Espeluznante la cifra de parados que llevan más de tres años sin encontrar trabajo. Aterrador tan solo imaginar la situación en que se encuentran. Espantoso vislumbrar las penurias que estarán padeciendo. Pavoroso ponerse en su lugar un instante. Tremebundo saber que aún así para muchos de nosotros dentro de diez minutos volverán a ser no más que otra cifra de las miles que bailan estos días por nuestras mentes.

Una situación, la laboral, demasiado dramática para sostenerse durante mucho más tiempo. La crisis se ceba con los eslabones más bajos de las empresas, al tiempo que indemniza a los malos gestores con insultantes despidos que dinamitan cualquier posible perdón que pudieran alguna vez demandar.

Son demasiados ciudadanos que quieren y no pueden los que están pagando por los errores de otros. Demasiadas historias dantescas que convergen en un único punto llamado INEM.

Un punto, por otro lado, que aún queriendo no consigue dar razón de existencia, por su demostrada inutilidad a la hora de hacer aquello para lo que en teoría fue creado; recolocar trabajadores. No en vano, tan sólo el 2’5% de los que encontraron trabajo lo hizo gracias a una de sus oficinas. Un punto, el INEM, que ha acabado reduciendo su labor a la del simple papeleo y conteo de parados.

Hay que plantearse muchas cosas en estos meses. Una por ejemplo es la de exigir a las empresas que ya que se ha fabricado una reforma laboral acorde a sus necesidades, se vean en la obligación de aumentar sus plantillas en un porcentaje mínimo. Que queden prohibidas las horas extraordinarias. Que éstas las hagan trabajadores nuevos a tiempo parcial.

Podemos haber estado de acuerdo con la reforma laboral en mayor o menor medida, pero ahora, con la reforma realizada y los salarios rebajados hasta la saciedad, es tiempo de que las empresas pongan de su parte y se olviden del papel de víctimas del que durante cuatro años han disfrutado.

0 Comentarios

Razones de fondo

Hay veces en las que servidor no puede más que irritarse ante el odioso empecinamiento del que hacen gala los políticos, cuando pretenden ganar razones basando sus victorias en simples y tangenciales batallas, que distan mucho de dar forma a un ideario político profundo que sea santo y seña reconocible de un fondo argumental que permita a una masa ciudadana reconocerse en él con total libertad. Es decir, se regocijan por ganar a sus adversarios la batalla verbal de algo insustancial que la mayoría de ciudadanos aprueba y se olvidan de que éstos, los ciudadanos, normalmente ven más allá de ese episodio. Limitan sus debates a puntos concretos en lugar de encandilar a la ciudadanía con un proyecto de amplio espectro. Se conforman con recoger las manzanas caídas, en lugar de esforzarse por recolectar las que aún están suspendidas del árbol. Debaten a cerca de temas insustanciales y obvian los troncales porque saben de su complejidad y difícil digestión ciudadanas.

Lo he estado pensando mucho durante estos días, y ahora comprendo el porqué de que, aunque servidor no apruebe muchas de las medidas que se están tomando en estos momentos, no pueda cambiar mi posible voto hacia quien hoy de facto parece defender lo que creo acertado. Veo las batallas dialécticas ganadas, los errores compulsivos y las inconcebibles decepciones de los gestores del país, y aún así me es compleja la sencilla posibilidad de un cambio de confianza. No puedo con sus razones de fondo, su ideario, su concepción final del país en que vivimos.

Los idearios políticos suelen tener unos pilares inquebrantables de los que nacen todas y cada una de las pretensiones, incluidas las más banales, que derivan después en un discurso político plagado de propuestas y hechos consumados. Por ejemplo, aquí en Valencia el PSOE se obstina en acercarse al Catalanismo, mantiene una denominación nacionalista para el mismísimo nombre de la Comunidad Autónoma y se obstina en su afán de dejar clara la comodidad en la que vive sabiéndose parte de un partido federalista en lugar de ser un todo con el resto del PSOE del estado. Y no solo eso, actúan como si fueran un PSOE a parte, cosa que no dudo dado el carácter federalista del mismo, y no cejan en su empeño de dejar claro algo que posiblemente no todos los ciudadanos compartan aunque ello sea una cuestión banal; ¿Qué son antes, Valencianos o Españoles, Españoles o Europeos, Europeos o Ciudadanos del mundo?

Para alguien como yo, alejado por supuesto de fragmentaciones y poco dispuesto a aceptar diferencia alguna entre un Aragonés, un Valenciano y un Extremeño, la simple posibilidad de que un voto mío pueda ser tomado por estos como un aval a esa manera de ver el estado, propicia en mi una desenfadada pero reconocible aversión a votar en esa dirección que nada tiene que ver con extremismos ni nada que se le parezca. Lo que no puedo admitir son interpretaciones erróneas de un voto emitido en día de elecciones, que después es utilizado para defender posiciones sobre las que nunca se me consultó. Lo que no quiero consentir es que en mi nombre, y sin posibilidad alguna de desmentido durante cuatro largos años, se mantenga un discurso político que no apruebo mientras escucho resignado que yo, por el voto de aquel día, acepto todo cuanto digan y hagan sus beneficiarios.

Soy un ciudadano del mundo que lucha por encontrar el partido político que no defienda poner más fronteras, sino eliminarlas. Y esa es la razón de fondo por la que aunque el PSOE muriera en un éxtasis de gozo victorioso, nunca podría encontrar mi voto en su urna. Tampoco el PP, que conste, si las cosas siguen como hasta ahora y no adoptan la humildad que se necesita para reconocer los errores cometidos y aceptar responsabilidades políticas. No se trata de PP o PSOE. Partidos hay muchos. Se trata de las razones de fondo que hacen que alguien como yo no pueda, aunque quiera, votar a ciertos partidos.

