Acabo de leer un artículo que Senovilla ha escrito y en el que ha copiado un texto de María José Casas en el que se habla del Síndrome de Down y se nos explica qué es dicha enfermedad y en qué afecta a los que la padecen.

Entre otras cosas ha plasmado en la entrada (como yo voy a hacer ahora), una carta escrita por uno de estos niños:

“Tengo doce años, pero no lo parece. Soy más bajito de lo que corresponde a mi edad y todavía no hablo correctamente, pero ya sé leer y escribir, y sumar.”

“Nací con el síndrome de Down, que no es una enfermedad sino…. (buf, esto voy que tener que copiarlo es superdifícil) un trastorno genético por el cual tengo tres unidades en el cromosoma 21 en lugar de las dos habituales” y el cuello más corto, y el pelo muy finito y liso ( a mi hermana le mola peinarme), y no pienso ni aprendo tan rápido como los demás niños”.

“Voy al mismo colegio que mis hermanos, no al curso que me corresponde, sino a uno inferior, y dos horas al día viene a la clase una chica muy simpática que me ayuda con las cosas que más me cuestan. Durante el recreo me encanta jugar al baloncesto. Soy superbueno encestando y si se hacen equipos siempre me eligen de los primeros aunque soy patosillo, por eso de que mis músculos son más blanditos y débiles; pero entreno muchísimo, porque cuando se me mete algo en la cabeza…..”

“Dentro de unos años cambiaré de colegio. Dicen mis padres que entonces los que nos ayudan con mi reeducación, me enseñarán a ser autónomo, para que cuando sea mayor pueda ir cada día a trabajar y a ganar un sueldo. Así seré útil a los demás y más independiente (esto me lo ha dictado mi hermano, y quiere decir, que no tendré que pedir dinero a mis padres para mis cosas y no depender de ellos)”.

No he podido más que enlazar la entrada de Senovilla y hacerme eco de lo escrito por estos niños para que la concienciación social que demandan se acerque un poco más cada día. Este blog no será muy importante. Caeré en muchas contradicciones. Podré estar o no equivocado en mis opiniones. Pero lo que nunca nadie me podrá negar, es que nunca he priorizado la temática de mi blog frente a los temas que de corazón todos sabemos que deben tener su relevancia.

Puede que mi forma de ver los blogs esté equivocada, puede que esté anclada en el pasado, o que simplemente los blogs, como yo los vivo, nunca hubieren existido. Pero si que tengo clara una cosa. Este tipo de artículos nunca tendrán vetada su entrada en el blog.

Nunca dejaré para mañana este tipo de historias de superación, amor, comprensión, humanidad, cariño, ternura, necesidad…porque este tipo de entradas son las que realmente nos dan una visión de lo que somos de verdad.

Y porque un día, un padre desesperado en busca de información sobre esta enfermedad hará una búsqueda con el grandioso Google y puede que encuentre esta misma entrada. Y puede que al leerla vea que su hijo no será un simple paquete con el que cargar el resto de su vida. Puede que tras leer este breve relato escrito por un niño con Síndrome de Down, vislumbre el gran corazón que ese hijo acabado de nacer tendrá y compartirá ya no solo con él, si no con el resto de la humanidad.

Nuca niegues un trocito de tu blog a una causa tan justa como esta, porque ninguno de esos niños merece que lo excluyas del mundo. Recuerda, hablar de las cosas que sí importan, es dar al blog una razón de ser que superará todas las expectativas que puedas tener para con él.

Sí, ya hacía tiempo que no os deleitaba con mi evangelización semanal sobre la blogosfera (o blogósfera, como la llaman algunos), pero creo que el artículo de Neri ha despertado en mi de nuevo esta necesidad. La verdad es que no tiene casi nada que ver con lo que él cuenta, pero como ya he dicho que hablaría aquí, pues lo hago. Además, creo que voy a repetirme, por lo que también pondré el enlace hacia las entradas que ya trataron este tema anteriormente.

Neri (Tengo un .com.ar) se pregunta cuando se puede decir si un post tiene calidad. Entre las cosillas que él mira para decidirlo están los blacklinks (enlaces externos hacia esa entrada) y los comentarios que genere. También apunta que no tiene porqué ser largo y que también un artículo al que no se le puede añadir ni una coma sería considerado por él como un buen post.

Yo no me meto en si esos artículos que no dejan espacio para un comentario son buenos o no, pero si en eso de los comentarios. Creo que una conversación que se limita tan solo a los comentarios y que no trasciende a ningún otro blog es una conversación casi invisible.

Hay veces en las que vemos entradas en las que los comentarios se convierten en sesudas disertaciones sobre el tema planteado por el bloguer, que son obviadas por los demás lectores, apuntando muchas veces lo mismo que en los anteriores comentarios. El motivo creo yo, está en que una entrada con más de diez comentarios largos dando una visión diferente del tema planteado, es una entrada en la que el único que leerá todos los comentarios será el autor de la misma.

Creo que los comentarios no están para hacer una disertación larga sobre el tema expuesto, si no más bien para mensajes de aprobacion, desaprobación y de aviso de réplica en otros blogs (blacklinks).

Yo prefiero las conversaciones de blog en blog. Esto ayuda a dar a conocer nuevos blogs y permite que el bloguer de turno se sienta escuchado, ya que ve como su voz se alza sobre el ruido que provocamos el resto de los mortales.

¿Crees tú que es mejor conversar de blog en blog, o prefieres que toda una conversación este concentrada en una sola entrada?