Hacia el 2 de Octubre del año pasado un pesquero Español llamado Alakrana era secuestrado por treinta y siete piratas somalíes cuando faenaba en aguas del Índico. En aquel tiempo todas las televisiones y medios de comunicación conformaron un imponente altavoz para esta desgracia, que acabó con un gobierno viéndose forzado a pagar ilícitamente a unos secuestradores para que la vida de esos marineros fuera salvada de aquellas malvadas hordas de energúmenos.
Gracias a esta presión mediática y social, el pesquero era liberado cuarenta y siete días después. Los secuestrados quedaron libres, la ciudadanía complacida y los piratas pagados con los millones de todos nosotros. Entonces estuvo bien pagar ese precio. Lo que fuese necesario para salvar esas vidas.
Doce días después, y ante la sorpresa tanto de ciudadanos como de medios de comunicación, unos terroristas se aventuran a secuestrar a tres cooperantes de una caravana humanitaria en Mauritania, de nuevo Españoles, a cambio de un rescate y alguna que otra petición política, que según fuentes expertas, acabará quedando en nada ya que el secuestro tan solo busca dinero. Esto pilla a toda la sociedad enfrascada en una absurda discusión, que pretende poner negro sobre blanco si el estado debe o no pagar por un rescate en caso de secuestro de Españoles en el extranjero.
Además, justo antes de este segundo secuestro, se abre un debate nefasto que compara a los secuestrados por los Somalíes con los de ETA y se recuerda que de echo está prohibido pagar por los rescates.
Puede que por ello sea que el propio Gobierno de la Nación se desvela día tras día asegurando que nunca pagó rescate alguno para la liberación del Alakrana. Da igual. La sola mención de esto hace un flaco favor, no solo al gobierno y la propia democracia en sí, sino que pone en peligro a quienes en el extranjero son posibles objetivos de terroristas y piratas. A ello se le suma el echo de que la ciudadanía se vea sorprendida de nuevo por un secuestro de este tipo, cuando aún no ha decidido si es o no lícito pagar por un rescate, hace que ésta se vea cohibida para continuar con el susodicho debate y queda paralizada por el terror.
Claro, debatir sobre un secuestro que puede que no se vuelva a producir es una cosa, pero plantearse un secuestro mensual que deberá costear el estado, a dos o tres millones de euros cada vez que se consigue el rescate, es otra cosa. El enfoque humanitario de los más radicales en este aspecto, y que defienden que el estado está para asegurar la libertad de sus ciudadanos tanto dentro como fuera de sus fronteras, se ve descolocado ante esta posibilidad de secuestros continuos y su defensa deja de tener tantos adeptos como antes. Los mismos que hace un mes clamaban por que se pagara, ahora dicen que no se debe hacer. Y no porque ahora sean más o menos solidarios, sino porque sus convicciones no fueron más que una simple propaganda electoral distribuida por quienes deben dar mil vueltas a la realidad hasta que ésta les de la razón, los políticos.
Y ello consigue lo que no se consiguió con el Alakrana. Lo que ETA conseguía con sus secuestrados. Los tres ciudadanos Españoles secuestrados en tierras Mauritanas (dos, ya que ma lujer fue liberada hace ya tiempo), permanecen en el limbo de la comunidad informativa y sus voces quedan apagadas por otras actualidades menos hirientes, eso sí, con la complacencia ciudadana.
Este echo nos deja en evidencia a todos, ya que ninguno de nosotros es capaz de comprender cómo puede ser, que ante un mismo echo, la misma sociedad sea capaz de reaccionar de dos formas tan radicalmente opuestas.
Hoy se cumplen seis meses del secuestros de estos cooperantes Españoles y la sociedad, tanto civil como política, les hace un vacío vomitivo y los abandona a su suerte. En este caso no hay un furibundo movimiento político que reclame su liberación. No hay manifestaciones ni ultimatums. Esta vez se permanece a la espectativa, e incluso el gobierno se ve libre de presión para adelantar los pasos que consigan su liberación.
Parece como si la sociedad hubiese comprendido aquella frase que sale en todas las películas americanas que reza: 'Los EEUU no negocian con terroristas ni secuestradores' y la hubiese hecho propia, convirtiendo así a los secuestrados en simples malos recuerdos de una actualidad ferozmente veloz y cruda.
Ni éramos tan malos los que defendíamos que no se debía pagar rescate alguno con el Alakrana, ni eran tan buenos los que defendían lo contrario. Y a las pruebas me remito.

2 Comentarios:

    Anónimo el 30 de mayo de 2010, 12:28 dijo...  

    Ahora es que en cuanto pides información sobre los secuestros te responden que no informan para no alterar las negociaciones ni la diplomacia. Pero no pasa nada, que en los telediarios seguirán sin faltar en lugar de noticias sobre estos dos compatriotas secuestrados las típicas noticias estúpidas...

    Un saludo.

    Pues eso mismo Dayer. Pero también hay que ver cuanta gente pide información...yo no lo hice hasta ayer que vi que hacía ya seis meses del secuestro, hasta entonces ni siquiera me acordaba de la desgracia de esta pobre gente...

Publicar un comentario