ElMosquitero

He de decirles a todos ustedes que servidor tiene una envidia sana hacia todos aquellos que en su etapa de juventud se sobrepusieron a la fácil decisión de olvidarse de los estudios y optaron por continuarlos sin descanso hasta que acabaron sacándose un FP o una carrera universitaria.

Yo, tonto de mi, acabé sucumbiendo al camino rápido que me ofrecía un sueldo desde ya y no intuí cuantas cosas comenzaba a perderme, desde ese preciso instante, hasta que ya pasados los años uno ha acabado analizando las decisiones que ha ido tomando a lo largo de su vida y que le han llevado al punto en el que en ese momento se encuentra.

Miren, yo ya se que uno puede estudiar con mi edad, no en vano no soy viejo, tan solo tengo unos juveniles treinta y cuatro años, pero lo que me impide hacer realidad lo que con el paso de los años me ha quedado claro que debería haber hecho, es el trabajo en si que ahora desarrollo. Soy camionero, me paso lejos de casa toda la semana y tiempo, lo que se dice tiempo para estudiar, diría que es lo que menos tengo.

No estoy diciendo con esto que me sienta defraudado conmigo mismo por hacer lo que hago.

Sólo es que cuando les veo a ustedes defendiendo sus Doctorados ante un tribunal, hablando de sus empresas, o sencillamente alardeando de sus oficinas y demás, uno se acaba sintiendo un tanto fuera de lugar en este cibermundo especializado en el que he acabado cayendo.

Yo admiro a la gente que ha estudiado. Admiro su facilidad de palabra, su forma de expresarse sin estridencias, su capacidad para ofrecer sus opiniones sin que les haga falta llegar ni al insulto ni a la ofensa. Admiro la capacidad que tienen para atender a la persona con la que hablan y mantener la compostura cuando lo que escuchan es una gilipollez. Admiro la educación de la que hacen gala en algunas ocasiones. En definitiva, su innegable cultura.

Miren, yo tengo un amigo de la infancia que gana menos que yo y que trabaja en un Mercadona que a mi lado parecería el Ministro de la Presidencia. Al tipo no le he escuchado casi nunca un insulto, ha sido siempre respetuoso y se ha mordido la lengua siempre antes de decir una tontería. El no tiene carrera pero acabó el Bachillerato. Ese Bachillerato en el que yo me quedé en primero. Tan solo el Bachillerato y el hombre ha conseguido un nivel cultural muy superior al mío. Tres años estudiando que le han dotado de educación, saber estar y capacidad de reacción superiores a las mías.

Lo más cerca que estaré nunca de una Universidad se llama Jovita y es mi esposa.

Y miren lo que les digo, viéndola a ella y observando cómo habla, cómo se desenvuelve con sus libros, o cómo es capaz de escuchar sin rechistar y luego rebatir cualquier cosa que digo, uno atisba cuan lejos está de poder rivalizar con ella. Sí, de entre todos los seres humanos que conozco, a quien más admiro es a ella. Y lo mejor, quien más me ha sorprendido, ya que me eligió a mi como compañero de viaje para el resto de sus días.

Lo que quiero decir es que yo escribo cada día que puedo aquí y casi siempre utilizo las mimas palabras.

Casi siempre acabo utilizando las mismas reflexiones, las mismas comparaciones y la misma estructura entre párrafos y frases. Según creo, cuantas más palabras se utilizan mayor es el nivel intelectual del autor. El mío es bajo y barriobajero, por tanto deficitario en todos los aspectos. Si ustedes creen que servidor de ustedes habla a diario tal cual ustedes leen en este post están más que equivocados.

Yo me como las ‘des’ de palabras como ‘colado’ o ‘ amarrado’. Suelo ser bastante malhablado y algún ‘¡joder!’ que otro se suele colar en mis conversaciones. Sinceramente, creo que si algún día alguno de ustedes llegara a desvirtualizarme se llevaría la decepción del siglo.

Yo no puedo aportar nada a ninguno de ustedes.

Señores yo no soy ni un técnico, ni tengo Doctorados, ni tengo estudios ni medios ni superiores, ni trabajo con ordenadores, ni tengo idea de nada salvo del día a día del obrero normal y corriente. Soy un simple camionero que pocas veces tendrá algo interesante que decir a gente que se dedica las veinticuatro horas del día a trabajar con la cabeza en lugar de con la fuerza bruta. Hasta tengo algún amigo bloguero portero de una escuela que me da cien vueltas en cuanto a civismo se refiere.

Eso sí, me alaga cuando un juez, un informático, un diplomado, un profesor o cualquier persona que tiene una cultura y nivel académicos situados a años luz de los míos decide que yo, un simple camionero que normalmente sólo suelta exabruptos e improperios faltos de razón, decide que algo de lo que diga le pueda interesar y decide seguirme.

¿Saben cual es mi reacción cuando eso ocurre?

Pues miren. Primero me giro y se lo digo a mi esposa (la licenciada). Me sorprendo y me río. Le digo que me parece extraordinario que un tipo de ese nivel se avenga a seguir a alguien que siempre se queda en la superficie de las cosa de las que habla. Y ella me dice que es que hay dos tipos de inteligencia, la emocional, que se ve que es la que dice ella que tengo, y la académica que es esa de la que yo adolezco.

Yo cuando me dice eso la miro con los ojos en blanco y simplemente atino a responder…

…ya verás cuanto tarda en irse este pobre hombre cuando vea que simplemente sigue a un fantasmilla cibernauta metido a bloguer…

Se lo prometo, si pudiera cambiar mi pasado comenzaría por haberme esforzado mucho más en estudiar. Y sólo puedo decirles a todos ustedes una cosa; gracias por creer que algo de lo que yo hable les puede ser de interés.