Esta mañana he visto el documental del juego de la muerte que he publicado antes en el blog. Me ha sorprendido el resultado. Me ha impresionado cómo podemos llegar a convertirnos en los verdugos de una dictadura. Me ha aterrorizado cómo es de complicado negarse a obedecer las órdenes que desde la autoridad se nos imponen… No sabía que hace ya muchos años, un tal Milgram, rebatió mis convicciones con un sencillo experimento en el que puso a unos individuos frente a la obediencia a la autoridad. Y lo que es peor, que alguien idearía un experimento similar al de éste (el que he publicado esta mañana) y que los resultados incluso se superarían en la actualidad. Yo siempre he sido una persona que creía en la bondad universal del resto. Siempre creí en aquello de que las personas, tras tanta guerra y padecimiento de dictaduras, sería más proclive a desobedecer las órdenes que para ellos supusieran un choque de trenes entre sus valores y sus supuestas obligaciones. Siempre creí, que por mucho que se nos intentara lavar el cerebro para ejecutar un cometido contra el que pudiéramos tener la más mínima de las objeciones, nuestra voluntad sería lo suficientemente firme como para anular la de la autoridad y acometer la desobediencia. El documental me ha mostrado que no es cierto. Y aún más, repasando en la memoria momentos en los que pudiera ser que obedeciera órdenes en las que se me exhortaba a hacer algo que para mi estaban mal, me he encontrado con que yo mismo padecí el estado agéntico del que se habla en él. No, no he sido un sádico que ha insuflado descargas eléctricas a mis congéneres porque alguien me lo dijo. Pero sí que es cierto que he obedecido en alguna ocasión al realizar acciones, que a mi juicio no estaban bien, pero que por no enfrentarme a jefes, amigos o familiares, realicé sin dudarlo casi ni un segundo. Yo hubiese sido probablemente de los que llegaran al final, o tal vez no. Pero eso es algo que en realidad carece de sentido. Lo único cierto tras ver el documental, es que yo mismo padecí el primer síntoma del que se habla; el de los ochenta voltios. También tuve esa risa nerviosa con sólo ver el vídeo. La misma evacuación de tensión acumulada. Experimenté el mismo proceso de formación de un ejecutor similar a los que pulsaban las palancas en el Tercer Reich. El mismo asesino de masas en que irremediablemente acabaron convertidos tantos y tantos alemanes en la era Nazi. Y ellos eran como yo. Personas que se vieron sometidas por una autoridad que les animaba a realizar actos contra los cuales les era imposible revelarse. Personas que perdieron su voluntad en favor de una autoridad que simplemente les exhortaba a hacer cualquier acto sin que el cuestionamiento fuese admitido. Personas que experimento tras experimento demostraron que cualquiera de nosotros se podría convertir en el brazo ejecutor de una dictadura. Por mucho que nos neguemos a reconocerlo, tan solo necesitaríamos ponernos en situación para sufrirlo.Por mucho que nos neguemos, pocos o muy pocos son capaces de reunir el valor suficiente para gritar basta. Simplemente he visto lo sencillo que es manipular la mente de los demás. Y la verdad, me he amargado la tarde. |
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Creo recordar que en TVE, pues esto fue hace muchos años, emitió un programa en el que se incitaba a los participantes a realizar actos de extrema violencia sobre otras personas (actores ganchos) y en varias ocasiones tuvieron que detener la mano de los participantes. Así creo recordar, como tuvieron que parar a uno que le iba a romper la cabeza a un "gancho" con un bate de "béisbol", y en una inocentada un torero creo que famoso le falto poco para meterle el estoque a un motorista.
Las fechas y los programas ya no los recuerdo, pero en el archivo seguro que están.
Vaya tela, creo que ese programa lo vi entre los vídeos relacionados de éste documental. Creo que está en el youtube completo. Tal vez lo pongamos la semana que viene si está para que todos veamos que no hay fronteras en esto...
Un saludo.
Podemos usar esta verdad como forma de reconocernos para poder actuar en consecuencia, escogiendo.
Esa es nuestra virtud. Ni la fe ni la ciencia ni la economía ni la bondad... La posibilidad de escoger.
Tú has escogido hacer la reflexión. Yo, por eso, sigo creyendo que la sociedad puede madurar en su conjunto. Quizás me muera con al esperanza dentro de 40 años. Pero nada pierdo.
;)
Excelente como siempre la reflexión de hoy.
Me alaga eso de excelente reflexión jejeje