No hay nada como que te entrevisten en tu propia casa endulzándote los oídos a base de halagos y lamidas de orejas. Eso es justo lo que hicieron el otro día con Iñaki Gabilondo en la que fue y será por siempre su casa. Siempre es comprensible que estas cosas pasen y hasta se pueden excusar debido a ello. Iñaki siempre será un Dios para según qué personas y un demonio para otras.

Lo curioso, lo que hizo que mientras escuchaba la entrevista decidiera que necesitaba escribir sobre ella, fue la personal visión del periodismo que ha plasmado en su libro (por lo que se dice en la entrevista) y en la propia entrevista. Una forma de ver el periodismo que choca, de frente, con su forma de ejercerlo durante años.

Curioso que quien es conocido por el mítico “nos conviene la tensión”, acabe sus días de periodista acusando a sus compañeros de estar vendidos al poder. Lamentable que quien se erigió como gurú mediático del compadreo con los políticos, acuse a sus compañeros de no saber mantener la distancia con ellos y acabar absorbidos por la propia imagen de quienes deberían ser sus objetivos. Odioso que quien despertaba al personal diariamente con su sermón particular, acabe aseverando que los verdaderos protagonistas siempre fueron la gente corriente.

No hay nada como que te entreviste quien en realidad está a tus órdenes, quien es tu discípula, quien ni muerto sería capaz de morder la mano que le da de comer.

0 Comentarios:

Publicar un comentario