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Observando

Silenciosa veía pasar la noche segundo a segundo, momento a momento. Desde allí, desde lo alto de aquella magnífica edificación antigua, dominaba aquella calle desierta y captaba, al momento, cualquier movimiento que perturbara la paz que ahora la dominaba. Durante muchos años había presenciado cómo cambiaba poco a poco sin llegar a advertir, en ningún momento, que el progreso se abría paso a su alrededor.

Allí estaba ella, vigilante ante cualquier cambio, disfrutando de aquella maravilla que era el progreso. Ahora veía parques y bancos para que los transeúntes se sentaran mientras disfrutaban de un momento de paz. Había más tráfico sí, pero extrañamente parecía mucho más ordenado. Estaban los edificios de alrededor repletos de escaparates, terrazas con gente...vida.

Ahora era de madrugada. Esa calle, que por el día hervía de agitación, estaba ahora desierta y plácidamente calmada. La luz de su habitación se apagó y supo, en ese momento, que la hora de dormir le había llegado también a ella, a la ventana que dominaba desde aquella magnífica edificación antigua, la calle a la que había visto crecer desde pequeña.

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