa del despacho que siempre intenté mantener impecablemente ordenada para que me ayudara a, y perdonen la redundancia, reordenar mis pensamientos antes de plasmarlos en los posts, parece hoy la viva imagen de una revolución fecal. La mesa que antaño con tanto cariño intenté mantener impoluta para convertirla en el altar desde el que escribirles las homilías que a diario salían de la cabeza de este pobre demente al que algunos de ustedes han incluso accedido a considerar como amigo o conocido, hoy se ha convertido en un vertedero leal de los “después lo guardaré” y los “déjalo ahí”. He transformado lo que un día fue canalizador de pensamientos en una simple papelera con patas.

Supongo que mucha de la culpa de que esto haya pasado la tiene el desasosiego que servidor siente cada vez que tiene que plantearse hablar de lo que últimamente sucede en este caprichoso mundo. La imagen que la política exporta por doquier y que impregna cualquier texto que tenga a bien formarse dentro de nuestras cabezas para convertirlo en una simple defecación hecha letra. La posibilidad, la terrible posibilidad, de que finalmente todo aquello que pensemos no sea más que la asunción de unas ideas cocinadas en las cavernas de los aparatos políticos, que se creen para que nosotros, pobres e ignorantes mortales, las hagamos propias desdeñando lo anterior aún sabiendo que es posible que así sea, complican todavía más el asunto.

Verán, en un complicado ejercicio de introspección, he descubierto que muchas de las cosas que pensé y escribí en éste blog hace no mucho tiempo eran sandeces nacidas de la ignorancia más absoluta. Recuerdo cuando hablamos de la dación en pago y de cómo yo creía que eso no era justo para los bancos. ¡Justo para los bancos! ¡Que guantazo me merecí cuando escribí aquellas cosas! O de cómo era bueno que ganara el PP para que los mercados, que en aquellos días eran para algunos ya tiburones carroñeros y que en mi ceguera partidista continuaban siendo sencillos inversores en bolsa, acabaran asumiendo que la llegada del nuevo gobierno contribuiría de forma definitiva a esclarecer el futuro económico del país.

He cometido tantos errores al escribir en este blog y son tan evidentes hoy en día. ¿De qué vale una opinión si ésta se basa en dimes y diretes? ¿De qué, si no está nacida del conocimiento, sino más bien de la asunción de ideas ajenas al propio autor? Quedarse huérfano de partido político es tal vez una de las peores cosas que le pueden suceder a un demócrata. Si además éste era un férreo defensor del voto la cosa se complica sobremanera. Necesitar un partido político en el que depositar tu confianza y tener que observar como zozobran todos y cada uno de los que a día de hoy están en primera línea, bien porque sus anquilosados aparatos reniegan de la renovación ideológica, bien porque la renovación se acelera de forma exagerada expulsando a sus posibles votantes al ostracismo de los que se sientes ignorados, convierte a la peor de las pesadillas que podamos recordar en un bello y empalagoso cuento de hadas.

Si además a nuestro alrededor quienes en teoría deberían ser el azote y contrapeso del poder político, los periodistas, acaban por sucumbir al alineamiento ideológico, a la pinza mental sectaria y al simple vocerismo desaforado que repite hasta la saciedad las bondades de unos y calla o medio silencia sus fallas, las ganas, la necesidad y la convicción necesarias para enfrentarse a la página en blanco que al fin y al cabo son las que dan vida a éste blog, ven mermadas sus fuerzas y acaban condenadas al olvido dando la puntilla al mismo por inanición.

Esperemos que ello no pase aquí. Yo lo intentaré al menos. Un saludo.

Pocas cosas en esta vida han tenido en mi un impacto mayor que el que me produjo la tragedia de la Pantanada de Tous. Aquel 20 de Octubre, con mis seis años recién cumplidos, mi vida, la de los míos y las de todos los que se encontraban a  mi alrededor en un ámbito de cuarenta kilómetros a la redonda, cambiaron para siempre. Fue un año que marcó mi vida y la de los míos. Fue nuestro segundo nacimiento.

Aquel día de Reyes del año 1982, a mis cinco años y acompañado de mi hermanito Carlos de tres, decidimos hacer comprender a nuestros padres que ya éramos lo suficientemente mayores como para saber que los Reyes Magos eran ellos. Así, prestos y dispuestos, esperamos sin hacer ruido a que comenzaran a subir los juguetes por la escalera de la casa situada en el número 6 de la calle Dos de Mayo, cerca de la placeta del Cid. Esperamos pacientes a que iniciaran la última subida esperanzados, porqué no decirlo, por la idea de estar equivocados y ver aparecer finalmente a Melchor, Gaspar y Baltasar. Y los vimos, caro que sí, pero en las personas de Antonio y Mari Carmen. Fue la última noche que el comedor de casa estuvo repleto de juguetes, aunque aún no lo sabíamos, y les dimos la mayor de las sorpresas a nuestros padres. El comedor rebosaba a las diez de la noche de regalos por abrir, aunque alguno se dejaba intuir como un fabuloso coche de carreras a pedales. Había también coches de policía a pilas, ropa, fichas para montar estructuras y decenas de cosas más que inundaban un comedor repleto hasta los topes de regalos y felicidad.

Porqué no negarlo, en aquellos años mis padres disfrutaban de la vida plena que ofrece un trabajo que marchaba bien. Regentaban en aquel año, el 82, el bar de La Calandria, junto a la gasolinera que compartía nombre sitos ambos dos al final del Carrer del País Valencià. No recuerdo si en aquel entonces ya se llamaba así, pero así es como se llama ahora. Era un bar familiar que se llenaba a diario y que permitía a nuestros padres, en aquellos años de precariedad, llenar el salón de casa de regalos para sus hijos. Disfrutábamos de días de playa cuando el bar cerraba un Domingo y comíamos paellas de chiringuito mientras nuestro Seat 1430 Familiar esperaba tranquilamente aparcado al lado de las dunas de arena de Cullera a que nosotros disfrutásemos del día.

En aquellos años en casa teníamos una tele en blanco y negro que estaba conectada a un transformador independiente. Recuerdo que al encenderla lo primero que se veía era un punto negro en el centro de la pantalla que poco a poco iba haciéndose más y más grande hasta que la imagen aparecía. Eran los años en los que sólo tenían televisión en color los más pudientes. Y para nosotros, críos de cinco y tres años respectivamente, algo inimaginable y por tanto innecesario. Pues bien, en aquel año también se celebró en España el mundial de Fútbol y mi padre decidió hacer un gasto extra para poner en el bar una fabulosa Espectrum a color que situó en una de las esquinas del establecimiento, en un altillo fabricado expresamente para ella y gracias a la cual el bar tuvo aún más clientela en aquellos meses. A nosotros, en aquellos años, ni nos importó ni vimos necesidad de demandarla para casa. Teníamos todo lo que un crío necesita, juguetes, una plaza en la que jugar tranquilos y unos padres que nos querían con todas sus fuerzas.

Recuerdo también, para que se hagan una idea perfecta de la fotografía personal que intento plasmarles de aquel año 1982, que el lugar en que vivía estaba cerca de una plaza ya mentada, la de Cid Campeador, en la que convergían todas las tardes decenas de niños de entre los tres y los trece o catorce años para, en un maremagnum de griterío y disfrute sin parangón, pasar las tardes sin preocupación alguna. La plaza estaba marcada por tres árboles gigantescos, supongo que para nuestra percepción, de los que de uno colgaba un botijo que los vecinos del lugar se encargaban de llenar constantemente. Estaba colgado de forma que cualquiera de los niños mayores pudiera bajarlo para ofrecérselo a uno de los menores y sentados en los bancos los abuelos de todos hacían guardia mientras disfrutábamos de nuestros juegos sin temor alguno.

Recuerdo de aquellos años las temporadas de juegos, que no eran otra cosa que el acuerdo de jugar todos los críos con un mismo tipo de juguete a la vez. Unas veces lo hacíamos a las carreras de coches utilizando como pista una línea blanca en forma de triángulo con esquinas redondeadas que utilizábamos por tandas. Otras hacíamos estragos en las jardineras porque decidíamos que tocaba jugar con las canicas, y en concreto al guas, que no era otra cosa que jugar a colar las susodichas en un agujero excavado exprofeso para aquel día. Otros al monopatín, al fútbol y en las noches de verano con los tirachinas de pinzas de tender y gomas elásticas para matar lagartijas. Me pasaría el día contando los juegos, pero pararé aquí.

