Y es que como alguno me ha dicho ya por aquí, debo mirarme con bastante urgencia eso de estar demasiadas veces cabreado. Y es más, creo que sojuzgo demasiado últimamente en mis entradas a los demás bloguers. Por ello me he decidido a leer un libro que lleva años en mi estantería y que ha sido heredado de la librería de mi padre; La mente humana.
Este libro es viejo, muy viejo, en concreto del año 1982 y fue escrito por Jose Luis Pinillos. La edición que tengo delante de mi es de la Biblioteca Básica Salvat, y el mentado es el número noventa y uno de la susodicha colección.
Han pasado muchos años desde que este viaje por la historia de la mente humana se plasmó en un libro. Es más, ni siquiera se si las conclusiones a las que llegue el autor en él se sostienen aún hoy en pie entre la comunidad científica. Lo cierto es que necesitaba de un libro de estos, duro y difícil de entender, para que mi mente dejara de pelearse con quien se me pusiera por delante.
Tras la lectura de este libro, y a juzgar por lo que llevo leído, tanto las religiones y la forma de pensar del ser humano, como la propia vida vegetal y animal que nos rodea, serán vistas por servidor de una forma tangencialmente distinta a la actual. Os dejo con el prólogo, que fue lo que primero me llamó la atención, y me atrapó en este viaje a donde pocos han llegado, la mente humana.
El hombre primitivo sabía muy pocas cosas acerca del mundo exterior, pero creía muchas sobre el mundo interior y el otro mundo. A nosotros nos ocurre hoy justamente lo contrario; en realidad, parece como si nuestras creencias e incredulidades se fueran invirtiendo cada vez más respecto de las de los hombres que nos precedieron en la historia. Hoy, en efecto, se aceptan como naturales, o a lo sumo provocan una epidérmica y fugaz curiosidad, acontecimientos técnicos que hubieran sobrecogido a la humanidad de hace unos siglos. Contrariamente a lo que ocurría en otras épocas (recelosas del progreso material), la credulidad científica de nuestro tiempo no conoce límites; de hecho, no solo se aceptan como naturales hazañas tan inverosímiles como la del “Apolo XI” o los trasplantes de corazón, sino que hasta los pronósticos científicos más aventurados encuentran una acogida favorable por parte de un público predispuesto a admitir como perfectamente “naturales” las más increíbles proezas de la técnica.
De otra parte, sin embargo, el aumento de esta fe colectiva en la capacidad de la ciencia para conquistar la realidad material parece ir acompañado de una creciente desconfianza hacia todo cuanto se refiere al mundo del espíritu. Dicho de otra forma, ocurre como si la fe en la técnica y la preocupación por la conquista del mundo exterior alejaran al hombre de si mismo y, a la par, lo distanciaran también de sus tradicionales creencias religiosas, esto es, lo secularizarán. La historia de la psicología no ha permanecido ajena al giro de la sensibilidad humana que acabamos de comentar.
Del culto primitivo a los espíritus y de la especulaciones antiguas medievales del alma, se ha pasado, en efecto, poco a poco a una ciencia de la conducta, desentendida de la conciencia y principalmente preocupada de los problemas biológicos y sociales de la adaptación de los organismos a su medio. Dicho brutalmente: la psicología actual no solo no trata del alma, sino que incluso ha pretendido prescindir de la mente y de su principal signo, la conciencia.
Tras medio siglo de infructuosos esfuerzos por conseguir hacer una psicología sin conciencia, el conductismo ha cedido en sus radicales pretensiones, y las aguas empiezan a volver de nuevo a un cauce más razonable.
El título, pues, de este pequeño libro, La mente humana, deliberadamente acentúa la dimensión consciente del comportamiento humano, no, claro es, para resucitar viejas especulaciones en torno a unas fantasmagóricas formas sustanciales, ni para recaer en la mera introspección de unas conciencias desvinculadas de la biología y de la sociedad, sino para inscribir adecuadamente el innegable hecho de la conciencia en sus no menos innegables bases biológicas y condicionamientos sociales.
En tal sentido, comenzaremos por exponer en toda brevedad un esbozo del largo y complicado camino que la vida ha debido seguir hasta producir el tipo de organismo humano actual, de cuyo comportamiento, exterior e interior, pretendemos dar razón en este libro.
Así que imaginaros si la introspección en mi propia mente será o no efectiva. Solo espero que de esta, mi mente salga renovada y libre de prejuicios. Ya os diré que tal está el libro. De momento, y según lo que llevo leído, me parece que disfrutaré de lo lindo leyéndolo.
Otra vez soy la primera.
Tio que te aproveche la lectura, no entendí ni un pijo del prólogo, mi capacidad mental no alcanza esas dimensiones, me quedo con Mortadelo y Filemón jejeje.
Tony igual cuando acabes de leer el libro, no te conocemos. cabreate lo que quieras y no te obsesiones jejej
Como siempre un besete
Para serte sincero, cuando leo el contenido del libro más parece que me estuviera leyendo una de mis entradas-ladrillo que otra cosa jajaja.
Bueno a mi siempre me ha gustado divagar y este libro, aunque no en el sentido que los cabezas de chorlitos como yo le damos, no hace más que eso.
Ya te diré qué tal me va. De momento solo decir que yo suelo leer solo unas páginas diarias, y que por la cantidad de las que tiene este, con él tengo para un mes o mes y medio ¡juas!