ElMosquitero

Desde que tengo uso de razón he pensado, que una de las herramientas que nunca un tipo debía obviar para poder vivir su vida personal y laboral plenamente, era la que representa su propio vehículo. Desde que cumplí los dieciocho años, y más concretamente desde que me saqué el carnet de conducir allá por el año 95, he disfrutado de mi propio transporte personal.

El primero que tuve fue un Seat Ronda. Con él hicimos los primeros pinitos los amigos y yo en aquello de ir a las Discotecas en coche y con el maletero repleto de licor. Ya veis, el botellón está inventado desde hace ya muchos años, pero en los parkings de las Discotecas, con toda la gente de fiesta y sin molestar a nadie. Poníamos todos cien o doscientas pesetas (entre 0’60 y 1’20 €)y con siete u ochocientas (4 o 5 €) llenábamos el depósito. El coche valía única y exclusivamente para no tener que pelarnos el culo con las motos de 49 cc camino de la discoteca. Y además de eso, nos valió para ir a aquellas discotecas que tan lejos nos parecían estar sin el coche.

Con aquel ronda fuimos a La Masía o The Central, a la Plaza Xuquer de Valencia, a The Face, Spook o aquella de la que ahora no recuerdo el nombre y que estaba cerca del Hospital de la Mutua de Levante en la Pista de Ademuz. Corrimos todas las discotecas que se nos pusieron por delante y lo disfrutamos como nunca hemos disfrutado otro coche. Eso si, de chicas nada de nada. Aquel dicho de que con coche se triunfaba pasó a mejor vida con mi propia experiencia jejeje.

Pero el coche, ya viejo de por si pues tenía ya unos cuantos años a la espalda en el momento que lo compramos, pasó a mejor vida por mi parte, quedando ya solo para uso y disfrute de mi madre. Me compré otro, esta vez ya solo para mi. Le llegó la hora a mi Ford Fiesta.

Sin duda, y mi mujer siempre ha estado de acuerdo, éste fue, es y será, el mejor coche-picadero que siempre ha habido. Los asientos, abatibles hasta transformarse prácticamente en una cama, fueron de lo más cómodo que nunca probamos jajaja

Aquel coche tenía un problema y éste se llamaba “doble carburador”. Era un 1.4 gasolina y ponerlo a más de 90 km/h, significaba ver cómo la varilla del depósito de la gasolina iniciaba un endemoniado descenso en picado hacia la reserva. Representada ésta vieja amiga en un muy elocuente dibujo, reconocible por todos, tanto profanos y no tanto, del mundo del motor.

Conduciéndolo conocí a la que hoy es mi parienta. Ha sido el que más recuerdos curiosos nos ha dejado. Recuerdo que la radio, que en aquel tiempo no tenía CD’s (no existían o al menos nunca los escuché mencionar) sino cassete, no cuadraba bien con el hueco que en teoría había para ella y por tanto viajaba suelta. Eso provocaba que a un acelerón demasiado precipitado, la radio, sujeta solamente por los cables que llevaban el sonido a los altavoces, callera en picado hacia el cambio de marchas. Ello provocaba que Jovi, mi señora, siempre tuviera que tener una mano sujetando la maldita radio y eso me permitía poder tener la mía propia sobre su hermoso muslo. Ya os he dicho que aquel coche siempre será para los dos, el que mejores recuerdos nos traiga.

Cuando pienso en aquel coche recuerdo la canción de la raja de tu falda, precisamente porque la parienta se puso una vez una de esas faldas con raja y me dejó sin hipo ¡Estaba y sigue estando tremenda, esa es la verdad! Fuel el coche en el que menos tiempo festeamos, esa es la verdad, pero sin duda los recuerdos de aquel tiempo, asociados indeleblemente a aquel coche, sumados al hecho de que fueron justamente aquellos los que nos permitieron conocernos a mi esposa y a mi, lo han hecho merecer el reconocimiento que le merecemos los dos. Y eso con solo un año entre nosotros.

Pero finalmente el Ford se fue y llegó la princesa que siempre esperé, mi Volkswagen Polo nuevecito de fábrica. Y no, no tenía Ziritione porque lo compré un par de semanas antes de que saliera aquel maldito anuncio. Sí, para los restos quedará aquella anécdota con la gran estrategia que siguió la marca con aquello del Ziritione.

Todo el mundo preguntándose qué sería aquello del Ziritione y resultó que no era absolutamente nada. Ni era un color perla del color del coche a trasluz, ni era un extra, ni una nueva forma de inyección, y por supuesto, no fue un color determinado y nuevo, aunque muchos se hicieran cruces diciendo que era un reflejo especial de los Polo según desde donde se miraran. Vamos, que años antes de los bi-tonos, Volkswagen ya los había implementado en sus coches de forma imaginaria. El caso es que aquella anécdota hizo que siempre pensara que tenía un coche desfasado desde el mismo momento de ser estrenado ¡juas!

Con el Polo he pasado los casi once años que abarcan la mayor parte de festeo con mi mujer y los casi seis de matrimonio. Siempre pensé que se quedaría con nosotros como el Peugeot 105 de mi suegro, para los eternos. Pero los coches de ahora no son como los de antes, y en la modernidad se envejece peor ¡qué le vamos a hacer! El coche ha prácticamente muerto en vida, puesto que necesita que se le cambie el volante de Motor y el Disco de embrague. Demasiado dinero para un coche de casi once años.

Hemos pensado en comprar otro, pero la economía no es aún favorable del todo y dado que servidor trabaja en una empresa del pueblo y la parienta no lo necesita de momento, ¿para qué hacer semejante gasto?

Y hoy, por primera vez, hemos pensado sinceramente en no tener ningún otro coche. Vivir sin coche no será sencillo y aún no está decidido del todo, pero sin duda podré decir que ya estoy comprometido personalmente con el cambio climático jajajaja

Mañana sabremos más certeramente, si esto del vivir sin coche continúa, o no, hacia delante. De momento es solo una solución temporal que nos permitiría no tener que afrontar un gasto para el que aún no estamos preparados. Tras casi ocho meses de paro y tras haber encontrado trabajo hace menos de un mes, creo, que si no nos hace falta para vivir, lo mejor será, de mutuo acuerdo con mi mujer, que no nos pongamos en más letras que las que sean esencialmente necesarias. Y eso, evidentemente, excluye a los coches que esperarán, apostados a la puerta de casa, a que necesitemos ir a casa de mis suegros en el pueblo vecino. Además, para eso está Jose Luis, para que nos haga de taxista.

Y me despido por hoy, y lo hago desde el acertado conocimiento, de que nada de lo escrito aquí os ha interesado a ninguno de vosotros jejeje. Hasta mañana.