En aquellos años la verdad es que todos los vecinos conocían a todos los niños del lugar. Recuerdo que el mero echo de cambiar de calle para jugar ya era toda una odisea puesto que tanto desde los balcones como desde las sillas apostadas a las puertas de casa en que se reunían los abuelos se nos reprendía por no estar donde se suponía que debíamos estar y se nos amenazaba con decírselo a nuestros padres sin no cejábamos en el empeño de estar allí al instante. Ni qué decir tiene que hacíamos caso a la primera. Pero claro es que eran otros tiempo. Recuerdo que en aquella época antes de entrar en casa tenía que plantarme en la puerta y gritar a voz en pecho para que se me escuchase un “Ave María Purísima”, que para los efectos era el “hola” de hoy en día, y al que tenía que esperar un “Sin pecado concebida” que me permitiera cruzar el umbral de la puerta. Eran tiempos en los que cuando te cruzabas con cualquiera por la calle estabas en la obligación respetuosa de ofrecerle un “Bon día” o buenos días según quien fuese. Tiempos en los que a cualquiera que te sacara dos palmos debías llamarlo respetuosamente señor y en los que no se concebía contestación alguna a cualquier mayor que por la razón que fuese te reprendiera en la calle por algo que hubieses hecho. Años, en definitiva, en los que nos educaban no sólo padres y profesores, sino también vecinos y amigos.

Sí, recuerdo aquellos años de esplendor en los que mis hermanos y yo gozamos de una infancia perfecta, sin limitaciones y amparada en una seguridad económica que sólo una tragedia como la referida de la Pantaná podían truncar de alguna manera. Aquel día veinte de Octubre recuerdo que cogí por primera ven en mi vida a mi hermanita Mari de un año en brazos. Me sentí como el héroe de una película  protegiéndola de cualquier mal. Recuerdo asomarnos al balcón y ver pasar neveras, coches y demás objetos arrastrados por el agua calle abajo hacia nuestro colegio, Los Padres. Recuerdo el horror dibujado en las caras de los vecinos también asomados a los balcones, la desazón y el miedo reflejado en sus ojos. De la noche anterior, la del diecinueve al veinte, recuerdo angustiado el golpeteo constante de la lluvia en el tejado de casa. Para un crío como yo era como revivir el diluvio universal de las Sagradas Escrituras. Supongo que estaban igual los mayores. También recuerdo las idas y venidas de mi padre a las escaleras y ese tenebroso cantineo en que se convirtió el conteo constante del número de escalones que el agua abrazaba, dos, tres, cuatro, siete, diez…creo que llego hasta doce.

pantana82

Calle dos de Mayo tras la pantanada. Al fondo está la citada plaza del Cid y tres o cuatro casas antes de ella el número 6 que es donde yo vivía.

Cuando todo acabó salimos a la calle, no recuerdo qué día fue exactamente, pero sí recuerdo toneladas de escombros por las calles y una cola inmensa hacia unos camiones que se habían situado en nuestra placeta del Cid para repartir agua, comida y mantas para los vecinos que lo habían perdido todo. Mis padres perdieron el negocio ya que se encontraba en uno de los lugares más profundos de la ciudad y necesitaron de créditos para reflotarlo que definitivamente marcaron el resto de sus vidas. Desde aquel año he dado gracias a Dios por traer al mundo al Señor Claudio, que desde su pequeña tienda de toda la vida, fió a decenas de familias durante años pera que no pasaran hambre ninguna. Un pobre hombre que se desvivió mientras tuvo su pequeña tienda para ofrecer a sus vecinos una salida airosa y honrosa a la tragedia que un pantano les había infligido. Aún hoy de vez en cuando lo veo por la calle y me paro a hablar con él. Y siempre le he recordado el que no pasáramos hambre en aquellos años, lo mucho que mis padres han estado agradecidos a él…y porqué no decirlo, lo felices que nos hacía el que nos regalara de vez en cuando una chocolatina tan solo porque le venía en gana.

Los juegos en la plaza continuaron después de la pantaná como si ésta no hubiese ocurrido jamás. La vida siguió más ruda que antes, pero siguió que era lo importante. La comodidad de nuestras vidas se quebró. No volvimos al chiringuito de la playa a comer paella nunca más. Nuestro 1430 familiar acabó bajo el agua para los eternos y nunca más volvió a estar abarrotado el comedor en la noche de Reyes con los regalos de nuestros padres. Es más, la abuela, durante los siguientes tres años nos regaló el mismo balón amarillo de reglamento. Un balón que año tras año desaparecía a los pocos días de habernos sido regalado para volver de nuevo en esa misma noche. Hasta ahí llegó la necesidad y el ingenio de unos padres y abuelos para que las navidades, en lo posible, continuaran siendo algo bonito que nos infundiera alegría para el resto del año.

El coche a pedales de aquel año se lo llevó la riada, al tiempo que se llevaba cosas muchísimo más importantes para otras muchísimas personas. La riada, la pantanada del ochenta y dos, fue una bofetada en la cara de miles de personas que pasaron a la pobreza más absoluta y de la que pudieron reponerse gracias a las ayudas de los pueblos vecinos que mandaron camiones cargados de alimentos para aquellos seres humanos a los que una negligencia sumió en el caos y la desesperación. Y eso es lo que se recuerda en el día de hoy, la solidaridad y la ayuda que en momentos de necesidad el ser humano es capaz de prestar a desconocidos. Nuestra humanidad al fin y al cabo.

Yo crecí y me convertí en lo que ahora soy. La falta de juguetes no me hizo más desgraciado, sino que más bien me enseñó a conformarme con lo que tenía. La Pantaná del ochenta y dos convirtió parques en lodazales, negocios en ruinas financieras, alegrías en tristezas, pero también hizo una cosa buena; unió a miles de personas en la solidaridad, el compañerismo y la necesidad. Nos marcó a toda una generación. Nos hizo como somos.

Un mes llevamos a cuestas el tema éste del independentismo Catalán. Un mes en el que los discursos, lejos de aplacarse en la ira, han ido aumentando en intensidad. Un mes en el que sólo puede quedar una cosa clara, en las próximas elecciones Catalanas serán los votantes quienes den y quiten razones. Ellos, los que den cuerpo a un espíritu que renació con fuerza en la Diada y que sólo los propios Catalanes pueden detener o alentar. Cualquier resultado dará idea del pensamiento verdadero de los ciudadanos Catalanes.

12 OCTUBRE

Durante años hemos escuchado desde el resto de España que la mayoría de los Catalanes no querían la independencia. En estos días, con una Convergencia i Unió enrollada en la bandera independentista, una ERC cuasi desplazada de su lugar por la primera y un PSC condenado a la ambigüedad de su estrategia política, la voz de los ciudadanos será de verdad vinculante. Cualquier voto a estos tres partidos se podrá tomar como aceptación implícita del independentismo rupturista. Tal vez no tanto el PSC, pero creo que para una vez que el voto necesita tanto de claridad y transparencia, hay que penalizar tanta ambigüedad y el agarre a la desesperada que el partido ha protagonizado al clavo del federalismo.

Y sí, una vez el referéndum es de todas todas imposible e ilegal, bien harán los no nacionalistas en tomarse estas elecciones como un plebiscito a su Españolidad. Lo contrario, lo crean o no, supondrá aceptación de las proclamas nacionalistas.

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La verdad de RyanAir

Nada hay más indicado para rebatir una falacia que la atención pormenorizada de unos datos que nos ayuden a disipar el ruido que se genera en torno a según qué situaciones. La de la aerolínea de bajo coste que pone nombre a esta entrada es una de ellas. La cuestión es que me tope con el artículo de Josu en Malaprensa en que se hablaba de lo curioso que era que últimamente se pusiera el foco informativo en algunos incidentes de la susodicha compañía, al tiempo que se silenciaban situaciones similares en otras aerolíneas que incluso llegaron a ser más peligrosas.

Lo retuiteé y al rato me llegó una respuesta de Rafa Millán, que mediante una sencilla gráfica salida de foroaviones.com, ponía negro sobre blanco lo que en el artículo de Josu quedaba plasmado mediante la prosa.

ryanair

Yo, en este punto, me limito a publicarlo en el blog. Lo siguiente, sacar sus propias conclusiones, es ya sólo cosa suya…

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Lealtad a la ciudadanía

Tengo un buen amigo al que todo este tema de Cataluña le pone nervioso. A él lo que le preocupa no es que una parte de España pueda acabar escindiéndose, sino más bien los sentimientos que esa misma intención provocan en quienes por ley están obligados a ser garantes de la unidad nacional, los militares. Y es que a mi, aunque el día que me lo dijo lo tomé a broma, también me ponen nervioso las cosas que alteran la paz de los militares.

