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Asesinos

Miraba con atención cualquiera de los movimientos que éste hiciera. No sabía muy bien cómo había llegado a aquella desoladora situación, pero lo cierto es que no dudaría ni un solo segundo en apretar el gatillo de aquel viejo y agarrotado revolver.

El reflejo de la luz en un filo de navaja le deslumbró un segundo. Atinó a disparar. La vida le pasó por delante sin que siquiera le diera tiempo a darse cuenta de ello. Un punzante dolor en el pecho le sacó de la catatonía que le había provocado la sorpresa y un tibio líquido de color rojo comenzó a manchar su impecablemente limpia camisa de botones.

Levantó sorprendido los ojos y cruzó su mirada con la de su asesino. El pobre desgraciado estaba feliz, sin rastro de dolor en su semblante. Recordaba haber apretado el gatillo. Estaba seguro de ello. Se dio cuenta de que se le movían los labios. Prestó la mayor de las atenciones para saber qué le decía ese desgraciado…

…es lo que tiene fiarse de un revolver viejo.

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