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Mi nuevo amanecer…Tweet
Escrito el 21 sept 2009 | Autor: AntonioEZafra
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Ayer, mientras escribía la entrada de ayuda a Malina Maniac, me puse a pensar en si debería o no hacer una entrada en la que contara cómo fue mi travesía por el desierto de la precariedad laboral, y más concretamente, de la falta de éste. Al principio pensé que no debía hacerlo, pero la entrada de Mónica me hizo replantearme este punto ya que como ella, servidor pasó de buscar trabajo de aquello que le gustaba, camionero, a hacerlo de lo que fuera. Cuando me quedé en el paro, allá por Mayo del año pasado, decidí que once años laborales, empleados en hacer del volante mi profesión, serían una carta de presentación más que apetitosa para cualquier empresario del sector. No hará falta decir que aquello, lejos de ser verdad, acabó convirtiéndose en una lejana y casi decrépita esperanza, cuyo destino final, era el olvido. En aquel entonces, como todos sabéis, la crisis estaba enseñando los dientes y ningún empresario pensaba en contrataciones, sino más bien en despidos. Durante el primer mes, mi disposición fue la de buscar el empleo de siempre, conductor de tráiler. Muchos curriculums, muchos viajes y finalmente nada. Durante un tiempo se me dijo y aseguró que con semejante experiencia sería de los primeros a los que se llamaría en muchas empresas. El primer trabajo, tras estar un mes en el paro, fue para hacer una sustitución de verano llevando un camioncito pequeño, de dos ejes, en el que se repartía cemento ensacado en palets. Aquello, lejos de ser un camión de los que uno acostumbraba a llevar, parecía más un juguete. Pero el paro acechaba, y la posibilidad de que comenzara trabajando en una sustitución y pasara luego a la plantilla de la empresa, era más que viable, siempre según las palabras de mis propios jefes. Pasado el mes de Vacaciones, fui al paro y todo comenzó de nuevo. De entrar en plantilla nada de nada, eso sí, me pagaron hasta el último céntimo y no me engañaron (recordemos que se hablaba de posibilidades, no de certezas), cosa que siempre es de agradecer. Dos semanas después, y para sorpresa mía y la de muchos, entre ellos mi mujer, encontré el mejor trabajo del mundo. Apenas un mes después de escribir esta entrada volvía a quedarme en el paro debido a la galopante crisis que ya se nos echaba sobre todos nosotros. Y que no le quede la menor duda a nadie, esa empresa, con la forma de trabajar de su jefe, fue y será de lo mejor que me haya pasado en al vida. Ahora, y de eso estoy seguro, cuando me preguntan cómo debería ser la empresa perfecta, esa es la que se me viene a la mente. Y no me sabe mal haber perdido semejante oportunidad laboral, entre otras cosas, porque soy de esos que no están destinados a tener un trabajo perfecto, sino a convivir con decenas de inconvenientes laborales que en ocasiones hacen insufribles las jornadas laborales. Eso sí, al menos podré decir que durante tres meses trabajé en la mejor empresa del mundo. Tras el despido, el segundo en poco más de cuatro meses, llegó el decaimiento progresivo. Unas veces porque no salía nada, otras porque solo llegaba a trabajar un par de días y después todo se iba a la mierda. Recuerdo que entraba a trabajar en una empresa, me la enseñaban, me decían que ruta iba a hacer, y dos días después aparecía otra empresa que hacía el servicio más barato y mi despido era irremediable. En aquel entonces ya las empresas del transporte comenzaban a ofrecer sus servicio a bajo coste, o sea, perdiendo dinero, y el mercado laboral ya se había convertido en una lucha encarnizada entre demandantes entre los que la experiencia ya no era un valor seguro y sí el posible enchufe que se pudiera tener. Además ya no se podía confiar en los amigos, ya que estos, lejos de tener un futuro laboral limpio e impoluto, se enfrentaban diariamente en sus empresas a los nubarrones del despido y la soledad del demandante de empleo. Tenían presente, como diría aquel, aquello de “si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Y eso hacían y hacen los pobres, prepararse para cuando les llegue el turno. Las Navidades las pasé más o menos bien. Según otra empresa, cuando pasara Año Nuevo me contratarían. Y así fue como se me ocurrió el poster que os regalé a todos vosotros. Pero ¡Oh sorpresa! mi gozo en un pozo. La ansiada llamada no llegó. Las posibilidades laborales se fueron evaporando y ya muy en el fondo de mi corazón se urdía el “plan b”, trabajar de lo que fuera. Así, entre noches de tres o cuatro horas de sueño a lo sumo, de miradas al techo esperando que pasaran las horas, y entre viajes y viajes repasando por cuarta o quinta vez las mismas empresas para dejar los curriculums modificados por decimosexta vez, llegó el fatídico mes de Abril. Y entonces ya se acabó aquello de buscar empleo de chofer, y pasé a buscarlo de lo que fuera. El “plan b” estaba en marcha y los ánimos se recobraban ante la inmensidad de empresas en la que podía tener posibilidades de trabajar y rehacer mi trayectoria profesional. Claro que todos esos ánimos decayeron cuando caí en la cuenta de que no tenía estudios. Yo quería trabajar, claro, pero no