Évole ha ido sobre seguro al invitar al señor Junqueras a una casa andaluza. Le ha puesto en bandeja al independentista el poder defenderse de las cuestiones que se le preguntasen haciendo gala de la parsimonia insultante que caracteriza a quienes, ya estando frente a la disyuntiva de la ruptura, para nada necesitan de enervos, sabiendo como saben que su decisión se hará realidad con o sin ley que la ampare. No es normal que se alabe un programa que pone frente a cuatro incultos, a un tipo versado en las batallas dialécticas de un Parlament Català que, de otras cosas no se si debatirá, pero de la independencia de Cataluña, sus motivos o la historia inventada que la rodea, escribe ríos de tinta a diario desde hace treinta años.
Foto de la golosina de Évole para Junqueras sacada del diario El País
Ha sido un traje a medida. Una golosina que Oriol ha aceptado de buena gana. Otra cosa hubiese sido que lo mandasen a casa de un Valenciano, seguramente más puesto en historia y capaz de rebatir las milongas del País Calatá que nunca existió y su pretensión de anexión de Valencia y Baleares. También, capaz de contrarrestar los cantos de sirena referentes a una unión idiomática entre Valencianos, Baleares y Catalanes, tan sólo capaz de fructificar en las hilarantes mentes de unos filofascistas, disfrazados de nacionalistas moderados, que desde hace treinta años controlan los libros de texto con los que se alecciona a cuanta generación de descendientes se preste a ser adoctrinada con la bendición de populares y socialistas. 

Aquí tendría que haber invitado Évole al señor Junqueras...aquí.

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