La entrada en el escenario de Mikel en aquel concierto del 92 en Bucarest fue normal y corriente, salvo por el pequeño e inesperado saltito que lo introdujo en el escenario y que produjo en los asistentes una euforia desmedida que acabó convirtiendo, lo que de otra forma no hubiese sido más que otro comienzo de concierto, en una de las entradas más espectaculares que el fallecido Rey del Pop protagonizó.

Tras la aparición y la euforia desmedida comenzó lo que no fue más que una de sus canciones. Pero lo que hacía de Mikel el Rey era que todo en su conjunto suponía algo más que unos músicos acompañándole. Sus conciertos no eran simplemente eso, había muchísimo trabajo, perfección y sacrificio para hacer que el precio pagado por los asistentes en las entradas valiera la pena.

Mikel no se plantaba en medio del escenario y tarareaba doce o trece canciones mal escenificadas que escuchabas mejor en el cd que en el concierto. Mikel hacía de sus actuaciones algo único que sólo quienes se dignaban a presenciarlo en directo podían retener en sus pupilas. Recordad que en aquellos años no existía Youtube ni nada que se le pareciese.

En aquel comienzo de concierto del 92 Mikel solo necesitó su saltito para encandilar al público. Lo puso a punto. Le administró la dosis justa de euforia. Lo preparó para que disfrutara sin remilgos de uno de sus míticos y nunca superados conciertos de antología.

Si hoy en día un grupo quisiera hacer algo similar lo tendía muy mal. Mikel fue Mikel Jackson porque sus conciertos nunca fueron simples conciertos. Mikel fue el Rey porque en vivo superaba con creces sus discos. Por eso lo que hizo aquel día no fue más que una consecuencia lógica de la forma en que él entendió siempre cómo deberían ser sus conciertos. Por eso aquel día se escenificó la mejor entrada al escenario que jamás cualquier cantante o grupo se dignara a protagonizar.

0 Comentarios:

Publicar un comentario