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Pero que me pongan nerviosas estas cosas no significa que tengan razón de ser. Yo le supongo a la institución militar algo más que el valor que ella misma presupone a sus soldados, lealtad a la ciudadanía. Y por mucho que Cataluña desee escindirse de España, por mucho que nos pueda doler esa situación, nunca podremos aceptar que nuestros propios militares se dispongan a provocar la muerte de conciudadanos en razón del sentimiento que estos pudieran albergar en sus corazones.

En realidad creo que las declaraciones de Francisco son un simple verso suelto en el poema que constituye la carrera militar. Son salidas de tono que el periodismo amarillista aprovecha para atacar a los elefantes, que desde la base de su ideología particular, les molestan en su desdeñosa labor de adoctrinamiento a sus lectores y que hacen un flaquísimo favor a la paz, la concordia y la solución de los problemas que nosotros mismos nos provocamos.

Alguno dirá que parezco un nacionalista catalán por escribir estas cosas pero se equivoca. Yo como Español estoy dispuesto a aceptar el órdago de la independencia con la esperanza de que aquellos que siempre se nos dice que no son independentistas en Cataluña despierten del letargo en el que llevan sumidos treinta años y acudan a las urnas para defender lo que desde fuera nos hemos cansado de defender, su Españolidad. Siempre escuchamos que los independentistas en Cataluña son una minoría. En las próximas elecciones sabremos si ese mantra que hasta la saciedad nos inculcan periodistas y políticos es cierto.

Y si por casualidad no lo hacen, o porque no quieren o porque no existen, deberemos aceptar que los Catalanes no quieren ser Españoles y modificar la ley para que puedan independizarse en paz y sin rencores. Las leyes no son inamovibles y están al servicio del pueblo y no al contrario. Y esa es una de las únicas máximas que todo demócrata debe recordar antes de erigirse en portavoz de sus conciudadanos.

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Independencia

En un mundo ideal, el propio de los mundos de Disney, las utopías, o las mejores de las intenciones habidas y por haber, lo ocurrido ayer en Barcelona debería significar algo más que una algarabía para los políticos. Una manifestación tan efusiva, pacífica y festiva como aquella, construida sobre una pancarta con un lema tan claro que imposibilita cualquier intento de manipulación político-léxica, no puede quedar reducido a la nada de un día para otro.

Manifestacion-independencia-dia-Calatuna

En definitiva, lo que quiero decir en este comienzo es que se equivocan quienes pretenden hacer una lectura apartada del independentismo. Los que ayer fueron a la manifestación no estaban pidiendo un concierto económico como el Vasco, sino más bien como el propio Español, Francés o Alemán. Pedían independencia. Y eso señores no se logra apaciguar con sermones de la montaña que confundan a la plebe, sino con información y libertad de elección. A todo cerdo le llega su San Martín. Tal vez ayer fuera el día en que finalmente el independentismo se hizo de verdad una opción política. Sin ambigüedades. Sin medias tintas.

¿Y saben lo mejor? Estoy a favor de que se pregunte sobre la independencia de Cataluña. Puede que muchos Catalanes, y políticos de ambos lados por supuesto, se sorprendieran de la cantidad de ciudadanos que desde fuera de Cataluña abogamos por una independencia que nos libere al resto de ciudadanos de la cadena al cuello en que se han convertido todas y cada una de las aspiraciones soberanistas de aquella región.

Imaginen un gobierno Español liberado de las cadenas regionalistas que hacen imposible el cumplimiento de su propio programa electoral por estar supeditado a las aspiraciones de partidos que ponen precio a cada voto. Imaginen la tranquilidad de saber que su voto no se convertirá en algo ajeno a ustedes cuando éste deba ser ponderado por quienes sencillamente no desean ser partícipes de la realidad que viven. Yo reconozco el error de haber escrito aquí muchas veces del nacionalismo en un tono visceral que cargaba de veneno cada una de las sílabas. Ellas, mis palabras, han contribuido a crear un caldo de cultivo que se ha convertido en un ansia independentista que ha culminado en lo de ayer. Siempre dijeron que el odio no engendra más que otro odio. Yo lo olvidé.

Hoy quiero ser de los que ayuden a mejorar el ambiente, que no a cambiarlo. Hoy les deseo la independencia. Es más, les profeso amistad, cariño y el respeto que merecen. Escíndanse de España y yo seré de los primeros que les ayude a encontrar su sitio en el mundo. Les aseguro que no será complicado. Siendo como es que Europa se dirige inexorablemente a una unión más fuerte y menos plurinacional que la que ahora existe, la pelea por mantener unas fronteras con fecha de caducidad se me antoja, cuanto menos, una niñería.

Si somos realmente demócratas deberemos reconocer el hecho de que en Cataluña hay una mayoría suficientemente elevada como para que se haga necesario hacer la dichosa pregunta. Y no caben interpretaciones interesadas. Lo de ayer es lo que es. Lo demás no es más que lo que se desearía que fuera. En democracia se pregunta y la hora de hacerlo ha llegado.

Verán, lo del vídeo de la concejala de esta semana ha dejado muy claro el déficit intelectual del que hace gala el cibermundo ciudadano. Muchos de los que hablan del dichoso vídeo seguramente no lo habrán llegado a ver, pero sí es cierto que de los que lo han visto, al menos el noventa y nueve por ciento son de esos que habitan este mundo paralelo de la Red.

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¿Y saben quienes habitan por aquí? Exacto. Los que se llenan la boca con derechos civiles, respeto ciudadano y demás zarandajas que sólo sirven para construir discursos vacíos de ideas que a duras penas consiguen llevar a término. Son esos y no quienes viven ajenos a este mundillo, los que han promovido su difusión y la vejación a la imagen de dicha señora con sus comentarios, sornas y cachondeos.

Es cierto que no fueron  ellos los que se fueron a la puerta del pleno a llamar ‘puta’ a la pobre mujer, pero sí quienes con sus trending topics y demás publicaciones en las redes sociales, auspiciaron que los medios de comunicación tradicionales, contagiados desde hace un tiempo por el virus del duspontecerismo desaforado, pusieran sus focos en ello haciendo que éstos, los vecinos que nada saben de internet y demás, salieran a la calle con su mente eminentemente paleta para insultar a una mujer, a la que sencillamente, le ocurrió lo que a cualquiera de nosotros nos podría pasar en un momento dado.

Ustedes, ciudadanos del cibermundo, son en primera instancia los primeros paletos del mundo que los rodea. Ustedes, los que promovieron su difusión, son los que al momento de mofarse de la dichosa situación de la mujer, se pusieron el traje de faena para volver a defender los mismos derechos sociales que hacía unos instantes se pasaron por el arco del triunfo.

Recuerdo cuando se dio a conocer la noticia del fuego que asoló Valencia al principio del verano. Recuerdo las acusaciones de falta de medios que se hicieron en los telediarios. Recuerdo las falacias que se proclamaron en contra de un gobierno autonómico que hizo todo cuanto estuvo en su mano para atajar el fuego. Y recuerdo, sobre todas las cosas, el cariz político que todo ello tuvo en las informaciones que se dieron a partir de ellos.

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Y ahora veo muchos más incendios, incluido aquel de Gerona, que además de daños materiales causan otros personales, y que sin embargo adolecen del cariz político-acusatorio del que fueron característicos los Valencianos. Los veo y no me canso de preguntarme hasta qué punto los ciudadanos, incluidos los que se creen mejor informados que los demás por pertenecer al mundillo dospuntocerista, son capaces de ignorar la necesidad de cuestionarse algunas cosas. Por ejemplo el porqué habría que aceptar en un mismo medio la disparidad a la hora de afrontar un tipo de suceso dependiendo de quien fuera el perjudicado.

Ya saben, para algunos, muchos en realidad, uno por haber votado lo que votó no tiene derecho ni a respirar. Pero verán. Yo me pregunto muchas cosas. Muchas. Y con cada una que consigo responderme adquiero un tanto de capacidad de raciocinio suficiente para permitirme estar por encima de, al menos, todos los que ni siquiera consideran la posibilidad de hacerse esas mismas preguntas. Uno se podrá equivocar votando, pero sepan que es mayor el error de quienes deciden que la opinión mascada y las respuestas preconcebidas son mejores que aquellas que se consiguen a través de una sencilla pregunta a uno mismo.

Háganlo. verán como no todo lo que creen es tan cierto como piensan.

