Como escribí no hace mucho en como tu blog no hay ninguno, las plataformas de blogs, es decir, estas herramientas de gestión interactiva de contenidos, simples de utilizar y manipular, tanto en su diseño como en lo que publicamos, abrió las puertas a todos aquellos que sin conocimientos técnicos avanzados -ni tan siquiera medios- querían contar a quienes quisieran leerlos lo que sabían, no sabían, opinaban, defendían, criticaban, enseñaban o, simplemente, divagaban inoportunamente una noche de insomnio.

Compras un ordenador y contratas una ADSL. Empiezas a navegar con curiosidad, aprendiendo de esto y lo otro, poniéndote al día con todo esto de la Internet. Pero tienes un algo especial, un gusanillo que anda ahí dentro. Todavía no sabes de que se trata, pero ya lo intuyes. ¡Yo aquí, también puedo contar lo mío! Si tanta gente publica tantas cosas, por qué no podrías hacerlo tú mismo y de la misma manera. Tal vez eres apasionado del modelismo o te gusta el deporte de montaña, quizás quisieras compartir esas poesías que llevas décadas escribiendo en libretas. O puede que quieras criticar a Zapatero y pedir el voto para Rajoy o caricaturizar a éste último en favor del primero (que total, tanto monta como monta tanto).

Sea como fuere, tú quieres comunicar.

Descubres, leyendo, que existe eso de los blogs así que empiezas a buscar a investigar. Visitas uno, otro y muchos más. Los encuentras de todos los colores, tamaños y sabores. Tú quieres eso, exactamente eso. Es lo tuyo, no te cabe la menor duda. Empiezas a leer sobre la blogosfera y todo lo que se mueve a su alrededor y quedas perplejo por lo que ves y lo que encuentras. Estás convencido, quieres formar parte de esta movida.

Hasta que, por fin, das el paso. Abres una cuenta aquí o allá, escoges una plantilla, te atreves a configurar algunas opciones de más, no sin temor a que algo se estropee, hasta que llegas a un formulario que dice algo así como “publicar nueva entrada”. Y quedas enganchado con el resultado. Todos los días sigues la rutina de escribir, reflexionar, pensar, meditar, componer y redactar, plasmar tus pensamientos en definitiva, byte sobre byte.

Los comentarios no llegan. Has leído algo sobre los blogs y su vinculación a las redes sociales donde se comparte su contenido. Registras en todo lo que encuentras la URL de tu bitácora. Pasas horas votando con al esperanza de ser votado. Tu objetivo, atraer lectores a tu rincón. Eres como los muchachos a los que pagan 10 ó 20 euros por repartir octavillas por fuera de un local durante todo el día, de sol a sol, tan habituales en las zonas turísticas y comerciales. Pero como a ellos, la indiferencia es la primera moneda de pago.

Con el tiempo empiezas a socializar tu contenido y llegan los primeros comentarios, las visitas pasan de 2 ó 3 casuales a 20 ó 30 y puede, con esfuerzo, que a 200 ó 300 al día, si hay suerte incluso 2.000 ó 3.000, o más. Llega cierto éxito (muy relativo según cómo se mida y con qué se compare). Empiezas a ser leído, alguna mención inesperada te llega. Comienzas a generar tu propio estilo, voluntaria o involuntariamente, lo que inevitablemente empieza a atraer un determinado público hasta ti.

(Tiempo después...)

Y un buen día, te sientas delante de tu ordenador, casi por obligación. Han pasado dos, quizás tres años, desde aquel primer artículo. Sabes que tienes que escribir algo, últimamente no has aportado mucho y cada nueva entrada se va distanciando de la otra anterior vez más. El trabajo, la familia, las obligaciones habituales, en definitiva, te sirven de pretexto, de excusa y de causa real. Prefieres tirarte un rato chateando en el Facebook o curioseando fotos en Tuenti. Pero escribir, no. Hoy, no.

Tienes la desganada sensación de que empiezas a caer una y otra vez en los mismos temas, con los mismos giros argumentales, nadie te lo ha dicho pero tu comienzas a notarte cansino y cansado. El asunto pasa a ser una obligación, casi. Ya no mola. Y menos por los pocos céntimos que Adsense te tira a los pies, como quien da una limosna limpia conciencias a las puertas de una iglesia. Eso te enfada.

(Otro poco de tiempo después...)