Hay debates en este país que no se abordaron en su momento y que hoy permanecen enquistados en el mar de fondo político de nuestra nación. Debates que se dejaron de lado en aras de un acuerdo supranacional que derivó en un café para todos que más que solucionar lo que hizo fue aplazar los problemas. Debates omitidos a propósito por los partidos políticos de ámbito nacional, que los nacionalismos periféricos nunca han rehuido y que utilizan como arietes en las batallas presupuestarias para conseguir un reconocimiento mayor por parte de unos partidos que, en esta cuestión sí, tienen secuestrada la voluntad del pueblo con el fin de mantener un estatu quo que los eternice en la órbita del poder.

Son razones de fondo. Cuestionamientos propios que todos deberíamos hacernos. Introspecciones que carecen de maldad alguna y que sencillamente pretenden discernir entre lo que queremos votar y lo que los partidos existentes deciden que votamos.

Tras el horror que Eurovisión representa anualmente para todos aquellos que de verdad creemos que la música es algo más que berrear y disfrazarse, os dejo a modo de resarcimiento una actuación de Duffy contando su Syrup & Honey:


Espero que os sirva para alejar de vuestras mentes lo que ayer nos tragamos en la tele.

Es bien cierto que la co-existencia de una banca pública y otra privada es complicada y hasta cierto punto inviable, pero también lo es que hay un momento en que desde el estado se debe dar solución a los problemas financieros de las empresas, mediante la única vía posible que posee, lo público. Es por ello que, aunque servidor no sea partidario en primera instancia de la existencia de bancos públicos, se ha de reconocer que está en manos del gobierno dar un golpe en la mesa que alerte a los privados de que la sequía crediticia con la que están asfixiando a pymes y autónomos es intolerable.

Aprovechando el enorme desembolso que Bankia supondrá para el heraldo público (19.000.000.000€), el estado debería plantearse la idea del aprovechamiento de un banco público, que de facto ya tiene, y de manera temporal y siempre con fecha de caducidad (por ejemplo como lo del contrato sin indemnización el primer año que han colado en la reforma laboral y que tiene como tope hasta la llegada al 15% de la tasa de paro), asistir a empresas y ciudadanos de manera que fuera el estado quien públicamente, y en contraposición a la banca privada, concediera los créditos que estos necesitan para su propia subsistencia.

España ya tuvo banca pública. Una banca eficiente y saneada que primero gobiernos del PSOE y después del PP liquidaron en aras de un modelo económico de libre mercado que se ha visto brutalmente interrumpido por la actual crisis económica. Cierto es que la existencia de ésta supone una competencia desleal para con la privada, pero no lo es menos que la segunda, en su afán por recapitalizar los fiascos que la han llevado al borde del abismo financiero, es la responsable de la asfixia económica de multitud de empresas en cuyo horizonte cercano no existe más que el abismo de una bancarrota derivada de la imposibilidad de financiación de sus gastos corrientes más elementales.

No soy partidario de la banca pública, pero si hay que apoyarla para dar solución a los problemas financieros de las empresas, al tiempo que se da un capón a la privada que la alerte de que está cejando en sus funciones crediticias, servidor será el primero que la apoye desde este blog.

Pd:

Como plus del post os dejo el vídeo de Victoria Grant, de 12 años, en el que nos explica porqué los bancos se hacen más ricos y nosotros más pobres.

Desde que el pasado día dieciocho estampé mis ojos contra el blanco y negro de las palabras que John Carlin escribió para la sección de opinión de El País, mi cabeza no ha dejado de dar vueltas alrededor de una idea aterradora que fantasea con la posibilidad de que todos, basando nuestras querencias políticas en la lógica racional, pudiéramos acabar convirtiéndonos en potenciales nazis del siglo veintiuno. Baste leer los tres primeros y turbadores párrafos del susodicho escrito, para hacerse una idea de hasta qué punto estamos encaminados a cometer los mismos errores que aquellos Alemanes de principios del siglo pasado. Y el principal culpable de dicho peligro es, para mi, la dictadura que en nosotros provoca la lógica política de las opiniones.

Soy, supongamos, un ideólogo de la extrema derecha. No un lobo solitario, como aquel noruego asesino, sino alguien con el objetivo de generar un movimiento de masas capaz de cambiar radicalmente el panorama político y económico europeo. Veo cómo se desmorona el viejo continente y me convenzo de que mi momento se aproxima, de que la historia me acompaña, de que el mañana me pertenece. La gente vive en la incertidumbre y la indignidad, se siente humillada ante la incapacidad de conseguir trabajo o, si aún lo tiene, de perderlo. Busca a quien culpar de sus penas y, más allá de su justa rabia, quiere soluciones; quiere claridad y yo la tengo.

Sé quiénes son los culpables: las élites políticas y financieras, los inmigrantes que nos chupan la sangre y contaminan nuestras culturas. Y sé también cual es la solución: salir de la Unión Europea, abandonar el euro, expulsar a los extranjeros, recuperar el orgullo y montar, todos juntos y sin lugar para las desviaciones, un proyecto auténticamente nacional.

Pero hay un problema. Aunque no pongo límites a mis ideas poseo la humildad y la inteligencia de reconocer que tengo mis limitaciones personales, de entender que yo no soy el indicado para comunicar el mensaje al pueblo. Soy bajito, tengo un bigote finito y pequeño, pelo lacio y grasiento. Me visto mal. Y aunque sé que estas carencias no obstruyeron el camino triunfal del líder más rompedor del siglo XX, mi debilidad es que no soy un personaje carismático, no tengo el don de encandilar al público con mis palabras, de empatizar con su dolor. Soy, por naturaleza, un pensador, un guía, un asesor. Lo que necesito y lo que estoy buscando, con incansable energía e ilusión, es un líder, un populista capaz de movilizar a las masas, de transmitir mis verdades a la multitud a través no del razonamiento sino del corazón. Dame ese líder y muevo al mundo.

