Elsa GonzalezAl acto de mirarse a uno mismo como ejemplo práctico de cualquier cosa, pudiendo ser ese mismo una persona o un colectivo, es a lo que se llama ombliguismo. Un mal, pero decirlo de forma suave, que sufrimos por estos lares hace unos años y que hizo que miles de bloguers, comprometidos con esa herramienta que iba a cambiar el mundo, se desgañitaran escribiendo miles de artículos, con los ‘pros’ y casi ningún ‘contra’, de una herramienta que tenía como máxima aspiración, el plasmar lo que el cerebro generalmente empequeñecido del autor de turno, pudiera llegar a parir en un descuido.

Bruno PatinoY dirán ustedes, “vale, ahora dime quienes son esos dos del título”. Pues bien, esos dos son Bruno Patino, director del departamento digital de France Televisión y de la escuela de periodismo IEP de París, y Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, que en el mismo día, en sendas dos ‘charlas’, se dedicaron a hablar del periodismo de hoy y ha discernir entre lo que es y no tal cosa.

Ambos dos, para defender la supervivencia del oficio que profesan, decidieron dar a entender que todos los periodistas, sin dejar espacio para el ‘casi’ por ningún lado, cumplían el código ético aquel que reza; informar sin opinar, comprobar antes de publicar, y transparencia frente a omisión. Olvidaron que hoy en día ninguno de los tres supuestos de ese código se cumplen en el actual periodismo.

Basta con escuchar la radio y leer los periódicos contrastándolos con sus alter egos. La misma noticia tiene infinidad de matices que acerca sus conclusiones hacia la línea editorial que cada cual defienda. Y eso señores, lo quieran o no, no es informar, sino matar el periodismo que tanto aman. ¿O es que no se han parado a pensar que tal vez la razón por la que la venta de periódicos baja constantemente sea que éstos ya no son fiables? Enfrentar periodismo con internet es una muy mala idea.

Tal vez la aparición de internet sea la que haya facilitado el que tanta gente como servidor se haya dado cuanta de hasta qué punto nos tenían engañados. Tal vez, solo tal vez, la aparición de internet se haya convertido en la vacuna de los ciudadanos a sus mentiras y tergiversaciones. Y es que ahora, reconózcanlo, ya no les es tan sencillo amuermarnos y adoctrinarnos, y por eso se ven obligados a caer en el ombliguismo del que nos libramos en los blogs hace ya unos cuantos años.

Comprométanse con la verdad y dejen la opinión para los pancarteros de turno. Idealicen su oficio desde el trabajo y no desde los sermones paridos por gurúes que viven apoltronados en sus despachos. Informen y dejen de una vez de creer que todavía viven en el siglo veinte.

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