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El derecho es nuestro

Nosotros, como simples ciudadanos, estamos suficientemente capacitados para decidir airear lo que pensamos sin mordernos la lengua corriendo el riesgo de equivocarnos. Nosotros, los usuarios, los ciudadanos, estamos en nuestro derecho a no leer el BOE, o cualquiera que sea el medio con el que el estado decida dar a conocer las subvenciones que otorga, y aún así ponernos a vomitar sobre ello aun a riesgo de cometer el error de fallar en nuestras aseveraciones. Nosotros, los que no ganamos nada, los que digamos lo que digamos no estamos capacitados para mover ni un milímetro la intención de voto que tanto preocupa a los políticos que manejan nuestros dineros, podemos permitirnos el lujo de equivocarnos a sabiendas de que aunque ello ocurra nada salvo nuestra ya de por sí escasa credibilidad se pondrá en duda. Pero claro, eso lo podemos hacer nosotros, pero los políticos que tanto alardean de rigor, conocimiento y demás lindezas…

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Políticos que opinan a sabiendas de que lo que dicen es falso. Políticos que aseveran falsedades pese a tener todos los datos que rebaten sus afirmaciones delante de la cara. Políticos que piensan que una nota de disculpa bañada en el victimismo más puro que jamás haya leído, bastan para pedir el olvido de un error garrafal que, como mínimo, los cuestiona en algo tan básico como la comprensión lectora. Políticos, que infectados del virus de la inmediatez dospuntocerista, no dudan en publicar acusaciones infundadas y montar comunicados incendiarios para satisfacer el ego cibernauta de quien no es más que eso, un sencillo político igual a aquellos a los que acusa de corrupción.

Tecnología: De primeras un político recibe tecnología, la que sea necesaria para estar siempre conectado; un iPhone 4S, un iPad, un despacho, un PC para éste, un modem 3G, una tarifa de voz y datos infinitas para aprovechar al máximo los cacharritos anteriores y un ADSL en casa pagado para poder conectarse aún cuando no esté en el Congreso. Y si es del PP o del PSOE un asistente por cada dos diputados y si lo es de cualquier otro uno para cada uno.

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Movilidad: Si el Diputado en cuestión decide utilizar su propio coche para ir a trabajar se le abonarán 0’25€/km (25€/100km) con los peajes pagados. Si no quiere un coche oficial o no lo tiene asignado o no quiere utilizar su propio vehículo su señoría dispondrá de 3000€ anuales para taxis (250€/mes) (Nota mental: recordemos la  hipocresía de aquel Presidente Cántabro que alardeaba de no utilizar un vehículo del estado mientras se callaba el que el gasto del taxi lo continuábamos pagando todos los Españolitos de a pie…). Y billetes de primera clase para avión tren y barco.

Sueldo: El salario base de cualquier Diputado es de 3126,52€/mes y dos pagas extra. Si se forma parte de un comisión las extras varían entre los 775’15€/mes de las más barata a los 1590’34€/mes de la más rentable. Si se tiene algún cargo adicional como por ejemplo portavoz, secretario, etc…se suman otros 2318’96€/mes al jornal. Además, para fomentar la mantención de un nivel de bienestar digno, el diputado puede trabajar y ostentar cargos directivos fuera del Congreso sin perjuicio de sus sueldos anteriormente mentados o en detrimento de las posibles ayudas de las que pudiera estar siendo beneficiario. Si además ostenta algún cargo en tu partido que le acredite para cobrar un sueldo de éste lo podrá tener sin ningún problema y sin penalización alguna.

Ayudas: Si se es elegido fuera de Madrid, por ejemplo un Diputado que se presento por Valencia, se reciben 1823’86€/mes para alojamiento y manutención. Si se fue elegido en Madrid se reciben 870’56€/mes más alojamiento y manutención. Si se viaja por dentro de España para desempeñar las funciones características del cargo que se ostenta, se recibirán 120€ diarios de dieta. Si el viaje se hace fuera de España pasarán a ser 150€ diarios.

Beneficios fiscales: Las dietas anteriormente descritas para transporte, alojamiento y manutención no tributan en el fisco. Tampoco los sueldos relacionados con el Congreso tributan a Hacienda. Además, si se deja de ser Diputado se percibirá una paga mensual de 2813’87€/mes de hasta dos años de duración sin importar que se pueda tener un sueldo también en el sector privado.

Si se disuelven las Cortes para elecciones: Se tiene derecho a una indemnización consistente en el sueldo de los días transcurridos hasta que se ha formado el nuevo Congreso (suelen ser dos meses) independientemente de que vuelvas o no a él. Durante el tiempo en que el Congreso está disuelto es éste el encargado de pagar las cuotas a la SS, al derecho pasivo y otras lindezas. Durante ese tiempo se mantendrá la póliza contra accidentes de la que se es beneficiario, se seguirán pagando los gastos del DSL y las tarifas de voz y datos. Por cierto, si al final cuando se constituya el nuevo Congreso el Diputado necesita vaciar su despacho por mudanza, ésta correrá también a cargo del Congreso.

Jubilación: Si se tienen 55 años y se ha sido once años Diputado se cobrará el 100% de la pensión máxima (2466’20€/mes). Si se fue diputado entre nueve y once años la pensión será del 90% de lo anterior. Entre siete y nueve del 80%. Si además durante su vida laboral ofreció el 10% de su salario base tendrá derecho a una pensión privada a cargo del BBVA.

Vía el faro de Cantabria.

Es tremendamente desalentador remitirse a las hemerotecas para cerciorarse de la coherencia de los ciudadanos y advertir desolado que para algunos los principios de los que alardean son sólo un arma más que utilizar para destruir a sus enemigos políticos. No obstante, debemos recordarnos que no son ellos, los ciudadanos, los culpables de tales cambios de principios, sino de los medios que los informan a diario. O tal vez sí lo sean por su cabezonería al no plantearse si quiera la hipótesis de que su medio de cabecera sencillamente puede que les mienta, manipule y dirija con el único fin de servir a un partido político. No hay más que ver las reacciones de éstos a las palabras de Obama referentes a una posible intervención en Siria y compararlas con la campaña que se organizó con lo que Irak supuso para su antecesor en el poder.

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Supongo que algo de culpa en la paja mental ciudadana tendrá el que los medios, en su interminable batalla por mantener pulcras sus líneas editoriales, acaben sucumbiendo a la contradicción cuando la conciencia les gana la batalla. En esas ocasiones les salen artículos publicados que parecen más granos en el culo que otra cosa. Un ejemplo es el ABC, que un día decidió publicar uno denunciando que los Kurdos, al fin y al cabo, no fueron gaseados a propósito por Saddam Husein y que fueron víctimas colaterales de una guerra que por aquel entonces abría todos los informativos. Esas ocasiones son fugaces a la vista del ciudadano y como no se expanden en el tiempo, sino que limitan su vida a uno o dos artículos como mucho, acaban siendo desechadas por la memoria selectiva, en un acto sublime de auto-convencimiento de la verdad declarada como cierta por el mismo periódico. Ese tipo de sesgo que permite al ciudadano que necesita de titulares claros para no leer contenidos, el formarse opiniones sin necesidad de profundizar en lo opinado para intentar aleccionar a sus familiares y amigos.

Los Sirios están siendo masacrados. Los Kurdos también lo fueron en su momento. Y sin embargo quienes hoy defienden una acción militar se obcecan en negar ese símil para salvaguardar en lo posible todos los despropósitos que fueron capaces de soltar por esa boca que ayer se llenaba de palabras como paz y libertad y hoy de guerra y negación del perdón. Evidentemente, como en aquel entonces, servidor se siente en la obligación de apoyar una acción militar. Pero me sorprende lo que algunos dicen hoy pudiendo como se puede acudir a las hemerotecas para ver lo que dijeron ayer. Y de eso no tienen culpa los medios o los periodistas…

¿Saben? De vez en cuando es sano pasarse un rato leyendo los comentarios que los ciudadanos dejan en según que noticias. En este caso ha sido en la que habla de la sustituta de Ana Pastor a los mandos de ‘los desayunos de La 1’. Mientras uno lee lo escrito por aquellos lares, tiene la oportunidad de reafirmarse en sus convicciones.

Ver a los que dicen defender el pluralismo atacar, ningunear y despreciar a según qué personajes porque no los han nombrado ellos y argumentar con ello el supuesto sectarismo que rezuman los referidos no tiene precio.

Pocas cosas hay más dañinas para la fiesta de los toros que verse relacionada con tradiciones anárquicas que alejan a la afición del arte que el torero representa. Tal vez por eso, el paso al frente que la comisión taurina de Algemesí ha dado al plantearse de forma seria la supresión de las becerradas cadafaleras, signifique algo más que una simple bocanada de aire fresco para una afición que dista y mucho de decaer en esta ciudad.