Han pasado unos meses desde que empezara tu disgusto con el maldito blog. Siempre es lo mismo. Sobre todo, lo que más te enfada es que no has conseguido cambiar el mundo, tu mundo, ni un sólo milímetro. Ni tus poemas se han convertido en un éxito literario, ni tus reflexiones han hecho meditar a los políticos, ni tus guías han ayudado a nadie. Está decidido, tanto esfuerzo en vano no tiene ningún sentido.

Mandas el blog al carajo.(Pero...)

¡Pobre ciego! Lo que escribes siempre tiene más impacto de lo que sospechas porque, a ojo de buen cubero, más o menos el 10% de los que te leen con interés participa en la conversación que se supone, es un blog: te comenta, te vota o te recomienda. Tus guías para hacer esto o aquello, resolver un problema determinado, enseñar a hacer alguna cosa concreta, ha ayudado a decenas, quizás a cientos o miles de personas, pero tú no lo sabes ni podrás saberlo a ciencia cierta. Tus reflexiones han influido de una manera u otra en quienes las han leído. Tus poemas han tocado la fibra más íntima a quienes lo necesitaban en el momento justo y en la medida oportuna (es la virtud del poema).

Ese esfuerzo que hiciste para socializar tu blog, para compartir con otros, distantes y desconocidos, pero unidos a ti por un extraño hilo de camaradería, te ha traído muchas nuevas amistades. Casi podría decirse que, de quererlo, recorrerías España saludando e invitando a cervezas o café a otros, que al igual que tú, viven con pasión la escritura a través de los bitácoras. Has entablado relaciones con personas que ni pensabas que llegarías a conocer y te han ayudado a crecer, a mirar de otra manera. Pero tú, no lo sabes, no lo percibes, porque todo eso llegó y continua llegando a ti de manera imperceptible, como quien llena un saco con arena, granito a granito.

Tú, con tu blog, no conseguirás mover el mundo ni un sólo milímetro. Pero sí cambiarás, imperceptiblemente, a personas concretas, desconocidos que llegaron y se marcharon con algo especial que ni ellos mismos sabrían describir. Y tú nunca sabrás ni como ni a quién ni por qué.

¿Y quién escribe esto?

Puede que hayas notado algo diferente en la forma o en el fondo de lo que acabas de leer. Me llamo Ángel Cabrera y por la red se me encuentra bajo el apodo habitual de "artecar24". Tengo una terrible adicción: el vicio de escribir. De los varios blogs en los que redacto algún que otro texto e intento mantener al día, el más querido es http://blog.artecar24.com donde, por cierto, estás invitado a una visita. Mi casa, aunque virtual, es tu casa.

Quizás te preguntes qué hago yo aquí. Creo (estimado Antonio, estoy seguro) que entre http://elmosquitero.com y http://blog.artecar24.com hemos inventado el "intercambio de blogs". Hoy ocupo una habitación en este rincón digital (con gran respeto y humildad) al mismo tiempo que Antonio Zafra, el amo de este castillo, habita por el tiempo de un artículo allá, en el mío propio. Ha sido una experiencia bloguera muy gratificante, escribiendo ambos sobre la misma idea básica pero sin saber lo que el otro redactará y publicándolo en nuestros blogs al mismo tiempo pero de manera intercambiada, yo aquí, él allí. Así que sólo puedo invitarte a que lo practiques.

¡Pon de moda el "intercambio de blogs"!

Este post forma parte de una iniciativa a dos en la que Ángel, autor de este post que acabáis de leer y yo mismo en su blog en este preciso momento, hemos decidido intercambiar a nuestros lectores como si de cromos se tratara para disertar sobre algo tan abstracto y fascinante como lo es el nacimiento, vida y muerte de los blogs.

Querido Ángel, ha sido un placer para mi dejarte este rincón para que con tus palabras deleites los ojos de los pobres y doloridos lectores de este antro llamado El Mosquitero.

4 Comentarios:

    ¡Encantado de esta experiencia bloguera! Quizás no es el mejor día para ponerla en marcha, nos pudo la pasión por los bitácoras, pero ha merecido la pena, mucho :)

    Di que sí pero solo hay que tener en cuenta una cosa a la hora de publicar en el blog, que lo escrito te guste de verdad. El día, la hora o si está nublado o raso, son la menor de las preocupaciones que debemos tener para hacerlo jejeje

    El caso es que hemos publicado dos grandes posts que a los dos nos gustan y que seguramente serán toda una experiencia para los que los lleguen a leer hoy...

    No sé si dirigirme a Antonio o a Angel, bueno a los dos: me gustó muco este experimento. He leído los dos artículos que me parecieron interesantes. Felicitaciones a ambos por la idea.

    Gracias por la parte que me toca Nieves. Un beso.

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