La política siempre tuvo como principal característica el ser demasiado complicada para quienes, desde la indigencia democrática, clamaban por entender y participar de los votos que habían arrojado en las urnas. El premio por tan loable insistencia solía acabar con un "no te consulto porque no lo entenderías", o en su caso, un "quisiéramos haberlo compartido con la ciudadanía, pero no había tiempo". Que no significa ésto que esté contra lo que ello conlleva, sino que más bien viene a constatar un hecho que ya de por si en democracia es bastante deplorable; la ciudadanía siempre acaba ninguneada.

La misma suerte, ser ninguneado digo, solían correr quienes desde sus púlpitos en forma de blogs creían poder azuzar a la ciudadanía para que aprendiera a pensar por si misma.

¡Pobres ilusos metidos a editorialistas callejeros! La ciudadanía ya sabía qué era lo que tenía que hacer sin que ellos se lo dijeran; ¡había que acudir a las plazas a reclamar sus derechos! Y se lo creían. Y mientras tanto, se confundían con miles de mensajes lanzados en asambleas horizontales que acababan por enmarañarse con ideologías que se suponía se estaba combatiendo, y terminaban siendo absorbidos por los mismos que ostentaban el poder sin que nadie llegara siquiera a plantearse si en verdad les habían estafado.

Exactamente lo mismo que aquel octogenario, Stéphane Hessel, que puso en pié de guerra a toda una base de la izquierda para acabar viéndola convertida al indigenismo de las plazas y las romerías, mientras en los palacios y Congresos estrechaba las manos de los mandamases. El mismo que tras escribir un librito y encender las fogatas de La Bastilla Española, acabó señalando con el dedo al contrario de donde sus acólitos miraban.

Si nos hubiesen dicho antes qué tan sencillo era hacer política. Lo sencillo que era decir y desdecirse a renglón seguido sin temor alguno a reprimendas y saberse protegido por un colchón opinativo, cubierto bajo el paraguas de las líneas editoriales, para decir una cosa y la contraria mientras los chupópteros profesionales se rebanaban los sesos en busca de la cuadratura del círculo que diera consistencia a lo que no era más que una mera contradicción.

Si nos lo hubiesen dicho, digo, sencillamente no nos lo hubiésemos creído.

1 Comentarios:

    Anónimo el 29 de agosto de 2012, 14:30 dijo...  

    la politica fuera perfecta si en ella no existeran tanto corruto y tanta jente a la cual le importa un comino la suerte de los demas en este pais es el unico en el mundo los politico llegan a meclar lo personal con lo que necesita el pueblo es tan asi que ban de barrio en barrio abrazando y besan a todo ese amor dura lo que dura la campaña luego si tevi no te recuerdo pero eso no es la unica de la mucha porqueria la cual sufre R.D

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