Verán, desde que leí esta hipótesis en la sección de opinión de El País, no he dejado de preguntarme en qué momento todos y cada uno de nosotros deberíamos negarnos a seguir los dictados que nos sugiere nuestra propia lógica política. En qué momento deberíamos decir basta y bajarnos del tren expreso en que se convierten las opiniones y dictados que la masa ciudadana da por buenos. En qué punto la lógica política se convierte en germen de lo que un día se transformará en vergüenza generacional para un país, un mundo o un simple ciudadano.

Los Alemanes no decidieron el asesinato de millones de judíos de la noche a la mañana. Es más, ni los propios nazis decidieron su exterminio enseguida. La decisión fue madurando, cargándose de razones lógicas que todos los ciudadanos fueron aceptando sin reparos. Un pasito tras otro, sin descanso pero sin malicia, que acabaron con el mayor horror vivido por la humanidad en toda su historia. Y solo cuando acabó la guerra, quienes hasta ese día permanecieron ensimismados por la lógica de las opiniones de aquellos días, se dieron cuenta de la espeluznante realidad que habían vivido con pasmosa impasibilidad.

Tendríamos que preguntarnos todos en qué momento estamos dispuestos a abandonar nuestras creencias políticas. Aprender a abrir los ojos cuando nuestras seguridades comiencen a afectar a derechos de terceros. Cerciorarnos de que lo que hoy creemos correcto no es algo de lo que podamos, en un mañana no muy lejano, avergonzarnos. ¿Y saben cómo hacerlo? Conviertan sus aseveraciones en hipótesis y den alas a su imaginación para que éstas sigan un curso natural que predomine sobre sus adversarias. Fantaseen con un predominio de su opción política y diluciden si en esa fantasía cabe cualquier atisbo de divergencia. Y permanezcan atentos a cualquier radicalismo que desde su subconsciente de señales de vida. Síganlo sin enterrarlo de nuevo y observen cómo sin llegar a contradecirles en sus seguridades, convierte sus ideas en radicalismos intransigentes.

Yo lo he hecho y se lo aseguro, me he dado miedo. ¿Serían capaces ustedes de hacerlo? Si contestan que lo han hecho comprenderán la desazón que ahora tengo y el miedo que me provocan mis propias lógicas políticas. Si contestan que no, sepan que son ustedes los que ahora me dan medo a mi.

Lo siento, pero no me he podido resistir a volver a hablar del abuso a menores en las Redes Sociales tras haber escrito un post sobre el valor de los perfiles de Facebook primero, y leer otro que hacía referencia a esa misma Red Social, alertando de la presencia de niños desnudos y presuntamente sometidos por pederastas.

Verán, tras leer ese segundo post y recordar todas las molestias que en Facebook se toman para conseguir personalizar la publicidad que nos incluyen en su herramienta, o analizar la valía de las personas que quizás nos venga bien que nos sugieran como amigos, sumado todo a esa ingente cantidad de datos cruzados que ellos y sus colaboradores se ceden, entre las que cuentan las ip’s de nuestros ordenadores, la geolocalización de nuestras búsquedas, o los datos de los móviles que utilizamos para interactuar por aquellos lares, uno no atina a comprender cómo es posible que ante una sencilla denuncia por presunto abuso de menores sea tan complicado actuar en defensa del menor.

Verán, servidor ya conoce la respuesta a ésta pregunta. Se reduce, como tantas cosas en la vida, al negocio. Se recopilan datos para hacer negocio, no para hacer justicia. Y se pierde dinero, mucho dinero, si por casualidad se asocia a la Red Social Facebook con la pornografía infantil y a la desidia de sus propietarios hacia ese monstruoso problema.

No es que no puedan dar solución a los problemas, es, sencillamente, que no les interesa. Se trata de que los datos los supervisen robots que busquen patrones en imágenes y texto, porque ni duermen, ni cobran y trabajan veinticuatro horas al día. Se trata de que ese trabajo realizado por humanos es costoso y caro. No se trata de censura a quienes deciden denunciar, sino simple y llana supervivencia de un modelo de negocio que hace de la ignorancia de sus usuarios el mayor de los activos para sus potenciales clientes.

Ya ven, en Facebook pueden geolocalizarnos, darnos la ip de nuestro ordenador y de todos los que hayamos utilizado alguna vez para conectarnos a sus servidores, pero les resulta complicado enviar un simple mail a la policía del país correspondiente con los datos que éstos le pidan sobre un  posible pederasta de su red social. Esa es la empresa que vale cien mil millones de euros (100.000.000.000 €).

facebook-logo1Bien. Ustedes se estarán preguntando que para qué les interesa conocer el valor bursátil de sus perfiles personales en esta conocida Red Social si no han pensado nunca vender su vida, al menos la cibernauta, a nadie de los nadies habidos y por haber. Pues la respuesta es sencilla; porque ya la están vendiendo.

