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Lo comprendo

Verán, si cualquiera de nosotros decidiera un día ponerse realmente en la piel de otro y que ese otro fuera ni más ni menos que el Presidente del Gobierno, lo que debería es renunciar a sus prejuicios y atender únicamente a las cosas que éste pudiera conocer, omitir y verse obligado a hacer.

Por ejemplo, no se podría decir con justicia que uno dejaría caer en la quiebra a los bancos porque, para ser Presidente del Gobierno, primero, tendrías que pertenecer a un partido, y segundo, ese partido necesitaría una financiación que conseguiría de esos bancos. Por tanto, creer que un gobierno dejará caer un banco no es más que un autoengaño, una burda quimera, una utopía.

También tendríamos que dejar, para poder ponernos en su piel digo, de echarles en cara sus promesas electorales. Verán, uno no llega a líder de un partido por su cara bonita. Antes de conseguirlo tendrá que prometer miles de cosas a otros tantos seres que viven en la zona intermedia de los aparatos del partido. Promesas que seguramente serán satisfechas en parte a lo largo de su carrera hacia la cima, pero que serán saldadas definitivamente con la llegada al poder.

Para un político que ya se encuentra en la segunda cima, el liderazgo del partido, prometer cosas a los votantes no es más que el último paso para alcanzar del poder. Por tanto, las promesas que nos hace, esas que votamos, siempre,
irremediablemente, pasan a un segundo plano en cuanto alcanzan la meta deseada. Las otras, las anteriores, las que le permitieron llegar donde está, esas tienen preferencia. Y es de ingenuos omitir estos pasos y creer de verdad en la bondad natural de la especie humana, la política al menos.

Pues bien, una vez vemos cómo se llega a ser Presidente del Gobierno y somos conocedores de cómo y porqué las promesas electorales tienen su importancia en función de hacia quien están hechas, es cuando comprendemos lo que pasa en las altas esferas políticas y podemos hacernos una idea, escuálida, de las cosas que les pasan por la cabeza a nuestros gobernantes.

Así comprendemos cómo Felipe pudo hacer campaña contra la OTAN un día y al siguiente meter a España en la misma. Cómo Aznar pudo favorecer la llegada de inmigrantes y al tiempo renegar de ellos. Cómo Jose Luís llegó a renegar de la crisis y tiempo después decidió que la veía venir desde la época de su antecesor. Y finalmente cómo el actual presidente pudo prometer no subir impuestos, mantener inversiones y no abaratar el despido y días después subir impuestos, anular inversiones públicas, abaratar despidos ¡y lo que nos queda Macarena!

Por eso, señores, digo que lo comprendo. Lo comprendo y lo recuerdo. Lo comprendo y me lo guardo para la próxima. Y en eso estoy…


4 Comentarios:

    Esto es como el dicho: "prometer hasta meter y luego cuando lo he conseguido, me olvido de lo prometido"...la política es así...ya se sabe...ya veremos en que termina todo esto...pero lo que si no me gusta es que no dé la cara cuando toma medidas drásticas que perjudican al ciudadano de a pie...y que no reconozca sus errores o sus desvíos de camino....tiene que ser más coherente...vamos...es el Presidente...porque si no, pierde credibilidad y recibirá ataques de todos lados....besoooss

    Cierto, recuerdo que Jose Luis siempre salía él ha anunciar sus recortes...o eso es lo que recuerdo de él. Eso y si ineptitud por supuesto. En fin, hay cosas de las que Zapatero tendría que hacerle algún que otro cursillo a Rajoy.

    En la campaña electoral el objetivo es alcanzar el poder y se usa cualquier frase que ayude a distinguirlo luego llega la realidad... Es como aquello de prometer hasta meter y una vez metido a la mierda lo prometido.

    En realidad no es más que pagar por los favores ofrecidos en orden de llegada. Tú han hecho más para que yo llegue aquí, tú eres el primero en recibir los favores prometidos...

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