Tal vez hayan escuchado ustedes la cuña de radio esa en la que se nos recomienda hacernos extranjeros. La cuña en sí hace referencia a una web, hazteextranjero.com, en la que se nos ofrece la posibilidad de tramitar los papeles necesarios para convertirnos en extranjeros en nuestro propio país. Esto sonaría a guasa y hasta nos permitiría unas risas entre nosotros, si no fuera porque leyendo lo que uno lee por ahí, dicha decisión deja de situarse en la zona del cachondeo
para pasar a colocarse en la de 'necesidad vital'.

Verán. A un albañil de los de toda la vida, en paro desde hace unos años, se le ha retirado el subsidio que estaba cobrando porque un inspector de trabajo se presentó en casa de su hija (la del albañil) y se lo encontró allí haciendo lo que siempre hizo en su labor profesional sin que hubiere contrato ninguno que intermediara entre padre e hija. Padre e hija. Al mismo tiempo, Matas, ex presidente de Baleares, ha pedido el indulto alegando, y atiendan bien a lo que van a leer a continuación, que la pena de nueve meses de prisión por el delito de tráfico de influencias que pesa sobre él no serviría para su "reinserción social" y que esta condena "no resulta adecuada a la justicia, equidad y proporcionalidad". Relean de nuevo el alegato por favor y recuerden que esto sucede al mismo tiempo que se le retira la pensión a un albañil por hacer un trabajo en casa de su hija.

Alejándonos de las cuestiones legales y dejando de lado el hecho de si se le debe o no retirar el subsidio al pobre albañil, deberíamos centrarnos en una figura clave en toda esta pantomima que suele pasarnos desapercibida casi siempre; el inspector. Yo no pido que se perdone a los defraudadores. Tampoco que se inicie una caza de brujas mirando los ceros de las cuentas corrientes que convierta a los más ricos en los nuevos judíos del siglo veintiuno. Pero un poquito de por favor señores, un poco de humanidad. No hablamos de desfalcos millonarios. No hablamos de enriquecimientos desorbitados. Señores Inspectores que se dedican a saquear los bolsillos de los contribuyentes más humildes; hablamos de subsistencia básica. Algo que no se puede atribuir a Matas, por ejemplo, y que sin embargo goza de todas las garantías legales para permanecer en la calle sin preocupaciones.

Claro. Ahora me dirán que las mismas garantías que el albañil. Pues no. Al parecer el inspector le ha quitado la pensión y ha pasado por alto algunas cuestiones que podrían haber convertido el trabajo que estaba realizando el pobre señor en algo totalmente legal. Verán. Según la ley "no tendrán la consideración de trabajadores por cuenta ajena el cónyuge, los descendientes y ascendientes y demás parientes del empresario (el propietario de la vivienda no es considerado empresario), por consanguinidad o afinidad".

Piensen en las dos situaciones con detenimiento. Las comparaciones siempre son odiosas. Eso sí, hacerlas nos permite ver cuan necesaria es una regeneración total en este país de pandereta.

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