Ah! ¿que no han leído los términos y condiciones de Facebook? No se preocupen yo les dejo un pequeño ejemplo de cómo se utiliza lo que están ustedes compartiendo con sus amigos:

También recibimos otros tipos de información sobre ti:

  • Recibimos datos sobre ti cuando interactúas con Facebook, como cuando miras el perfil de otra persona, envías un mensaje a alguien, buscas una página o a un amigo, haces clic en un anuncio o compras créditos de Facebook.
  • Cuando publicas cosas como fotos o vídeos en Facebook podemos recibir información adicional (o metadatos) como la hora, la fecha y el lugar en el que tomaste la foto o el vídeo.
  • Recibimos datos del ordenador, teléfono móvil u otro dispositivo que uses para acceder a Facebook. Estos datos pueden incluir la dirección IP, la localización, el tipo de navegador que usas o las páginas que visitas. Por ejemplo, podemos obtener tu localización de GPS para decirte si alguno de tus amigos está cerca.
  • Recibimos datos cada vez que visitas un juego, una aplicación o un sitio web que utiliza la plataforma de Facebook o visitas un sitio con una función de Facebook (como un plug-in social). Esta información puede incluir la fecha y la hora en que has visitado el sitio, la dirección web o URL en la que estás, información técnica sobre la dirección IP, el navegador y el sistema operativo que utilizas y, si has iniciado sesión en Facebook, tu identificador de usuario.
  • En ocasiones recibimos datos de nuestros socios publicitarios, clientes y otros que nos ayuda (y a ellos) a mostrar anuncios, comprender la actividad que se desarrolla online, y, en general, a hacer que Facebook sea mejor. Por ejemplo, un anunciante puede decirnos cómo respondiste a un anuncio que viste en Facebook o en otro sitio web, con el objetivo de calibrar su efectividad y mejorar su calidad.

También extraemos datos de la información que ya tenemos sobre ti y tus amigos.

  • Por ejemplo, podemos usar esta información para decidir qué amigos mostrarte en Últimas noticias o qué personas sugerirte que etiquetes en las fotos que publicas. Podemos asociar tu ciudad actual con información de GPS u otros datos de localización para, por ejemplo, informarte a ti y a tus amigos sobre eventos cercanos, o sobre ofertas que pueden interesarte. También podemos usar datos sobre ti para mostrarte anuncios que te interesen más.
  • Cuando obtenemos tus coordenadas de GPS, las combinamos con otra información de ubicación (como tu ciudad actual), pero solo las conservamos durante el tiempo necesario para ofrecerte nuestros servicios.

Solamente proporcionamos datos a nuestros socios publicitarios o a nuestros clientes después de haber eliminado tu nombre u otros datos que puedan identificarte, o bien después de haber combinado tus datos con los de otras personas de manera que dejen de estar asociados contigo. De modo similar, cuando recibimos datos sobre ti de nuestros socios y clientes publicitarios, conservamos esos datos durante 180 días. Pasado este tiempo, combinamos esos datos con los de otras personas de forma que dejan de estar asociados contigo.

Es un simple extracto del pliego de condiciones que Facebook te obliga a aceptar cuando te abres un perfil allí y que se centra únicamente en aclararnos qué otras vías utilizan para acumular información sobre nosotros y personalizar las búsquedas.

¿Pero…sólo para eso? Claro que no. Eso de por sí no da dinero y el objetivo de cualquier empresa es que sea rentable económicamente. Por si no lo han leído, o no han llegado hasta ese sencillo punto porque han quedado hastiados de tanta letra junta (y les recuerdo que es sólo uno de los muchos puntos), les recuerdo que en el último párrafo del extracto que he transcrito aquí se dice claramente “Solamente proporcionamos datos a nuestros socios publicitarios o a nuestros clientes después de haber eliminado tu nombre u otros datos que puedan identificarte, o bien después de haber combinado tus datos con los de otras personas de manera que dejen de estar asociados contigo.”

Pues bien, desde La Información han sacado cuentas y el resultado es que su perfil vale alrededor de los 91€. Eso es lo que vale exactamente para la bolsa, Facebook y demás empresas interesadas en comprar esos datos de su vida privada. Esa que comparten en la Red de las Redes Sociales. Todos serán para Zuckerberg, que al fin y al cabo es el que se inventó el juguetito…

Y encima ustedes no verán ni uno de esos noventa y un euros que pagan por sus datos, porque para eso estar ahí es ‘gratis’.

Es lo que tiene la trampa dialéctica que se ha creado alrededor de éste palabro en el mundo dospuntocerista. ‘Gratis’ no es ‘gratis’ en sentido literal. ‘Gratis’ exactamente quiere decir que aceptamos formar parte del negocio de la información ajena como sencillos peones en un tablero de ajedrez. No es malo esto si somos conscientes de ello. Pero nos conviene a todos comprender de una vez por todas que el ‘gratis’ en internet no existe y que queramos o no, cuando aceptamos utilizar unas herramientas ‘gratuitamente’, lo que aceptamos a su vez es vender al mejor postor el rastro que dejemos en la red a través de ellas.

Pues bien, si quieren otro día hablamos de Google…

Debería el PP replantearse el discurso victimista que lo proclama a él, y sólo a él, como único salvador de la patria en lo que a economía se refiere. Después de meses culpando al anterior gobierno del déficit que sufrimos, de la agonía económica que padecemos y de los males congénitos que sufren las finanzas del país, encontrarse con que las dos comunidades bandera del partido, como lo son Madrid y Valencia, despuntan en el déficit autonómico siendo las culpables de la mayor de las desviaciones presupuestarias, lo único que hace es afianzar la creencia ciudadana de que todos, absolutamente todos los políticos, hacen del servicio público que pregonan un espectáculo cuya única finalidad es la de perpetuarse en el poder.

Si a eso le añadimos que uno de sus dirigentes decide soltar por esa boquita que tiene que con lo del aeropuerto de Castellón hubo mucho de mediático, respondiendo a otro de su propio partido que en declaraciones dijo que tal vez la solución para dicha infraestructura sería hacer los aviones de globos, la credibilidad, fiabilidad y representación que ellos se suponen cae en un saco roto que ya nadie es capaz de remendar con las mínimas garantías.

Qué tiempos aquellos en los que uno ni siquiera sabía de pedófilos en la red, de censuras conocidas sólo por la fama del censurado, o de batallas perdidas de la libertad de expresión mal entendidas. Cuando las visitas se devolvían, los comentarios se respondían y hacer la ronda cobraba un sentido literal del que hoy adolece.