tenía formación alguna. Yo solo sabía llevar un camión y eso ya no me valía para trabajar en un almacén, ni en un taller, ni en una carpintería…Y me dispuse a modificar de nuevo el curriculum poniendo la experiencia laboral de hacía ya casi doce años. Aunque claro, y eso lo reconozco, poner que fuiste fontanero (ayudante) y que de eso hacía ya doce años, no era lo mejor para una presentación formal en una empresa. ¿Pero qué podía hacer? Y así ya me puse a buscar de todo. Lo malo era que en todos los lados, para llevar los tornillos, ya tenían a niños de dieciséis años, y uno con treinta y tres no era el perfil buscado por ninguno de ellos. Yo quería trabajar de lo que fuera, pero ni mis capacidades laborales, ni mi edad, eran lo que buscaban las empresas, y el círculo se cerraba poco a poco ahogándome no solo a mi, sino también a mi mujer y sus esperanzas de poder acabar la carrera que tanto sudor y lágrimas le está costando. Y entonces decidimos quedarnos sin Internet. El paro ya no nos daba más que los 695 € de rigor y los gastos ordinarios había que recortarlos al máximo. Por ello, el 15 de Junio, anunciamos que el Mosquitero cerraba por causas económicas. Por suerte, el blog se ha podido actualizar con la frecuencia casi diaria, eso sí, del Internet ni se sabe ni se lo busca…de momento. Y lo más curioso, dos días después de dar el fatal paso de quedarnos sin Internet, llegó la oferta laboral que esperaba. Y aunque no soy un chofer al uso, sino más bien un repartidor de colchones a domicilio, lo cierto es que desde hace tres meses ya llega el sueldo con regularidad a casa y servidor ha podido respirar un poquito. Es cierto que el trabajo no me gusta y que no es lo que un conductor profesional espera encontrar para trabajar. Pero no lo es menos tampoco, que en tiempo de necesidad cualquier piedra hace pared, y ésta aunque lamentable y mal pagada, es la pared que nos permite comer a diario. La mujer ha aprobado una de las cuatro asignaturas que le quedan para acabar la carrera y el futuro, si bien aún no lo tenemos con un horizonte claro, sí que podemos decir que se nos presenta esperanzador. Porque no nos engañemos, ahora mismo se me acabó el contrato y estamos en las fiestas del pueblo, por lo que la empresa cierra una semana entera y ha decidido mandarme de nuevo al paro en espera de que llegue el día 1 de Octubre para volverme a contratar. La experiencia me dice que no me fie y que no lance las campanas al vuelo, el corazón que este tranquilo, que este trabajo no se me escapa. Pero lo que he querido transmitir en esta entrada a estas dos amigas paradas y deseosas de encontrar trabajo, y por extensión a todos los que lean esta entrada y se encuentren en una situación similar, es que al final todos los días amanece y que aunque lo veamos todo negro, con ganas y determinación siempre se acaba viendo la luz al final del túnel. Un beso para todos los parados y mucho ánimo para que no decaigáis. La esperanza, amigos míos, es lo último que hay que perder. |
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Me ha encantado esta entrada Toni, llena de esperanza, gracias
Un abrazo.
Te pilló con 33 y con fuerzas y ganas para mirar hacia adelante... te pilla con 45 y te mata.
Me alegra Arena, está escrita justamente para eso.
Eulogio, hay que ser siempre positivos, incluso cuando nosotros mismos pensamos que no lo podemos ser. Evidentemente con 45 es peor, pero es que yo no poseo esa experiencia, y sí la de los 33. Amigo mio, con la entrada no trato de dar ninguna lección, solo infundir esperanzas.
Cada uno labra su propio camino, hacia el éxito o hacia el fracaso, pero siempre uno mismo, nunca los demás.
Sólo hay una cosa que no tiene remedio Antonio: estirar la pata.
Bueno, eso y los 15.000 millones de ZP... ¡qué le vamos a hacer!
Siempre pa'lante, como decía no recuerdo quién, pa'trás ni pa'coger impulso.
:D
¡Un abrazo!
De todo se sale, menos de lo que nadie lo hace y a todos llega. Yo estoy mas o menos en esa lucha, a ver que tal va todo. Animo y suerte, Antonio.
Carpe DIem
Muchas gracias a todos por comentar y por dar ánimos a todos los que están en esa difícil situación en estos momentos. Aunque es cierto que es bastante sencillo decir estas cosas y pasar página, el escucharlas, para quienes pasan por ese trago, es un alivio que solo puede suministrar quien las escribe. Así que no perdáis la ocasión de mandar ánimos, porque aunque solo sean ánimos, levantarán la moral de más de uno que está a punto de caer en la desesperación.
Malina, me alegro mucho de que empieces a ver posibles salidas. Las amistades, tanto verdaderas como profesionales, son las que nos pueden ayudar de verdad a salir de este bache. Me alegro de que esas mismas amistades sean las que te ofrecen una posible salida.
Un beso muy grande.
¡¡¡Sobre todo y ante todo... huir del desánimo como del hambre!!! ¡¡¡Aunque sea por pura cabezonería!!! :)
totalmente esperanzador que sin duda a pesar de como lo pasaste no te rendiste y debería extenderse.
Mucho animo a todas aquellas personas que luchan dia a dia por un empleo o por conservar el suyo!!!
Cierto Ángel, hayq ue huir del desánimo jejeje, por cabezonería o por lo que haga falta jajaja
Seguro que reciben esos ánimos con una sonrisa Ana