Sin duda alguna pocas cosas hay en esta vida que los hombres, y utilizo esta expresión en su término netamente masculino, no hayamos aprendido como algo necesario de toda necesidad en lo que pertoca a la higiene propia y ajena. Y pongo en liza la cuestión ajena, porque servidor se pone muchas veces en la situación de pensar quien habrá sido el que tocó por última vez el pomo de la puerta del servicio público en el que se presta a entrar y si por casualidad el susodicho habrá accedido a cumplir con las normas básicas de higiene personal que lo obligan a uno a lavarse las manos, cuanto menos, después de hacer las aguas menores.

La realidad, la triste realidad que lo encadena a uno al pilón del espanto y el asco en su vertiente más exagerada, nos dice que pocos, poquísimos ciudadanos que se hacen llamar seres humanos, tienen a bien cumplir con la higiene personal y ajena, puesto que secan sus dedos de las pocas gotas que les salpican en su micción particular, con un insuficiente y espantoso movimiento de manos en rápido frotamiento contra el lateral de los pantalones, que no hace más que agudizar la infamia que representa la insensibilidad, la guarrería y el abandono personal al que se abandonan a ellos y a quienes les suceden en la utilización de los servicios públicos.

Hay veces en las que uno piensa que tal vez no debería existir ni un solo destino que nos llevara más allá de tres calles de nuestro water particular. Así al menos nos evitaríamos tener que comulgar con la cochambre de algunos que, lejos de los servicios que habitualmente utilizan y apartados de las miradas de quienes los suelen conocer, disfrutan revolcándose en su propia mierda mientras la esparcen alrededor para que otros desprevenidos visitadores de servicios públicos puedan sin saberlo disfrutar lo mismo que ellos.

Dedicado a todos esos que visten tan bien y que después de mear, lejos de lavarse las manos, salen del servicio dispuestos a ofrecer un apretón de manos al amigo de toda la vida que se encuentran en plena calle. Guarros, que sois unos guarros.

2 Comentarios:

    jajaja últimamente no estoy comentando mucho, pero en esta ocasión me siento obligado. Me siento identificado al 100% con la reflexión que usted hace aquí. Guarros, que sois unos guarros.
    Un Saludo

    Estoy seguro que esta entrada la has hecho después de utilizar un baño público...
    En mi caso particular y por ser un adicto mordedor de uñas, tengo por vicio lavarme las manos con mucha frecuencia, ahora bien, igualmente tengo por vicio porque me gusta que coño, "bajar al pilón" cuando me dejan y si te digo la verdad, en caliente jamás me lo pienso y me tiro a él de cabeza, ahora bien, si lo pienso friamente y en frío, a veces me queda la impresión de que es una guarrada.
    Por eso cuando me lo ponen a tiro, me tiro como a él como un nadador a la piscina y luego con la faena rematada y mientras me fumo un cigarrillo, es cuando me viene a la mente que tal acto es una guarrada y sobre todo cuando un pelo se me queda pegado en la garganta.
    Es un asco, pero muy rico y si me piden más repito.

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