Tiempos en los que los blogueros nos comíamos el mundo. Cuando los búhos reinaban sobre la publicidad. Cuando los que serían tildados de gurús estaban aprendiendo php y html. Cuando esos gurús respondían a todos sus comentarios como el más normal de los mortales. Cuando la fama aún no había ganado la batalla a la humildad en el cibermundo.

Tiempos en los que los periódicos estaban tan solo de forma testimonial en la red. Cuando los periodistas de careta y retrato ninguneaban a los escasos blogueros que decidían emitir opiniones en sus panfletos dospuntoceristas. Cuando ser bloguer lo convertía a uno en enemigo de los periódicos. Cuando ningún periodista se hubiera dejado descubrir tras un editor de textos dospuntocerista.

Tiempos en que lo más parecido al twitter era el messenger. Cuando nada piaba bajo el caparazón de un pajarito azul y las fotos se mantenían en los discos duros porque no se había inventado facebook. Cuando las Redes Sociales estaban más que mal vistas. Cuando escribir un blog era un arte y una forma de expresión y lo económico aún no había hecho acto de presencia. Cuando la publicidad era el enemigo número uno de los blogueros, hasta que a algunos les pusieron sobre la mesa algún que otro cheque al portador.

Tiempos en los que escribir en sms estaba mal visto. En que la redacción de los escritos era esencial. Cuando el SEO movía el mundo y los decálogos inundaban la red. Tiempos, en fin, en los que vivíamos en la infancia dospuntocerista.

Hace mal el gobierno en recurrir al patriotismo de pandereta con lo de Gibraltar. Y peor lo hacen quienes desde los medios de comunicación, La Razón exactamente, exageran situaciones llevándolas al extremo con la escenificación de una realidad falsificada que desemboca en una tensión innecesaria. En su tiempo fue esa una técnica más que loable para conseguir la unión de los ciudadanos alrededor de una bandera. Hoy, por contra, al menos para mi, es un claro síntoma de ignorancia congénita social.

AtNaBR1CMAEb8iB

Guerra es una palabra muy dura para describir lo que no es más que una disputa por un trozo de agua que sí, en realidad es nuestra y la hay que defender, pero que queda diluida en el mar de lo que a efectos prácticos son, o deberían ser, las aguas jurisdiccionales de la Unión Europea. Y ya se que no existe ese término jurídico pero debería…y me lo deberán reconocer tarde o temprano.

Yo soy Europeo. Ahora incluso lo soy más que Español. Es algo que los años me han inculcado y que creo derivará en simple ciudadano del mundo. Mi universo se ensancha con los años y cada vez veo más lejanas y aldeanas las fronteras que más estrechan mis miras. Mis catetismos desaparecen con cada soplo de velas en diecisiete de Mayo. Y las ataduras políticas que antaño me devoraron la piel de las muñecas perecen bajo el yugo de la mente abierta que sólo la vida es capaz de generar.

Pero una vez dicho esto me gustaría que los políticos me dijeran si esa transformación que sufro por etapas es buena o mala. Lo digo, más que nada, porque para mi es imposible sostener a la vez una visión europeísta de unidad y cooperación entre países, al tiempo que mantengo vivas fronteras que solemnizan la diferencia entre ciudadanos. Y también, se que parece que me contradigo con lo que dije del espacio Schengen en este punto, pero créanme, sólo lo parece.

Si nos tenemos que unir hagámoslo de una vez. Si no, dejen de tocarnos las pelotas.

Verán, servidor es alguien a quien le es imposible posicionarse definitivamente en cualquier tema. Soy de esos que un día pueden ser ‘pera’ y al siguiente ‘manzana’, sin que por ello tenga que ser uno diagnosticado de desdoblamiento de personalidad ninguno. Le doy muchas vueltas a las cosas, y aún tras escribir un post, puedo acabar retractándome parcialmente de lo dicho si alguien aparece, de entre la bruma dospuntocerista, y me da razones que contradigan lo escrito.

Un buen amigo me ha dicho que de vez en cuando no digo más que estupideces. La verdad, servidor se lee a sí mismo y no puede estar más de acuerdo en ello. Digo más, uno no llega a comprender en qué estado mental escribe cuando teclea alguna barbaridad que más tarde se ve obligado a rectificar. Lo único que puedo decir en mi defensa es que no soy capaz de pensar dos veces lo que acabo plasmando en el blog. Lo lamento, pero sólo así se escribir por aquí.

Ese amigo es alguien a quien admiro. Pero no por ser quien es, en realidad no es nadie, sino por lo que hace y dice por estos lares. Es un tipo singular y centrado. Alguien que seguramente te cruzarías por la calle y ni te dignarías a mirar. Un ciudadano más de los millones que poblamos el mundo. Uno de esos que servidor se extraña de haber encontrado por aquí. Un tío entregado a una causa noble que le provoca más de un disgusto y a la que aún así se niega a renunciar por principios…y por humanidad.

Seguramente éste buen amigo dirá alguna que otra barbaridad y tendrá también a algún Pepito Grillo particular que se lo recriminará. Y como yo, seguramente también él hará examen de conciencia y recapacitará sobre lo dicho y escrito, analizando con ojos foráneos lo que un día decidió que debía compartir, sin que haya necesidad de guardar inquina ninguna hacia quien simplemente decidió hacer uso de la confianza mutua que honradamente dio por hecha.

