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Steve or not Steve

Hablar de muertos, y más si estos son recientes, es algo a lo que uno no debería acostumbrarse nunca. Hacerlo como lo haré yo hoy, negando mitos y evitando convertirme a una secta que no aprecio, tampoco. Pocas veces hay muestra mas clara de necedad y credulidad ciudadanas que la que hemos vivido todos esta semana a raíz de la muerte del fundador de Apple.

Tan solo leer cómo se convierte a un emprendedor en un semi-Dios, o cómo se pasa de estar muerto a convertirse en mito difunto con las entrañas aún calientes, o rizando ya el rizo, cómo uno descubre que lo que hizo simplemente para ganar dinero es tomado por los creyentes de la secta en que se convirtió su empresa en la mismísima biblia en verso…todo ello no tiene desperdicio.

Ha muerto un hombre que si hizo una cosa bien fue precisamente la de saber venderse a él mismo como marca. El juicio final de la bolsa lo demuestra; el mismo día en que se conoce la muerte de Steve Jobs Apple baja su cotización en un 1’7%. Cierto es que si has leído la noticia enlazada ésta bajada no se atribuye a la muerte en sí de su fundador, sino más bien a una tendencia que se ve agravada por la noticia de la misma, pero sí deja clara la importancia que para la empresa tenía la imagen de su creador. La casi mediocre presentación del mismísimo iphone 4 S, en la que por primera vez no pudo participar el padre de la criatura y las críticas que ello conllevó, son muestra clara de ello.

Tal vez por ello, ante el reciente antecedente de esa presentación y la sorpresiva pero no por ello menos esperada defunción de su creador, los especuladores para algunos, otras veces inversores para los mismos, no pudieron resistirse al impulso que se les dictaba en formato de bit que vendieran acciones a más no poder.

Tengamos clara una cosa que ya dijo un día un buen amigo; los grandes avances de la humanidad siempre fueron beneficiosos para todos sin distinción de raza, credo o capacidad adquisitiva. Y Mac, por mucho bien que hiciera al periodismo (como escuché el otro día en la radio) tan solo benefició a quienes pudieron costearse el dichoso juguete a cuenta de la empresa.

Mac es caro, prohibitivo y sencillamente elitista como ninguno. Sufre de imponentes patentes que limitan el acceso de quienes no tienen un juguete de la misma marca. Pero por encima de todas las cosas, es un motivo más por el que no creer en el endiosamiento de las marcas.

Steve fue un gran personaje que combinó a la perfección el esfuerzo con la capacidad de comunicar y transmitir grandes conocimientos y pautas de vida en quienes le rodeaban. Gracias a él la tecnología se hizo amable al usuario medio y atractiva para el neófito que por primera vez se acercaba a aquellas máquinas cargadas por el diablo. Se supo vender. Supo qué decir. Y supo qué enseñar a quienes quisieron escucharle. Pero de ahí en adelante, lo escrito, dicho y leído no es más que la morralla de lo que hasta hace unos pocos días en un huracán que todo lo arrasaba.

Pongamos a cada cual en su sitio, pero no a Steve en el de todos.

3 Comentarios:

    Pues estoy de acuerdo en lo que dices.
    Y me ha gustado leerlo porque yo también pienso que no era mas que un hombre que supo sobrevivir.
    A la par, claro, era inteligente y creador, no cabe duda. Pero de ahí a tenerle en un pedestal... nos puede hacer a todos más tontos de lo debido.

    Hola Antonio

    Me parece que describes muy bien la situación que hemos vivido estos días encubrando a un hombre a una dimensión que parece excesiva. Eso no quita que tuviera éxito y que fuera un buen vendedor de sus productos.

    Me gusta también esta entrada. ;).

    Saludos.

    Me alegro de haber servido de ese necesario contrapunto para observar la actualidad desde un prisma más certero...

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