BECERRADAS

La fiesta de los toros está obligada a desmarcarse de cualquier actividad que prescinda del toreo profesional. Cualquier paso que ofrezca a los aficionados la posibilidad de plantarse en medio de una plaza repleta de gente para someter al toro a una muerte indigna debe ser reducida a la mínima expresión. El toreo es un arte, una tradición señorial que no necesita al enemigo en casa.

Buen paso de la comisión si se concreta en la supresión de las becerradas. Esperemos que esta vez sí se lleve a cabo el salvamento de la fiesta taurina de Algemesí de las airadas manos de los radicales anti-taurinos que, en los últimos años, se empeñan en reunirse detrás de mi casa para, siendo quince o veinte, arrogarse la voz de un pueblo que les da la espalda y pedir la supresión total de una fiesta que dista y mucho de vislumbrar su fin en ésta bella ciudad de La Ribera.

Pd: Tacho lo anterior porque es cierto que nadie que decide protestar pacíficamente contra algo puede ser tachado de radical. Lo dice Anónimo en el primer comentario y lo reconozco como error propio.

Se podría decir que la llegada de la vida dospuntocerista se acabará convirtiendo en la chispa que incendiará la sociedad en que vivimos. La velocidad a la que se vive en ambas no es la misma y cuantos más ciudadanos se avienen a vivir en ambas dos, más complicado se hace entender porqué los errores se alargan en el tiempo. Claro está, a no ser que comprendamos que la capacidad de respuesta que se tiene en la red no podrá ser nunca la misma que en la vida real.

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La rapidez con que las noticias o los posicionamientos de millones de ciudadanos corren por la red, aún con la evidente incapacidad que se tiene para que sean contrastadas o mesuradas con las almohadas, es tan endiabladamente insuperable que se hace imposible para las mastodónticas instituciones dar una respuesta eficaz que se avenga a la altura de las expectativas de sus ciudadanos.

Para cuando un gobierno cualquiera consigue colocarse al micrófono en una rueda de prensa, miles de hasgtags, páginas en redes sociales y artículos de blogs han sido ya colgados en la red para canalizar varios estados de opinión. Hoy en día las instituciones ya no tienen la ventaja que supone el conocimiento de la información y el control sobre ésta, por tanto se ven abocadas a soportar el oleaje de las tormentas artificiales que se generan alrededor de cualquier de ellas esperando que la repercusión de las mismas no pasen a un nivel que les pueda perjudicar de cara a sus ciudadanos.

Ejemplos de diferencias entre la velocidad de la vida real y la de la red hay miles. Siria y las resoluciones de la ONU que se alargan en el tiempo, o las constantes llamadas del Ministro de Economía reclamando una decisión del BCE para la compra de una deuda que nunca llega, son no más que dos ejemplos que dejan constancia de ello.

No se en qué punto se encontrará la medida justa para que las dos vidas puedan coexistir en paz, pero lo que sí se es que tal como vamos ahora el futuro que le auguro al mundo que conocemos es negro. La sociedad debe comprender que la política no se puede hacer a golpe de tuit. Pero los políticos deben reconocer que sus decisiones deben adquirir un dinamismo, del cual hoy adolecen, que consiga hacerlas efectivas y acordes a las posibilidades que hoy en día la tecnología nos ofrece.

Lo primero es sencillo, los ciudadanos no son imbéciles. Lo segundo, por lo que supone de recorte de poder que ellos significaría para ellos, lo veo más, mucho más complicado.

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Datos y deporte

Datos. Muchas veces nos permiten acercarnos a la realidad que nos rodea. Otras, como ésta, nos dejan vislumbrar lo lejos que estamos de vivir en ella. Son cifras, conocimientos, curiosidades que en demasiadas ocasiones obviamos. Son el reflejo de la verdad del deporte Español. Ese de las medallas, los campeonatos y el anonimato más aborrecible que es capaz de concebir la mente humana.

Obviamente con cada victoria de uno de nuestros atletas disfrutamos de un trocito de ese nirvana que debería estar reservado para ellos. Y aún así, ellos lo comparten con nosotros y nos lo ofrecen en agradecimiento a un supuesto apoyo que, supongo, únicamente ellos fueron capaces de atisbar desde la línea de salida. Un espejismo, diría yo, que tenía como realidad la imagen de millones de posaderas aposentadas en sus sillones mientras minutos antes se mofaban de ellos. La España del baloncesto y el fútbol.

Hablar de datos y no darlos es algo que no podemos permitirnos en este post.

Por ejemplo, la luchadora Maider Unda, medalla de bronce de estos Juegos Olímpicos, es pastora. Así sin más, ordeñadora de ovejas. Y aún así, aún sufriendo de la invisibilidad de la que antes hablaba durante cuatro duros años, se siente en la pueril obligación de aceptar unas entrevistas que ayer le negaron y de las que podría haber dependido el conseguir mejores patrocinadores que le permitieran dedicarse mejor y durante más tiempo a su deporte.

También está Ángela Pumariega, regatista que entró en la tripulación de la clase Elliott 6m del equipo Olímpico a condición de que engordara unos kilos para poder ser útil al foque y la proa. Lo hizo y ahora son Oro. O Silvia Navarro, portera de la selección del balonmano, que ante la insistencia de una fan por conocerla se pregunta desconcertada “¿A mi, quien quiere conocerme a mi?”. Han sido Bronce.

Hay muchos más datos, curiosidades, verdades aplastantes plasmadas en el artículo del Jot Down de Pedro Torrijos. Realidades que no vemos pero que nos aportan una pequeña luz que nos señala la realidad en que vivimos. Son datos, pero datos que humanizan el deporte y deploran a una afición que tan sólo surge cuando llegan las victorias.

Hay veces en las que servidor no puede más que asombrarse ante el cinismo que muestran algunos al escribir sus posts. Ciudadanos que ponen el grito en el cielo ante una decisión política, al tiempo que olvidan que hace unos años aplaudieron sin reservas otras similares aún cuando ambas eran injustas. Quizás si esas denuncias se hubiesen dado en ambos casos y no sólo en unos pudieran tener la razón que yo mismo no les niego, pero siendo como es que no…

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Al mismo tiempo uno se asombra también de la sorpresa que se refleja en la cara de algunos cuando Soledad Becerril los acusa de violencia machista en un ataque a un supermercado. Uno ve lo sencillo que es acusar a algunos de eso, y lo complicado de hacerlo hacia otros. Cambia las siglas del partido del acusado por la del PP o cualquier otra conservadora y de pronto atisba la urgencia con la que muchos son capaces de sumarse a la misma sin dudarlo. Alcalde de Valladolid es suficiente pista para que me entiendan. Sin duda, ninguna de las dos acciones son defendibles, pero es a las reacciones que las mismas suscitan a lo que me remito y las que me producen la sorpresa.

Tal vez si muchas de las reivindicaciones que hoy hacen suyas algunos no olieran tanto a oportunismo, pudieran ser compartidas por servidor de ustedes. Pero viendo cómo están las cosas, leyendo lo que se lee y asombrándome ante lo denunciado, poco o nada me creo de lo que hoy en día muchos defienden como justo.

Es como lo de los periódicos de la señora Artal en su post, o la reacción de uno de sus comentaristas ante el electorado que al parecer lo rodea:

Los votantes españoles son, en un porcentaje muy elevado, analfabetos funcionales

Asombroso sin más. Más cuando uno recuerda que el día que ganó Zapatero se decía que el electorado era inteligente, o aquello de que el votante medio es de izquierdas…y lo decían los mismos que hoy los acusan de borregos. En fin.

Han despedido a Ana Pastor de TVE y la comunidad dospuntocerista, esa del ‘hasgtag’, el ‘megusta’ y la pantomima, ha puesto el grito en el cielo. Parecerá hipócrita por mi parte, pero me hubiese gustado que todos esos que hoy alzan sus voces para criticar al gobierno por dicha decisión, se hubieren mostrado igual de diligentes para criticar el despido masivo que millones de ciudadanos sufrieron hace tan solo unos meses atrás, cuando aún gobernaban otros.

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Quizás se hayan olvidado, pero no llegamos a los seis millones de parados de un día para otro. Si no recuerdo mal esto viene de más lejos, unos cuatro o cinco años. Cierto, por aquella época no había crisis, sino desaceleración económica. Y cierto también, los despidos los ejecutaban los empresarios, no el gobierno. Apuntémoslo en un posit en la pantalla del ordenador para tenerlo presente cuando se nos ocurra discernir sobre los culpables de tanto despido.