Yo, un sencillo camionero cuyos estudios se limitan al extinto EGB, sólo quiero decirle a ese muy buen amigo lo que él ya sabe y que espero que ya sepan todos ustedes. Pueden venir a este rincón con la tranquilidad de saber que nada de lo que le deseen recriminar al autor del blog traerá consigo enemistad ninguna. Es más, les puedo asegurar que más bien al contrario, ustedes encontrarán en mi a alguien más que dispuesto a sopesar sus críticas y puntos de vista. Nunca pretendí venir a este mundillo para buscar enemigos, sino más bien al contrario, a descubrir hasta qué punto podemos llegar a sentirnos completamente realizados debatiendo con los demás.

Soy voluble, cambiante y endiabladamente consciente de que nadie posee la verdad sobre nada. Pero por encima de todas las cosas, soy alguien que admira la franqueza, la verdad y la posibilidad de entrar en contradicciones sin que ello lleve derivados prejuicios personales ningunos.

Sí. Digo estupideces amigo mío. Pero te voy a decir una cosa; me alegro de que de vez en cuando me lo recuerdes. Sólo así se puede demostrar una amistad sincera. Y solo así podría escribir un post como este…

El #15m será muchas cosas. Buenas y malas. Pero si hay alguna de la que este movimiento ciudadano debería huir hasta perder el aliento, es sin lugar a dudas de acabar siendo absorbido por cualquier tipo de cariz político que expulse de sus filas, como ya ocurrió en el mes de Noviembre, a muchos ciudadanos que sin reservas estarían dispuestos a apoyarlos.

El #15m no debería consentir ser movilizado por partido ninguno sea éste de derechas o de izquierdas. Ni eran del PP cuando quien gobernada era el PSOE, ni lo son ahora del PSOE cuando quien gobierna es el PP. Tampoco se debería consentir que entre sus filas arraigaran movimientos como los de IU o ERC. Es más, a ningún partido político, viniera de donde viniera, se le debería dar permiso para monopolizar el discurso del movimiento.

Declarar el movimiento de izquierdas de por sí me excluye a mi. Declararlo de derechas tal vez te excluya a ti. Por tanto lo mejor será permitir que el movimiento en sí no se posicione, facilitando que en esas convocatorias a las que cualquiera de nosotros asistiría encantado, se pueda acudir sin temor a sentirse agredido por el mero hecho de haber votado a cualquiera que sea el partido que uno decidiera votar.

Y ese es un deber que tienen los organizadores del 15m. El otro ya lo saben, expulsar a los radicales como dijimos en el post anterior.

Me gustó lo que ayer pasó con el #15m. Me gustó que más o menos respetaran los horarios que se les impusieron. Que evitaran las gratuitas algarabías, las fantochadas del ‘nos quedaremos a sangre y fuego’. Me convencieron, un poco sí pero lo hicieron, de que esta protesta puede llegar a tener de nuevo mi apoyo sin ningún problema. Porque protestaron, dijeron cuatro verdades, y se marcharon a casa como personas civilizadas que son. Porque aunque se saltaron un poco la ley, la respetaron y acataron sin problemas.

Y porque ya sabemos cuales son las manzanas podridas que contaminan un movimiento ciudadano tan puro como éste. Tan solo hay que mirar quienes fueron los que decidieron quedarse a pasar la noche con la única intención de provocar a la policía. Esos necios que no conocen el respeto a la ley y que amparándose en el 15M provocan, insultan y suspiran por una carga policial que automáticamente los sitúe a ellos como víctimas de un sistema policial represor que no existe en esta España nuestra. En definitiva, los que hay aquí en el vídeo.

Ahora a los organizadores del 15m les queda la ardua tarea de limpiar el movimiento de alborotadores. De gentuza que los utiliza para dar rienda suelta a su rabia e incivismo usándolos de parapeto para sus más que detestables formas de protesta. Les queda eliminar las reminiscencias sectarias que los deslegitiman. Aparcar las influencias políticas que los acosan. Sobrevivir al éxito que les aplauden medios y periodistas cuya única aspiración es apalancarlos a un lado del cuadrilátero para utilizarlos contra su adversario político.

Al 15m le queda lo más complicado; ofrecer soluciones. Y para ello no bastan acampadas y protestas, sino propuestas y soluciones salidas de debates ciudadanos que se transmitan a las instituciones por los cauces legales que existen. Es necesario aceptar el juego democrático que entre todos nos dimos. Recomponer la protesta y convertirla en un partido nacido del propio 15m, que se aleje de los alborotadores, extremistas y violentos desencantados, que tan solo desean su bombo para hacerse invisibles a las miradas inquisidoras de quienes tienen en al 15m como una pacífica protesta ciudadana.

Hace falta que la pureza del movimiento se cuide hasta el hartazgo. Alejarse de los juicios sumarios. De las amenazas. De los eslóganes hirientes. Y por eso no me sumo aún a ella, pero la respeto.

Pd: la próxima vez, en lugar de banderas republicanas saquen alguna de esas que nos representan a todos de verdad, la bandera de la España constitucional. Verán como así aún más gente se les suma a las protestas y adquieren mayor razón y apoyo popular…

Pd2: a los que aúllan por la república hay que recordarles que si hoy viviéramos en una, Rajoy sería su presidente. Lo digo, más que nada, porque república no significa automáticamente gobiernos de izquierdas. Lo digo, para que sepan ustedes que también existimos los republicanos de derechas que suspiramos por una forma de estado que ustedes monopolizan sin ningún rubor.

El griterío que desde hace dos años se ha apoderado de la mayor y más dinámica de las Redes Sociales de las que hoy disponemos los ciudadanos, Twitter, ha sido convertido por nuestro subconsciente en algo necesario, que diametralmente colapsa nuestra capacidad para absorber la información que nos llega, y nos empuja hacia una lucha despiadada que nos convierte a todos en simples peones, que como en el ajedrez son sacrificados por quienes los mueven a voluntad sin que lo sepan, enfrascados en una guerra cuyos protagonistas permanecen al resguardo de palmeros, voceros y respetables personajes venidos del periodismo clásico y profesional.

