A poco que nos fijemos queda clara una cosa: España es, básicamente, un país de albañiles y camareros; un páramo provinciano en el que pensar, cuestionar, tener criterio, parece que esté mal visto.

Este es el pensamiento único al que muchas veces hago referencia en los posts y que es expresado exclusivamente por quienes creen que sólo su forma de ver el mundo y la política es la buena, mientras referencian a los que son sus oponentes políticos. Es la simplificación del pensamiento único en su máxima expresión; la del insulto y el desprecio hacia quienes no piensan igual que uno. Es simplemente la victoria de aborregamiento supino.

La frase la he sacado de un muy buen blog escrito por una buenísima, en su momento, periodista, que lamentablemente ha ido derivando en simple panfleto dedicado exclusivamente a infundir un odio irracional y beligerante, hacia lo que para su autora no es más que la personificación del mal mismo; la derecha llegando al poder.

Dirán ustedes que me paso al criticar así lo que no son más que las antípodas de mi propia forma de ver el mundo y que haciéndolo así caigo por defecto en lo mismo que critico, pero se equivocan ustedes de ‘pe’ a ‘pa’. Y la razón es sencilla y verificable; yo no paso de ser un tío tolerante a beligerante en el tiempo que han necesitado las encuestas para dar un vuelco electoral. Yo siempre he sido insultantemente áspero y nocivo para el buen hacer. Yo nunca he dicho que estuviera en posesión de la verdad suprema.

El cambio, la transformación que estoy viendo sufrir a muchos blogueros y periodistas a cuenta de la próxima llegada al poder de la derecha que tanto detestan, está provocando que se caigan multitud de caretas que disfrazaban el odio irracional hacia quienes pensaban diferente. Veo desaparecer el talante del que hicieron bandera y caer en los abismos del analfabetismo a la misma sociedad que hace cuatro años decían era la mejor preparada de la historia de España.

Los mismos que hoy tildan de albañiles y camareros a toda esa sociedad que no vota como a ellos les gustaría. La misma sociedad que otrora votara junto a ellos y que entonces miraran como semejantes. Esa misma sociedad que a sus ojos pasa del aborregamiento a la revolución con un simple cambio de voto.  Curioso debería parecernos al menos ese puntito fascistoide que desprende ese sutil “conmigo o contra mi” que muestra esa forma de ver y entender el mundo.

Me recuerda, si no es mucha molestia para ustedes que les recomiende un libro que acabo de leer, a la reacción de Fabián Conde cuando recibe la noticia de que Diego ha decidido no acudir al duelo al comprender que su falta no existió. Esa fantástica transformación de la piedad que representaba el dimitir de sus cargos políticos y títulos nobiliarios, al tiempo que dejaba en limosna todos sus caudales para los niños expósitos de Madrid, al odio desenfrenado que provoca el sentirse liberado de culpas que hasta hacía cinco minutos mortificaban su existencia y que desembocan en un cruel y pasmoso;

¡Ah!…¡Ya soy libre!¡Conque el insensato reconoce su infamia y mi inocencia!…¡Conque el verdugo me pide perdón! Es tarde…¡Yo no lo perdono!¡Yo no lo perdonaré jamás!¡Ahora soy yo quien  necesita sangre!¡Ahora soy yo quien desafía al hombre vil, al ingrato, al inicuo que me ha tenido tres días bajo sus pies!…Id…corred…no perdáis un momento y decidle al ruin expósito…

El libro es “El escándalo”, de Pedro Antonio de Alarcón, y define muy bien en su final la cruel transformación que a mi parecer sufren los que hasta ayer, mientras los suyos ganaban sabían aceptar las discrepancias, y que hoy insultan, desprecian y niegan inteligencia alguna a quienes ya dejaron de votar en comunión con ellos.

4 Comentarios:

    Esa es nuestra izquierda, y así ha sido siempre. Poseedores de la verdad absoluta. Bueno, eso creen ellos.

    Saludos.

    @jose no la izquierda en sí misma, sino más bien los fascistoides que habitan parasitáriamente en ella...

    Quizá sea la reacción lógica(?) a tantos años de dictadura... pero ya debería ser hora de que hubiesen cambiado, ¿no crees?.

    Lo creo. No hay razón para tildar de nada a quien simplemente no piensa igual que tú. Espero que no falte mucho tiempo para poder disfrutar de debates en los que al decir que se vota izquierdas o derechas aparezcan fastasmagóricamente las imágenes de Franco y Carrillo tras nuestras sienes...pero eso parece que aún tardará mucho en llegar

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