A lo que iba. Yo aún recuerdo la juerga con que se dio la bienvenida  a los despidos de los periodistas que salieron por la puerta de atrás de dicha casa con la llegada del anterior gobierno. Entonces los despedidos eran sectarios para unos, justos y necesarios para la salud democrática para otros. Hoy, desde la perspectiva que ofrece el prisma bipartidista en el que observamos la actualidad informativa en este país, la discusión es la misma. Se van unos sectarios para unos y unos periodistas ejemplares para otros. Y siendo así, acabamos por solidarizarnos con ciudadanos que pierden su empleo sí, pero que distan y mucho de disponerse a sufrir, como los anteriores millones de ciudadanos ya en paro, de los inconvenientes de la crisis que por estos lares nos destroza.

Créanme. Me cansan con sus conjuras, sus pantomimas y sus llamadas a la revolución por algo que todos los gobiernos hacen cuando sientan sus posaderas en la poltrona de la Moncloa. Solidarícense con su vecino en paro. Ayuden a quienes fueron despedidos porque sobraban, como dice Marcelino.

Ustedes se desgañitan por una nueva parada que no pasará ni por la oficina del INEM. Otros nos preguntamos donde estaban ustedes cuando despidieron a todos los demás.

AlexandreHola cariño, te escribo estas líneas para darte la bienvenida a éste extraño mundo en el que vivirás una larga, próspera y satisfactoria vida. De momento la mera existencia de tu persona ya le ha dado sentido a las de tu madre y mía. Somos una familia completa, aunque aún muevas erráticamente tu cabeza como en un intento de auto-desnucamiento asesino. 

Tendrías que haberme visto contando las caquitas que hacías al día para decírselo a las enfermeras del hospital. La sonrisa en mi semblante cuando ello me obligaba a limpiarte el culito. La sarta de preguntas tontas con que bombardee a las enfermeras cada vez que vinieron a curar a tu madre…y la cara de alivio que pusieron cuando a los tres nos dieron el alta (Sí a mi también me la dieron para que me quedara a gusto). Tu madre te contará algún día no se qué tontería sobre un baño y un cable….no le hagas caso, seguramente será que aquel día tuvo un delirio…

Eres tan delicado estos días, tan poquita cosa. Nos tendrías que haber visto el primer día cómo te mirábamos con miedo a que te rompieras. Y sin embargo, en el momento en que fue necesario que te rescatara de aquel caparazón protector que era tu cuna, aquellas temerosas manos se convirtieron en firmes lianas que te sujetaron a la vida. Desde ese momento supiste reconocer mi olor. Y te digo una cosa, lo aprendiste muy rápido; si te cogía yo era momento de dormir, si lo hacía tu madre de comer…así de mecánico.

No me ves aún. Para ti el mundo todavía es un lugar lleno de sombras que te pasan por delante de la cara. Hijo mío déjame que te aclare una cosa; la mayoría de esas sombras que ves son tus manos y las otras las cabezas de familiares y padres que se asoman a la cuna para verte enfurruñado, que al parecer, es tu estado de ánimo habitual cuando estás despierto. Pero cuando duermes, cuando duermes conviertes tu cara en el fiel reflejo de cómo debería ser un angelito del cielo, bello, inocente y hermoso hasta decir basta, hasta encoger nuestro corazón de padres. Para que me entiendas, ni tus caquitas huelen para nosotros…

Te doy la bienvenida a un mundo en el que por encima de todo espero que seas buena persona. Tu familia te lo agradecerá, entre otras cosas, porque no hay nada que sea mejor bienvenido en la vida de nadie que la presencia de un ser humano que destaque por esa cualidad. Si eres bueno, atento y vacío de maldad, las oportunidades en la vida se abrirán paso a tu encuentro y disfrutarás de una vida plena y satisfactoria que tu madre y yo podremos vivir a través de ti.

Eres lo mejor que nos ha pasado y por eso te escribo estas líneas, para que todo el mundo sepa que no hay padres más felices que los que se hacen llamar, de ahora en adelante, papá y mamá. Has cambiado nuestras vidas, te has convertido en el corazoncito compartido de tu madre y mío. Eres, por encima de todas las cosas, el centro de nuestro recién descubierto universo particular.

El amigo Marcelino escribió el otro día un post sencillo y directo refiriéndose exclusivamente a la primera parte de este mismo artículo. Como no podía ser de otra forma os pongo el vínculo para que lo visitéis y le deis una ojeada a ese mismo post. No tardaréis más de tres o cuatro segundos en hacerlo…os espero aquí…

¿Ya estáis aquí? Bien…

El caso es que muchos de los que habréis visitado el blog de Marcelino os estaréis diciendo que eso, lo leído allí, no es más que una obviedad. Una infantil forma de ofrecer un post directo y más que mascado por estos lares. Pero el caso es que si miramos más adentro, en el fondo de la cuestión, en el interior del consejo mismo que acabamos de leer, y lo captado lo aplicamos a los blogs y revistas que solemos leer a diario, nos encontraremos con una idea que emerge y le da sentido a tan sencilla afirmación que nos dejará en la mente un poso convertido en sabio consejo; además de leer lo que hay que hacer es discriminar en nuestras lecturas.

Verán, uno puede decidir escribir simplemente lo que piensa, o decidirse por algo un tanto más complicado estructurándolo para conseguir que su lectura se convierta en un mecano léxico que facilite al lector sumergirse en la lectura atrapándolo en el momento. Eso, amigos míos, no está al alcance de muchos. Y para ser sinceros, de entre todos los blogs que suelo leer, ni hay ni uno que cumpla a la perfección con dicha regla. No se olviden que hablamos de cual se merecería pagar por leerlo, no de cual es bueno o malo, así que no se me enfaden y sigan leyendo…

¿Y cómo saber que un blog es digno de tal distinción? Bien, para ello podemos hacernos la pregunta que el otro día se hizo Javier Pastor en su blog y que se refería a si habría futuro para los contenidos on-line de pago en el sector de los blogs. Los resultados fueron aplastantemente favorables a los contenidos gratuitos, pero de entre todos los datos emergió a la superficie uno que me hizo pensar en escribir este post; un 22% de los encuestados estaría dispuesto a pagar entre cinco y diez euros al año por suscribirse a su blog preferido.

Y la pregunta final sería…¿para qué tipo de blog estarías tú dispuesto a destinar esos dineros? En mi caso evidentemente estarían destinados a un blog que me contara cosas y que escribiera posts más o menos como los artículos que se pueden leer en Jot Down. Claro pensarán algunos de ustedes, eso es poner el listón muy alto…pero yo les digo…¿y no lo es pensar por cobrar por algo que se escribe en diez minutos?

Yo en la encuesta vote por los cinco euros. Destinar esos dineros en sí mismo es un sacrificio pueril si tenemos en cuenta lo barata que nos saldría la suscripción, pero después, pensándolo un poco mejor y haciendo un analítico repaso a mi google reader, descubrí atormentado que aunque quisiera hacerlo ninguno de los blogs a los que era asiduo merecería dicho desembolso. Y no porque no escriban bien o no me guste lo que hacen con sus blogs, sino más bien porque al final de un año en un blog se mezclan buenos y magníficos posts con facilones artículos que rebajan la calidad del feed hasta convertirlo en un sencillo pasatiempo.

Y si miramos detenidamente a aquellos que podrían llamarse profesionales y los analizamos de forma crítica para poder hundirlos sin piedad, observamos sorprendidos que tampoco pasarían el examen. Un ejemplo claro serían todos aquellos que aspiran a convertirse en medios de información. Aquellos que opinan sin descanso. Los mismos que comparados con el feed de las agencias de prensa no pasan de parecer un simple eco de las mismas.

¿Pagaríamos por algo que ya es gratuito? Yo creo que no. Supongo que la forma más sencilla de hacerse una idea de cuan bueno es el blog en el que pensamos y las posibilidades que tendría el mismo de beneficiarse de esa suscripción que sobrevuela angustiada éste post, estaría en ver en un año cuántos de los posts dejaríamos de leer con tan solo vislumbrar el título. Sorprendentemente podríamos asegurar, al menos en mi caso, que la gran mayoría de los posts que se escriben en mi Reader no consiguen aplacar mi necesidad de marcar en la casilla ‘marcar todos los artículos como leídos’.

Creo sinceramente que los contenidos en los blogs sí podrían estar sujetos a una especie de suscripción pagada. Pero para hacerlo los autores de los mismos deberían saber que sus contenidos no podrían nunca ser creados en diez o doce minutos, como este post, sino que necesitarían de una documentación, esmero y cuidado extenuantes para aquellos que como yo carecieran de vocabulario, ganas y gusto suficientes.

Y esa es mi opinión…¿cual es la suya?