Y ninguno nos paramos a pensar que tal vez las modas, los hasgtags y las quedadas dospuntoceristas, tengan como origen algo tan siniestro, y por otra parte tan evidente, como lo es el componente político que puedan tener quienes las convocan. Otorgamos a estos movimientos una autonomía que a duras penas resiste cualquier análisis sosegado que podamos efectuarles. Nos dejamos llevar por hasgtags a los que se suman infinidad de individuos que difícilmente podrán compartir con nosotros algo más que un simple tuit si escarbamos en sus idearios. Y lo que es peor, los defendemos de quienes los denuncian, atacando a quienes en su sano juicio se aventuran a publicar dichas contradicciones, convirtiendo lo que en su día fue una herramienta de comunicación, en una especializada arma de linchamiento público propia del actual S. XXI.

Esto es twitter hoy en día. Y con ello conviviremos en los próximos años.

  1. Dar trabajo a los antidisturbios.
  2. Dar trabajo a los barrenderos.

Y poco más…

Elsa GonzalezAl acto de mirarse a uno mismo como ejemplo práctico de cualquier cosa, pudiendo ser ese mismo una persona o un colectivo, es a lo que se llama ombliguismo. Un mal, pero decirlo de forma suave, que sufrimos por estos lares hace unos años y que hizo que miles de bloguers, comprometidos con esa herramienta que iba a cambiar el mundo, se desgañitaran escribiendo miles de artículos, con los ‘pros’ y casi ningún ‘contra’, de una herramienta que tenía como máxima aspiración, el plasmar lo que el cerebro generalmente empequeñecido del autor de turno, pudiera llegar a parir en un descuido.

Bruno PatinoY dirán ustedes, “vale, ahora dime quienes son esos dos del título”. Pues bien, esos dos son Bruno Patino, director del departamento digital de France Televisión y de la escuela de periodismo IEP de París, y Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, que en el mismo día, en sendas dos ‘charlas’, se dedicaron a hablar del periodismo de hoy y ha discernir entre lo que es y no tal cosa.

Ambos dos, para defender la supervivencia del oficio que profesan, decidieron dar a entender que todos los periodistas, sin dejar espacio para el ‘casi’ por ningún lado, cumplían el código ético aquel que reza; informar sin opinar, comprobar antes de publicar, y transparencia frente a omisión. Olvidaron que hoy en día ninguno de los tres supuestos de ese código se cumplen en el actual periodismo.

Basta con escuchar la radio y leer los periódicos contrastándolos con sus alter egos. La misma noticia tiene infinidad de matices que acerca sus conclusiones hacia la línea editorial que cada cual defienda. Y eso señores, lo quieran o no, no es informar, sino matar el periodismo que tanto aman. ¿O es que no se han parado a pensar que tal vez la razón por la que la venta de periódicos baja constantemente sea que éstos ya no son fiables? Enfrentar periodismo con internet es una muy mala idea.

Tal vez la aparición de internet sea la que haya facilitado el que tanta gente como servidor se haya dado cuanta de hasta qué punto nos tenían engañados. Tal vez, solo tal vez, la aparición de internet se haya convertido en la vacuna de los ciudadanos a sus mentiras y tergiversaciones. Y es que ahora, reconózcanlo, ya no les es tan sencillo amuermarnos y adoctrinarnos, y por eso se ven obligados a caer en el ombliguismo del que nos libramos en los blogs hace ya unos cuantos años.

Comprométanse con la verdad y dejen la opinión para los pancarteros de turno. Idealicen su oficio desde el trabajo y no desde los sermones paridos por gurúes que viven apoltronados en sus despachos. Informen y dejen de una vez de creer que todavía viven en el siglo veinte.

0 Comentarios

Warwick avenue live

Hoy os dejo esta canción, de mis favoritas de Duffy por encima incluso de la mítica ‘mercy’, y me voy en compañía de mi amada. La dejo, la canción, como fondo musical mientras me acurruco, al lado de mi mujer, dispuesto a ver lo que quiera Dios que sea lo que pongan en la caja tonta, con tal de que sea juntitos y abrazados. Es lo que tiene estar en estado, ¡que no se soportan las sillas de ordenador!

Un beso en la mejilla para ellas y un abrazo para ellos.

Que actos tan cotidianos como lavarse las manos acaben salvando cien vidas al año en España, es un dato curioso que cuanto menos debería hacernos a todos replantearnos hasta qué punto, un acto que pueda carecer de la importancia debida es, al fin y al cabo, decisivo para la consecución de objetivos mayores.

Extrapolando esta noticia a cualquier ámbito social en el que nos veamos implicados cada uno de nosotros, y concediendo a nuestros actos el valor real que la misma noticia les infiere en un volumen global, todos acabaríamos aceptando que cualquier decisión, por pequeña o insignificante que esta sea, se convierte en un paso decisivo hacia la consecución de una meta mayor.

mujer islámicaEl mismo hecho de que en Arabia Saudí ya haya mujeres que protesten, aún bajo el yugo de sus cárceles vestimentarias, por el futuro que la sociedad que las rodea les prepara, es una prueba más que notable que valida el dicho de que no hay gesto pequeño, sino mentes minúsculas que los contemplan.

Tal vez estas mujeres árabes que reniegan de una visión medievalista de la religión que abrazan sean la punta de lanza, que como en su época, representaron las primeras ciudadanas europeas que lucharon y protagonizaron los debates políticos y ciudadanos que nos acabaron legando las democracias que hoy disfrutamos. Son la cuña que acabará partiendo la losa de granito que representa una civilización encerrada en sí misma y sometida a los designios de un libro que permite demasiadas interpretaciones interesadas de sus palabras.

