Lo malo, lo que retrata a la perfección el periodismo que tenemos, lo que es triste hasta la saciedad, es que este hombre sea el único con el valor para preguntarlo. Los otros. Esos que ahora se enorgullecen de él y que exigen llamarse, como él, periodistas, no fueron capaces siquiera de alzar la voz para protestar por la prohibición de hacer preguntas. Y eso que con Rajoy y Rubalcaba se envalentonan iniciando campañas propagandísticas de esas tales como #sinpreguntasnohaycobertura. Pues bien, los etarras tampoco iban a aceptar preguntas...¿qué coño hacían ustedes allí entonces? Habría que comenzar una iniciativa ciudadana que dijera #SinPeriodistasPancarterosTendríamosMejorDemocracia. Lo malo es que está tan podrida la profesión de periodismo que si lo hiciéramos y lo consiguiéramos, nos quedaríamos solos.

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