Hoy el post tiene como titular una fecha. Para la mayoría de ustedes esa fecha carecerá de sentido alguno. Y en cierto modo he de confesar que también para mi. Por aquellos días servidor de ustedes andaba ocupado despotricando sobre unas declaraciones de una tertuliana en algún que otro programa de televisión. Sí, aquellas eran las inquietudes que me ocupaban en aquellas fechas. Como pueden ver en la redacción de los artículos posteriores y más recientes, esa predisposición a interesarme por las banalidades de la vida no ha hecho más que acrecentarse. En fin, solo soy un simple camionero que pretende hacerse escuchar al tiempo que escucha y poco o nada más se puede hacer desde esta simple y limitada mente enferma de opinión.

Pero el caso es que aquel día ocurrió algo que a todos nos debería poner la piel de gallina y replantearnos hasta qué punto la imagen que ofrecemos en la blogosfera es la que nos gustaría que perdurara en el tiempo. Es ésta una cosa en la que nunca pensamos y que curiosamente tendría una importancia inusitada en caso de que de golpe y porrazo ya nunca pudiésemos volver a actualizar el blog. Imagínenlo por un momento. Fantaseen con la posibilidad de que el último post del blog que hay ahora publicado fuese el que pusiese punto y final a su actividad cibernauta. A toda actividad en el más amplio sentido de la palabra.

Puede que para personas como nosotros, opinadoras irreflexivas capaces de exhalar bilis por los dedos al tiempo que aporreamos los teclados, la importancia de tener un lugar en el que quedara patente nuestra personalidad para que nadie se llevara a engaño cuando se paseara por nuestra bitácora, comenzara a tener más importancia de la que le habíamos dado. Un post al menos en el que nosotros, sin siquiera plantearnos una despedida formal, dejáramos patente nuestra forma de ser y pensar. En cierto modo hasta podríamos desear tener la suerte de que alguien próximo dejara unas palabras en nombre nuestro recordándonos y anunciando nuestra partida. Alguien que se despidiera de todos nuestros lectores en caso de que ya nunca nosotros pudiéramos hacerlo.

En fecha de 18 de Febrero de 2011 falleció Rosa, la autora del blog "El escaparate de Rosa". A ella nunca le debieron preocupar estas reflexiones. No en vano tenía un blog mediante el que ayudaba a desconocidos y ello hacía de ella una persona respetada, querida y admirada. Muchos blogs hacen lo propio y pueden tener por seguro que la imagen que ofrecen es la misma que la que sin pretenderlo Rosa ofreció al cibermundo. Pero reflexiones como ésta le hacen a uno pensar en qué necesidad tiene uno de presentarse ante el mundo entero para desnudar su mente cuando lo que hay alrededor es solo tergiversación, manipulación y mentiras a manos llenas.

En este blog hay un fiel reflejo de mi personalidad. Con mis contradicciones, rectificaciones y aseveraciones, he construido un lugar en el que cualquiera podrá bucear en la mente de este pobre diablo para conocerlo mejor de lo que nunca pudieron conocer a nadie. He sido franco, veraz en la medida en que mis propias verdades fuesen ciertas y humilde tanto en cuanto vi que algo esputado por mi necesitaba de una rectificación. Creo que aunque dejara hoy mismo de escribir en este blog, cualquiera, incluido tú que has llegado hasta aquí podrías decir sin miedo a equivocarte que llegaste a conocerme, si bien no en persona, si de espíritu.

A Rosa, a esa Rosa que todos recordamos asomada sonriente a su balcón esperando dudas y sugerencias, la podemos recordar peleándose con el HTML y sus códigos para facilitarle la tarea a desconocidos.

Pero tiene una pega. Nadie escribió en su blog una despedida digna. Ni siquiera una simple despedida. La soledad del bloguer que no comparte su afición con sus familiares, a veces es tan cruel que éstos, sumidos en el dolor, no son capaces ni siquiera de saber que tuvo una vez un hobbie por el que fue conocido en ese nebuloso mundo llamado blogosfera. No caen en la cuenta de que allí, en esa "nube" que últimamente aparece tantas veces seguidas en los medios tradicionales, el familiar que se fue también dejó alguna clase de "amigos" que lo echarán de menos. Tal vez más que amigos hubiese que llamarlos conocidos, pero queridos y respetados al fin y al cabo.

Puede que fuese necesario pensar seriamente qué pondríamos en un apartado del blog titulado "A cerca del Autor". Porque piénsenlo con calma y sin necesidad de ser agoreros, ¿Cómo les gustaría que les recordaran sus lectores en caso de que nunca volvieran a aparecer por aquí?

Y lo siento, pero tan solo fue una reflexión, una simple reflexión, que se me ocurrió al revisar los blogs de mi lector de feeds...

6 Comentarios:

    Ya he visto marchar a unos cuantos bloggers a la otra vida, y me quedo con haber tenido el honor de compartirlos, disfrutarlos, entenderlos y admirarlos.

    Se fue también Uruguayita y tantos y tantos amigo, esto digital es como la vida real, los amigos nos dejan y cuanto más mayores somos a más entierros vamos.

    Un abrazo jefe.

    Rosa era una mujer sin igual...en mi blog aún tengo una rosa sobre el teclado de un portátil por ella....y si que se escribieron despedidas por ella...muchos de sus bloguers amigos lo hicieron....en cuanto a tu pregunta...que sé yo....no lo he pensado nunca...si alguien me recuerda...pues bien....y sino no pasa nada....quizás lo vea o quizás no...quien lo sabe???....besooosss

    Hola Antonio.
    Supongo que la familia tendría lo suyo, como para escribir nada en los comentarios y de los que me conocen como el Tapicero in the web pues no creo ni que se enteraran, más que nada por mi repercusión mediática penosa/inexistente ;)
    En fin, pensemos de colores y cuando llegue, que sea rápido.
    Un saludo.

    No pretendía decir que nadie dijo nada de ella, solo que su blog enmudeció de golpe y nada más se escribió allí. NI siquiera para una despedida. Y claro que su familia habrá pasado lo suyo, pero también es verdad que el aislamiento en que vivimos los bloguers a no compartir esa misma afición con los familiares limita sobremanera el que éstos puedan saber o intuir que deberían escribir algo.

    Eso si, Rosa no necesitó que nadie se despidiera de ella. Ella misma nos dejó su recuerdo en forma de posts sin imágenes...

    Rosa fue, es y será recordada como el ángel de la guarda para todos los que nos peleamos habitualmente con las tripas de los blogs.

    @Javier Sanz así es...

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