Supongo que lavarse las manos salva vidas. Tal vez las protestas de aquellas mujeres hagan mucho más; salven a una civilización entera.

Después de una larga meditación introspectiva, uno no es capaz de huir de la imperiosa necesidad de preguntarse a sí mismo sobre la capacidad, extraordinaria capacidad diría yo, que tienen algunos compañeros de viaje dospuntocerista para abstraerse de las modas cibernautas y limitar sus blogs a los temas que una vez decidieron naturales para ellos.

Servidor, con todo el tiempo que lleva escribiendo por estos lares, ha sido incapaz de evitar la tentación, nefasta tentación, de hablar de política como si la vida me fuera en ello. He convertido, como dije el otro día, el blog en un panfleto y lo que es peor, mi Google Reader en un espejo del mismo. La retroalimentación que ambos dos realizan para elaboración de contenidos ha convertido a un servidor de ustedes en un simple pelele abocado a escribir sobre temas, que en la mejor de las ocasiones, sólo conoce de pasada.

Pero ya está bien de autocomplacencia y falsa humildad. Para ser sincero conmigo mismo y con quienes me leen, lo que tiene que hacer un servidor es formularse la pregunta correcta en los términos adecuados. ¿Cómo recomenzar el blog sin parecer un bloguer impostado?

Supongo que la respuesta será sencilla, pero quien aquí escribe, como dije al principio, no es de los que son capaces de abstraerse de aquello que les rodea sin caer en sus pecaminosas trampas. Uno, puede que mortalmente, ha sido invadido por la política y lleva la opinión en vena para el resto de sus días, así que el simple final de un estilo de blog no es el camino correcto, o al menos el sencillo para este bloguer.

Tal vez, la solución esté en la capacidad de uno para hacer las cosas de forma diferente.. Y creo que ese, precisamente ese, es el camino elegido por servidor para deleitarse de nuevo con el placer del blogging. ¿Se imaginan una canción dance A Capella y que encima suene bien?

Pues si eso ha sido posible, también lo será que yo convierta este antro en un lugar más ameno…¿verdad?

Creo que mi blog se ha colocado también en el lado oscuro de la realidad. Ese lado que inmisericordemente amarga la existencia de quienes acceden a posar sus ojos en él y que dilapida cualquier atisbo de alegría matutina que pudiera haber germinado en nosotros mientras Morfeo nos tenía en sus brazos. Me leo, reconozco que lo hago en ocasiones por simple curiosidad, y lamentablemente no me gusto. He transformado mis escritos en esputos carentes de toda mesura. Convertido mi afición en panfletismo dospuntocerista. Convertido en víctima y verdugo al mismo tiempo.

Si alguna vez hubo un futuro horrible del que siempre debimos huir, ése fue éste que hoy vivimos en la blogosfera. Hemos convertido nuestros blogs en simples altavoces de los discursos políticos de quienes decimos detestar. Lo vimos venir hace tiempo con los primeros desembarcos periodísticos en la blogocosa y no hemos sido capaces de atajar la sobredosis política que desde entonces intoxica esta maravillosa herramienta. Y así hemos acabado convirtiendo nuestros Time-Lines en espasmos políticos carentes de toda imparcialidad, que retratan sin duda ninguna las fuentes de las que cada cual de nosotros bebemos a diario.

Lo que otrora fueron centros de debate ciudadano carentes de toda carga política enfatizada, han acabado transformándose en simples repetidores incansables de mensajes ya digeridos por los demás, cuya única función es la de afianzar las afirmaciones ya publicitadas y permitir la creación de un caldo de cultivo eficaz que permita a los futuros eslóganes políticos un enraizamiento más efectivo y duradero en la conciencia colectiva que nosotros hemos ayudado a construir.

Tal vez, y lo creo firmemente, ahora mismo estén mejor informados quienes no saben de la existencia de los blogs, que quienes creímos que con ellos nos convertíamos en seres capaces de discernir entre el bien y el mal. Tal vez hoy en día la ignorancia cibernauta sea lo que nos de la clave para estar, de verdad, verdaderamente informados.

Los recortes de plantillas iniciados por los periódicos de El Mundo y El País, sumados al cese de la edición de papel de Público, deberían tener como consecuencia el final de una ensoñación fantasiosa de la que adolecen miles de periodistas en este país, y en el mundo en general, que sitúa sus ideologías por encima del puro y rancio negocio de la información.

Si atendemos a la forma de los despidos, las indemnizaciones y el sometimiento de los ERES a las nuevas leyes que hasta ayer criticaban con repugnante vehemencia, tendremos como foto fija de la actualidad periodística de este país, a un periodista profundamente ideologizado, que se cree trabajador de un medio coherente con lo que dibuja en sus páginas, que más pronto que tarde sufrirá una puñalada trapera en el justo momento en que su trabajo deje de ofrecer réditos al dueño del medio en cuestión.

Periodistas que dejaron de serlo para convertirse en simples peleles dirigidos y manoseados por millonarios, que se escudan en ideologías en las que no creen para seguir aumentando sus fortunas, y que sin darse cuenta participan del lavado de cerebros estandarizado que se efectúa desde las páginas de opinión con los que fidelizar una audiencia de la que, en el mejor de los casos, lo único que se desea es la calderilla que baila en el fondo de sus bolsillos.

Despertad periodistas. No escribáis lo que creéis que es digno de vuestro periódico, sino lo que es digno de vuestra inteligencia. Dejad de mirar de reojo a vuestro alrededor y atended a la realidad que se vive. No escribáis desde las vísceras de quienes tan solo os utilizan para ganar dinero. Atinad con  vuestros escritos en la diana de la verdad sincera. Alejaos de quienes os dicten panfletadas que minimicen realidades o noticias que no les convienen y convertíos de una vez por todas en lo que siempre quisisteis ser; periodistas de la realidad.