…de lo que te digan la mitad, y de eso la tercera parte será cierto…

No es suficiente con escuchar este tipo de consejos millones de veces. Ni siquiera lo es haber sido de los que en un momento dado se han atrevido a darlos a terceros. Basta con que la ceguera haga acto de presencia en tus pupilas, para de golpe y porrazo pasar a convertirte en uno de esos pobres diablos que patalean al aire atormentados por la tomadura de pelo de la que acaban de ser víctimas.

Y me rio. Y lo hago porque yo, el que tantas veces se atreve a dar lecciones a otros, escribió el post más equivocado de la historia de los posts en esta misma bitácora y se quedó más ancho largo. ¿No recuerdan cual? Yo se lo digo; Francisco Camps, el político más limpio. Lo se, no hace falta que hagan sangre conmigo ahora, aquel día me cubrí de gloria yo solito.

Un año y pico más tarde estamos intervenidos y se nos dedican artículos desde el New York Times. Visto todo desde la perspectiva de un foráneo que vive alejado de cualquier tic ideológico que pueda comprometer su raciocinio, se estampa en su retina una imagen putrefacta de una CCAA con potencial que acabó convirtiéndose en uno más de los diecisiete cortijos con los que se conforma esa extraña nación llamada España.

Y a eso añádanle las otras grandes equivocaciones llamadas Montoros y Marianos varios. De verdad se lo digo; si hubiese querido que me subieran los impuestos, si de esa elección hubiese dependido mi voto, les puedo decir sin vergüenza que éste nunca hubiese acabado donde acabó. Prefiero Socialistas subiendo impuestos antes que Peperos haciéndolo mientras me recortan derechos sociales a la gana y sin vergüenza.

Pero a lo hecho pecho, que es otro dicho. Votamos PP y ahora tenemos lo que nos merecemos, que es poco menos que lo que deberíamos estar sufriendo por haber caído por enésima vez en la trampa política que reza que hay que elegir el mal menos. No señores, hay que elegir ningún mal, que es lo saludable y bueno.

Nunca antes me había sentido más engañado que estos días. Y por eso creo que Alex no nace. Ve lo que hay por aquí y se lo piensa dos veces. Asoma la cabeza y vislumbra a Montoro dando cuenta de otro recorte, a Mariano evadiéndose de dar explicaciones y a Soraya justificando las decisiones del Consejo de Ministros, mientras los Rubalcabas y demás gentecilla del Congreso se congregan para patalear cínicamente al aire tomándonos por imbéciles, y el pobrecillo se caga en los pantalones que aún no lleva y recula atemorizado porque no sea que se le ocurra salir y le toque pagar un peaje de nuevo cuño destinado a financiar los millonarios sueldos de la gentuza ésta que tan poco se los merece…

Al final, como ven, los culpables de que lleve una semana con déficit de sueño aún cuando el niño no ha decidido nacer, van a ser los mismos que me roban la cartera a diario mientras me piden que los defienda de los sujetos que los martirizan desde el otro lado de la bancada. Ninguno de ellos me devolverá el sueño perdido esta semana. Pero lo que me escuece, lo que me indigna, es que tampoco nos devolverán todos los dineros que se han ganado a nuestra costa…

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Que se jodan

Uno escucha toda la semana esa frase y no puede más que cabrearse con la política que la hace suya. Después, se acuerda que aquí cada uno suelta su improperio cuando le toca y la víscera se le diluye entre el cansancio y el aburrimiento. Recuerda los insultos, las mentiras y las pajas mentales que pretenden provocar entre los ciudadanos quienes se arrogan su voto y acaba buscando un billete de avión con el que acabar huyendo de este país de salva patrias varios. Más tarde, cuando uno atina a comprender que la página de Iberia no funciona correctamente por una huelga de no se sabe qué sector de la empresa, acepta que la huida no es posible y se reconcilia con la sociedad mediante la lectura de un artículo sublime, y sencillo todo hay que decirlo, en el magazine Jot Down Spain; Que se jodan.

Por momentos, al menos al principio, el decaimiento se abate sobre uno de nuevo. Pero conforme van cayendo los renglones del texto, uno atisba en lontananza una especie de sabiduría ancestral que viene a decirle algo así como que todo fue sencillo desde el principio. Que se jodan. Al parecer esa fue siempre la regla de oro de la humanidad, joder. A los demás preferiblemente, pero joder al fin y al cabo. Así que poco a poco uno va recuperando la compostura y decide darle otra oportunidad a la civilización. Ya saben, la confianza en la humanidad y esas cosas. Y justo cuando está a punto de conseguirlo, lee otra de esas realidades sociales de las que estamos rodeados y cae sin remedio de nuevo en el pesimismo.

Diez minutos de insulto, en realidad un solo tuit, y cuenta cerrada. Así, sin más. Sin denuncia. Sin reparos. Sin explicaciones. Con el mayor de los papeles de fumar para cogérsela. Y otros gastando tanto tiempo para denunciar abusos en la red, pudiendo haberlo hecho de una forma tan sencilla y rápida. Cuan complicado es a veces acertar el camino a seguir para hacer el bien. Y lo rápido que uno acierta a la hora de elegirlo para hacer lo contrario. Uno continúa leyendo los artículos y advierte varas de medir. Varias. Muchas en realidad, tantas como usuarios o ciudadanos. Una diputada no puede decir “que se jodan”, sin embargo los ciudadanos sí pueden perseguir a otra por la acera en manada, en jauría más bien, como un bestiario universal con los colmillos al viento y las babas cayéndoles por las comisuras de los labios. Sí dos varas ya son demasiadas para una democracia, tener a la vista tantas como pares de manos sea uno capaz de atisbar es el acabose.

Y vuelve a sucumbir al desánimo. Escucha las noticias y sucumbe. Lee periódicos y más de lo mismo. Atiende a las Redes Sociales y se ahoga en la víscera que últimamente lo inunda todo. Así que se acaba por buscar nuevas lecturas. Y no se encuentran. Es como si se las hubiese tragado la tierra. Están desaparecidas. Como si sobre la humanidad hubiere caído una maldición que nos bañara en odio y rabia. De los míos o contra nosotros. Hablando por uno en nombre de no se sabe quienes, algunos se erigen en altavoces de la voz del pueblo. Antaño por estos lares a eso se los llamó gurúes. Hoy son simplemente portavoces de movimientos ciudadanos. Y las palmas de las manos vuelven a moverse espasmódicamente al viento, mientras los que están por las últimas filas no saben lo que están aceptando debido a la lejanía de sus interlocutores.

Pero aún así las mueven. Tantos no pueden equivocarse y sin embargo al pensar eso mismo olvidan que hace poco más de seis meses ya lo hicieron. Tal vez no esos que hoy y ayer animaron esas mismas manos al aire, pero sí otros que legítimamente se guardaron sus palmas para otros menesteres y decidieron hacer uso de su derecho al voto. Y olvidan que la masa no tiene porqué tener razón. Olvidan al individuo, a la persona. Ellos son el verdadero poder de la democracia y permanecen adormilados entre las fauces de quienes pretenden utilizarlos a modo de arietes contra sus enemigos. Arietes. No olvido que yo mismo lo soy. De un bando o de otro. Según el tiempo que haga. Dependiendo de quien sea el que osa meter su mano en mi cartera…

Que se jodan.

Poco hay que decir que no se haya dicho ya durante la semana. Muchos recortes que afectan directamente a los ciudadanos y pocos, poquísimos que adelgacen la administración a un punto económicamente sostenible. Y sorprendentemente para mi, un servidor que cojea como muy bien saben ya los lectores de un solo pié, no se habla de una supresión de autonomías que rebajaría el costo que tienen las administraciones al menos a la mitad. Pero ya saben, hablar de eliminar Generalitats o Lehendakaritzas es poco menos que mentar la soga en casa del ahorcado.

Y aún así, sabiendo que cuando se dicen estas cosas poco más de la mitad de los lectores suelen dejar de ojear lo escrito, uno atisba a vislumbrar que en el hipotético caso en que los políticos pidieran en referéndum la opinión ciudadana para tal asunto, el resultado sería más cercano a mis posiciones que a las de aquellos, que ofendidos, le dieran a la cruz roja de la esquina de su navegador. Ya saben, los presentimientos no entienden de política, del mismo modo que para los defensores de semejante gasto en instituciones no entendemos quienes pedimos su supresión.

Con las subidas de impuestos y la penalización a los parados, hay quienes defienden la existencia de cortijos autonómicos. Son por lo general los mismos que hoy se echan a la calle para protestar contra los recortes. Los que no tienen soluciones y buscan solo lanzarse a los brazos de cualquier salvapatrias que se encuentren al final de la mani. Los mismos, que ante la solución presupuestaria que doy yo, responden con un portazo. Es lo que hay. Habiendo soluciones sencillas y rápidas, nos anclamos a la desesperación de quien pretende mantener el estado de los cortijos.

