La economía no va. Con ella y su viaje a ninguna parte nosotros los Españoles tampoco vamos a ningún lado. Nos unimos a ella emocional y económicamente y vagamos por el fondo del lodazal de la madre de todas las crisis, al tiempo que nos volvemos insensibles al desaliento que algunos sufren al verse sometidos a las inclemencias de una falta de trabajo, que los martiriza cual lluvia a un indigente que es incapaz de encontrar un techo bajo el que cobijarse. Nos hemos vuelto insensibles. No sufrimos. Nos basta con no acabar nosotros también en el paro. Ya vendrán las elecciones decimos…como si eso fuese a arreglar algo.

Ingenuos, ilusos, patanes. Sube el paro y ya vemos las cifras del mismo modo en que vemos las de los muertos en accidentes de tráfico. Ya son sólo cifras. Hemos olvidado que tras ellas hay personas, familias, seres humanos que padecen de verdad el látigo de una crisis de la que nunca fueron culpables. Y mientras los de siempre se suben sueldos, cobran pensionazos y hablan de una macro-economía que sólo sirve para cubrir con un tupido velo las millones de micro-economías que sí son importantes para la ciudadanía.

Micro-economía y macro-economía.

Las dos son importantes, pero sólo dependiendo de con quien hables. Para banqueros, políticos y demás inversores bursátiles, la segunda es esencial. No en vano es de ella de la que viven, de sus especulaciones, sus vaivenes y sus infinitas crisis. De ella dependen sus sueldos, sus ganancias y los hilos de poder que manejan a su antojo.

La primera es más importante para la mayoría. De ella depende el precio del pan, de la leche, los huevos, o el mísero trozo de carne que algunos alcanzan a calzarse entre pecho y espalda. Es micro solo en apariencia. En realidad es sobre la que se sustenta el estado de bienestar en este país de corazones endurecidos.

Los primeros se defienden diciendo que la suya, la macro, es la que dictamina los precios de la primera, la micro.

A ellos les digo que se vayan a tomar por el culo. Que les den con su macro, su petróleo y la puta madre que los parió. Que se queden sin sus sueldos, sus casas y con dos huevos fritos como plato principal del día una semana entera y que después vengan a decirnos cual es la importante. Que se quiten los sueldos, los coches oficiales y las visas a cuenta del estado y después nos vengan a dar lecciones sobre cómo apretarse el cinturón.

Claro que es sencillo ajustar gastos en casa cuando la mayoría de los que tienes a diario te los paga papá estado. Así cualquiera es capaz de ahorrar. Ahora que lo intenten con un jornal de los de la calle, pagándose la gasolina de su bolsillo y sufriendo los atascos que todo hijo de vecino padece a diario para llegar a su puto matadero personal.

O mejor aún, que intenten sobrevivir sin sueldo.

Que sufran las cartas amenazantes del banco mientras frente a ellos permanece, impasible y ajena, la cara de una criatura que solo piensa en jugar y que nada sabe de economías. Que tengan la preocupación que supone la necesidad de buscar un puto euro para comprar pan de molde. Si, ese pan que ellos han visto solo en los spots publicitarios de la caja tonta. Y que después se vean a si mismos en ella. En definitiva, que nos cambien las preocupaciones, que se pongan en nuestro lugar.

Ciento treinta mil parados más este Enero y aún tienen la cara de vendernos que sus pactos sirven para algo. ¡Serán cabrones, imbéciles y caraduras!

0 Comentarios:

Publicar un comentario