Hay una cosa peor que ser superficial, no saber que se es. Dicen que últimamente el gobierno está por la labor de cargarse el orden constitucional de las cosas con eso de que para aplicar la ley Sinde hay que modificar la mayoría de las que hoy están en vigor. Lo dicen, lo afirman y se lo creen.

Ante toda esta ola de moda blogueril pancartera que se ha instaurado en los últimos tiempos en la blogocosa, no nos queda más opción que la de sentarnos expectantes frente a nuestra pantalla de ordenador e intentar discernir cual, de entre todos los signos que atinamos a adivinar, es el que nos puede hacer intuir el final de esta bohemia historia.

Evidentemente que yo, como muchos de los bloguers que no nos sentimos representados por esa gran mesa del manifiesto que ha aparecido hoy en todos los medios de comunicación formada por otros bloguers y asociaciones de Internautas, estamos por la labor de que las webs sí que necesiten de una orden judicial para ser clausuradas. No en vano creemos en la justicia, aún cuando ésta brilla por su ausencia en temas mucho más espinosos y que sin embargo les resbalan a esos mismos miembros del manifiesto. Se puede escribir mil veces sobre él, pero sobre otras cosas con un post para aparecer en la foto es más que suficiente.

Pero claro, ponerse en contra de quienes cuentan con la voz del pueblo, de su pueblo, aunque éste sea minúsculo si lo comparamos con el pueblo de verdad, ese que no es participativo y al que se la suda todo esto de los derechos de autor, entre otras cosas porque ni siquiera ha tenido la oportunidad de descargarse el último disco de Camela sencillamente porque no le llega para pagarse el Internete, es sinónimo de convertirse en un paria, y como algunos dicen ahora en sus blogs, unos pringados.

Diría yo que sería mejor, que antes de ir clamando a los cuatro vientos que por nuestra boca salen palabras consensuadas por todos, manifiestos ideados al lado de una taza de café y reuniones paralelas a las del gobierno amparadas mediáticamente por los medios, cual gobierno en la sombra garante de la legalidad se tratara, sería mejor que se preguntara a todos los que reproducen comentarios referentes al manifiesto y demás zarandajas, cual es su posición exacta con respecto a los derechos de autor y a todo lo que supone el fondo de la ley, que no la corteza, que es a lo que se dedica toda la verborrea blogosférica en estos momentos.

Pero eso sería dar el primer paso para obligar a esta gente a pensar. A plantearse los temas con calma y no hacerlo a golpe de clic de ratón, de botones secundarios, de retwitts y de votos en agregadores. Sería obligar a la gente a ponerse en el lugar de los autores, a verse a si mismos enfurruñados frente al ordenador mientras ven en un blog que no es el suyo, un post de su propia cosecha.

Pero claro, eso es de pringados, los buenos son los que optan por subirse a la ola, por hacer grandes a quienes solo son simples bloguers, en su caso periodistas, que han encontrado en la blogosfera el lugar ideal para construir su propio atril dedicado a la veneración propia.

Y no, aquí no hablamos de Edanses, hablamos de muchos otros, que siendo como fueron siempre grandes bloguers y personas, han sucumbido a las modas y se han creído, esta vez sí, que tenían un poder que realmente no tienen.

¡Que viva la hipocresía!

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