No hay nada como despertarse por un aterrador grito en mitad de la noche para caer en la palmaria cuenta de que no vivimos en esa quietud que damos siempre por hecha. Visto en perspectiva, vivimos todos en una especie de fantasiosa burbuja, que nos hace creer que andamos por el mundo protegidos por una especie de karma invisible que nos evitará por siempre cualquier tipo de percance.

Y en eso, cuando uno menos se lo espera, el mundo bajo sus pies se viene abajo, los edificios le escupen escombros sobre la cabeza y las olas del mar se vuelven inmensas paredes de agua que arrasan con todo cuanto se encuentran a su paso. La Tierra estornuda y nuestra particular burbuja se rompe, dejándonos a merced de cuantos peligros conviven en nuestra atareada vida de hormiguitas obreras.

No ha hecho falta más que dos trozos de tierra se rocen para que la rutinaria vida de millones de seres humanos se torne en esperpento, pavor y caos. Un roce y quien esta mañana pretendía comprarse un coche, se ha quedado a mitad de camino del concesionario obstaculizado por una calzada partida en dos, que a modo de Oráculo que todo lo sabe, ha frenado su despreocupado transitar por la ciudad abriéndole los ojos a la realidad en la que vive.

Y como ese millones de ejemplos. Como decía antes, visto en perspectiva nuestro mundo al modo de Google Maps y alejando la vista al máximo posible, comprendemos cuan frágiles e insignificantes somos. Es cierto, eso se suele decir muchas veces en los velatorios, pero no me negarán que hoy viendo la tele no han pensado eso mismo.

Lo malo es que aún viendo que es posible que en un segundo todo se vaya a la mierda, continuamos pensando que a nosotros nunca nos pasará nada. Así es la vida. No es suficiente con saber que la quietud en que vivimos es tan frágil, además hay que perderla para aprender a valorarla…

4 Comentarios:

    Anónimo el 12 de marzo de 2011, 10:36 dijo...  

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    Anónimo el 12 de marzo de 2011, 10:38 dijo...  

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    Anónimo el 12 de marzo de 2011, 10:39 dijo...  

    Así es y todo eso en Japón que goza de quizás la mejor tecnología mundial para paliar los efectos de los temblores como sabes. No te quiero contar si esto sucediése en otros sitios, aquí por ejemplo.

    "Frágiles e insignificantes" es algo, me temo que no somos ni eso Antonio, aunque nos creamos el centro del Universo en los momentos buenos.
    Un saludo.

    @Arroes el otro día escuché en la radio que en realidad todos los países occidentales tenían una técnica similar y que nuestros edificios no varían demasiado de los de Japón.

    Eso sí, tampoco nadie puso a prueba los nuestros en un terremoto como el de ayer...

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