Y después decimos que los políticos no nos escuchan…

Uno se aficiona a leer panfletos, ya saben, esos recortes de pensamiento anónimo estampados en páginas otrora blancas como la nieve y hoy emborronadas bajo las tachaduras de una segunda e inútil valoración de lo escrito antes de ser publicados, y se olvida de que la única razón que existe para que ellos, los panfletos, pervivan a lo largo de los años, es, ni más ni menos, que la propia existencia de seres como nosotros, que subyugados al placer que proporciona el que les regalen los oídos, se perpetúan en la sociedad favoreciendo que lo que bien podría haberse finiquitado de un plumazo, se convierta en alimento imprescindible del extinto intelecto individual, que más tarde pasará a convertirse en colectivo, y que acabará, cómo no, trocado en una losa que entierre lo que un día pudo representar el pensamiento crítico individual.

El mundo, señores, se nos va a la mierda. No nos queda nada que podamos defender del modelo que nos dimos. Políticos. Banqueros. Instituciones. Funcionarios. Nuestras quejas suenan vacías. Suenan iguales salgan de la boca que salgan. Renegamos de lo que ayer aplaudimos. Lo desechamos al cubo de la basura y borramos de nuestra memoria cualquier atisbo de razón para su existencia que nuestras libidinosas mentes pudieran esconder entre sus insondables pliegues. Olvidamos, como nos pedía el Gran Hermano de George Orwell, y aceptamos sin remordimiento que tanto da cuatro que cinco, con tal de que nuestra respuesta, correcta o incorrecta, agrade a quien deba agradar. Sin remordimientos. Sin juicios de valor. Sin pestañear.

Leemos y mientras tanto asentimos. Sin apartar la mirada de los renglones que tememos perder de vista no sea que cambien en el tiempo de un parpadeo. Ardemos en deseos de leer la verdad definitiva. Pero no para regodearnos en ella. No. Lo hacemos para poder dejar de aprender nuevas verdades. Para parar de desechar recuerdos que puede que en realidad nos gusten, pero que la actualidad nos obliga a obviar. Reaprendemos a aprender y a mecanizar respuestas establecidas en otras mentes. Repetimos frases, conceptos e ideas ya mascadas por otros, a las que les incorporamos sintaxis equivocadas con las que personalizarlas sin que se puedan desvirtuar en sus contenidos, sus significados, sus fines. Yo leo. Critico y leo. Y aún así, sólo soy capaz de escribir panfletos.

Poco más hay que decir salvo una sola cosa, yo al menos no vivo de ello.

Toda esta semana he estado escuchando referencias en la radio al boson de higgs y en todas y cada una de ellas me he quedado igual tras escuchar la definición pertinente. Supongo, y creo suponerlo bien, que ello habrá sido porque servidor, y la mayoría de los mortales a este lado de la pantalla del ordenador, nos quedamos saturados con los conceptos de electrones y neutrones cuando acudíamos ávidos de saber a nuestras clases de EGB. Y claro, explicar algo complicado con palabras y conceptos sencillos no está al alcance de todos. Y menos al alcance de aquellos que se ponen tras un micrófono con un montón de apuntes delante, mientras tratan de pasar por expertos cuando lo máximo que llegan a ser son excelentes buscadores de respuestas en la Red.

Por ello he decidido que nada mejor que un vídeo para explicar lo que es la partícula de Dios. Y ahora sí, tras verlo, me puedo hacer una idea vaga, superficial y escandalosamente errónea de lo que finalmente es algo que nunca llegarán a ver estos lindos ojillos que me presentan al mundo cada día.

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Un país de gestos

Todos estamos acostumbrados a los gestos con los que los políticos inundan nuestros telediarios y artículos de opinión preferidos, ¿pero qué hay de los gestos que nosotros mismos dirigimos como sociedad?

Los veintidós aspirantes a peón de servicios múltiples y enterrador del Ayuntamiento de Calig (Castellón) suspenden el primer examen y dejan la convocatoria por oposición desierta en primera instancia.

Díganme señores lectores…¿Qué cojones nos está pasando a todos?

Uno se pregunta de vez en cuando si no será verdad aquello de que nos ahogamos en la escoria que nosotros mismos creamos. Vivimos pendientes del mundo y el mundo, asqueroso en sus formas hasta para eso, nos obvia como obvia un elefante a una hormiga al pasar camino de la charca en la que disfrutará de unos momentos de alegría y regocijo. Nos quejamos del mundo y, para cuando el mundo nos permite poder informarnos a través de las Redes eligiendo nosotros mismos las fuentes de las que beberá nuestro desentrenado y cuasi atrofiado intelecto, vamos y nos apuntamos a las mismas misas de las que huimos desde el instante en que tomamos la primera comunión.

He estado observando mi propio TL. Es encender mi móvil para curiosear lo que por Twitter se escribe y caérseme los ojos al suelo. Todos y cada uno de los tuits que leo están ahí por mi, así que poco o nada puedo reprender a sus autores, pero me escama tener que leer de vez en cuando cosas, qué digo cosas chorradas que en lugar de favorecer opinión y debate promueven visceralidad y sectarismo a raudales.

Hubo un tiempo en que servidor creyó en una red copada por ciudadanos hambrientos de conversación. Hoy solo veo egos encriptados en seseras, que bien podrían haber elegido la rodilla para nacer, pero que tuvieron a bien hacerlo entre los hombros. El mundo hubiese ganado mucho con ese cambio. Nuestro TL es como los políticos a los que votamos. Tenemos la mierda que queremos y nadie salvo nosotros nos la impone. Yo personalmente estoy rodeado de sectarios, por aquí y por allí, que como yo, sectario donde los haya, se niegan a reconocer su falsa modestia y su limitada capacidad de diálogo porque éstas no salen a relucir a no ser que les niegues la mayor en un lance del debate.

El otro día salieron los datos del paro. Y de golpe me vinieron a la cabeza los recuerdos de las reacciones de los últimos años sobre esos mismos datos de Junio y los cambios de papeles entre unos y otros. Hoy el PP parece el PSOE del año pasado y al contrario. Mi TL ha sufrido una metamorfosis parecida. Pero no es culpa de ellos, sino mía. Yo los elegí para seguirlos y con patatas me los tendré que comer hasta que decida dejar de jugar a ser políticamente correcto para pasar a ser sencillamente yo.

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Puede que sea

Puede que sea la cercanía de la llegada del esperado Alex a nuestras vidas, pero tengo que decirles a ustedes, mis queridísimos lectores, los pocos que quedan por aquí, que desde hace unos meses, y desde hace unas semanas de forma aún más acentuada, lo que se vive en mi casa, nuestra casa, en una especie de bullicio interior que emerge hacia fuera en forma de sonrisas, tontadas y miles de carantoñas, que impiden a servidor y mujer, pronto papá y mamá, enfadarnos, entristecernos o preocuparnos por cosa alguna que no sea, en el peor de los casos, jugar con la barriguita. La misma que desde hace unos meses centra toda la atención posible de quienes no somos más que dos padres primerizos, que a fin de cuentas, sobrevivimos ésta tensa espera reconcomiéndonos de miedo al no saber a ciencia cierta cómo responderemos ante la llegada de un Alex, que de primeras será toda una incógnita para nosotros, pero al que deberemos comprender al instante con tal de que no le falte nada de lo que pudiera necesitar en un momento dado.

No voy a decirles a ustedes, a mentirles, que no nos preocupamos por las noticias del día. Pero verán, no podemos reprimir nuestra alegría, nuestra esperanza, nuestro deseo de que llegue el momento en que veamos por primera vez a Alex. Y eso impide que los malos farios, las tensiones políticas, las precariedades económicas, dominen nuestro día a día empañando lo que para nosotros no es más que la cercanía del momento más importante de nuestras vidas. Sabemos que dentro de dos o tres semanas nada volverá a ser igual. Nos enfrentamos a ello y lo vivimos expectantes, sabedores de que es lo que queremos, esperanzados porque al menos, en estos años de crisis devastadora, nosotros, dos simples trabajadores crearemos un milagro llamado Alex que para los eternos se convertirá en faro de vida para servidor y parienta.

Ya ven, no he podido escribir sobre políticas y esas cosas. Hoy no me salen. El 16 vamos a monitores para ver qué tal y la cercanía de esa fecha pone el foco de nuestras atenciones en ese ser que vive dentro de Jovi todavía, y que ilumina nuestros corazones sin descanso desde el día en que decidió ponerse manos a la obra y comenzar a convertirse en lo que hoy ya es, un bebe maravilloso.