ElMosquitero

El próximo día ocho de Octubre estamos todos convocados para describir la particular percepción que cada uno de nosotros tiene de la convivencia. Y lo malo es que en estos días veo entristecido que cualquier post que se me ocurra escribir para participar en éste día se tornará falso e hipócrita si se atiende a la vez a los muchos posts e ideas generales que insinúo en este humilde blog personal donde los haya.

Me deberán perdonar ambos dos, Ángel y Senovilla, la estampa de éste post y el flaco favor que pueda hacerle el mismo a su iniciativa. Estos días intento interpretar todo aquello que mi vena opinadora aflora en mi mente y veo sorprendido hasta qué punto puedo ser contradictorio, no sólo para mi mismo, sino también para quienes accidentalmente acaban posando sus miradas sobre uno cualquiera de mis artículos.

Cualquiera que lea un solo post de este blog, se podrá hacer una idea parcial de la personalidad que éste haya podido dejar impregnada en sus líneas. Tendrá a su alcance un escrito que lo acercará a una visión personal que tratará de interpretar aquello que dio origen a dicho post y le permitirá conocer una u otra faceta de éste, un servidor de ustedes.

Pero el problema llega cuando se traspasa el umbral que supone la lectura de un solo post, y uno decide impregnarse de todo aquello que un servidor de ustedes decide plasmar en su blog. Y es en momentos como éste en donde las contradicciones hacen, que el esporádico lector, pueda llevarse para sí una u otra versión de mi en función del post leído, o por el contrario, con la lectura de más artículos que abarquen diferentes temáticas, acabe ofuscado ante tanto cambio repentino de pareceres y tonos, y le lleve a la certeza de que quien osó escribir todo eso con tantos matices sea solo un tipo que no es capaz de aclararse consigo mismo.

Y es en ésta tesitura en la que me encuentro en estos momentos.

Yo leo lo que se supone que tanto Ángel como Senovilla pretenden con su iniciativa y luego repaso lo que durante estos días voy escribiendo en el blog. Tras este simple ejercicio reviso el borrador de la corta entrada que tengo preparada para el día de la iniciativa y las dudas comienzan a consumir a quien esto escribe.

Y me consumen porque veo claramente, que aunque las intenciones del día de la convivencia son buenas y las palabras de un servidor en ese post se tornan complementarias a la intención de estos dos buenos amigos con su mentada iniciativa, mi espíritu autocrítico se me revela y me hace comprender que ni soy ni merezco participar en una iniciativa con tanta solera.

No se si es que mi inevitable inclinación a cuestionarme todos y cada uno de los posicionamientos que expongo en éste blog me está jugando una mala pasada, o es que simplemente he visto claramente el mundo de contradicciones en el que vivo, pero la realidad es que acabo de comprender que no tengo ni categoría, ni autoridad, ni peso moral suficiente para que mi post pueda llegar a tener el valor que estos dos tipos merecen. Pero por otro lado quiero ayudar.

Y lo quiero hacer porque veo que la falsa moral bajo la que sucumbiremos todos en ese día será el talón de Aquiles de la misma.

Para alertarnos a todos y recordarnos que no sólo se trata de escribir un post hablando sobre la convivencia, sino de aprender lo que ésta palabra representa para la humanidad. No sólo se trata de escribir un post con el que unirse momentáneamente a la iniciativa de dos amigos blogueros, sino de aprender a vivir consecuentemente con ella. No sólo se trata de juntar cuatro palabras y conseguir uno de los cientos de enlaces que estos dos buenos amigos nos están regalando en sus blogs, sino de evitar el languidecimiento paulatino al que la impostura racial nos tiene sometidos a todos y cada uno de nosotros.

Para que todos nosotros miremos en nuestro interior y nos aseguremos de que todo cuanto en ese día decidamos plasmar en nuestros posts no se limite a la simple redacción en una pantalla de ordenador de los más diversos tópicos asociados a la palabra ‘convivencia’. Para que aunque finalmente no nos acabe saliendo ese post tan políticamente correcto que todos esperan ese día en nuestras bitácoras, podamos mirarnos en el espejo sabiéndonos consecuentes con lo que realmente pensamos sobre las cosas que ocurren a nuestro alrededor.

Para que esta maravillosa oportunidad que nos plantea el enjuiciarnos a nosotros mismos antes de escribir nuestros posts tenga el resultado que merece; la verdad y la honradez. Pero sobre todas las cosas, la posibilidad real de hacernos cambiar nuestra forma de ver y entender un mundo que nosotros, y solo nosotros, podemos y debemos cambiar para mejor.