Hay pocos lugares en los que un tipo pueda llegar a sentirse tan insignificante, fracasado y desorientado como en las colas del INEM. El bullicio que allí se respira, el observar que parece que todo el mundo sabe a donde tiene que ir menos tú, las miradas esquivas que intentan evitar un contacto visual, el pasar lento y pausado de los números que dan la vez, el transcurrir espaciado del segundero del reloj que cuelga de tu muñeca, los suspiros de quienes se encuentran a tu lado, las miradas perdidas de los que no acostumbrados a hacer colas se ven obligados a permanecer en una que sin duda les desasosiega…

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Lamentablemente todo esto no me ha pasado a mi esta mañana.

Y digo que lamentablemente, porque por desgracia un servidor ya ha pasado por ahí tres veces en dos años. Esta vez yo era de los que sabían exactamente a donde se tenía que dirigir. Sabía qué tipo tenía más o menos paciencia tras los escritorios de atención al parado, y era incluso capaz de aconsejar a todo aquel que parecía perdido, sobre qué tenía que hacer o decir cuando ante ellos se presentara.

He visto ojos entristecidos que ante un simple ‘qué lento va esto’ han esbozado durante un momento un poco de la humanidad que parecía no existir en ellos. Gente sobrepasada con todo aquello que ante ellos se presentaba y que ante el inicio de una conversación se han repuesto visiblemente de su aflicción y han resuelto apartarla de sí mismos durante un momento.

Así he estado durante toda la mañana hablando con cuatro o cinco parados, que junto a mi, hacían la cola para pedir la prestación por desempleo.

He de confesar que esta vez mi situación fue diferente. Yo soy alguien que ya sabe que a mediados de Septiembre, como muy tarde, volverá a trabajar en la misma empresa que hasta ahora. Y al pensar en ello me he dado cuenta de que quienes junto a mi conversaban estaban en otra tesitura muy distinta.

Llegar al paro sin saber cómo salir de él, sin atisbar dónde comenzar de nuevo, sin tener una idea más o menos clara de cuando salir de allí, mezclado con el transcurrir lento del minutero y el pausado cambiar de números del panel de turno de las mesas, es algo que hace que cualquiera comience a sentirse insignificante, fracasado y sobre todo, perdido en un futuro que nadie es capaz de aclarar para él.

Hoy he visto, por cuarta vez en dos años, a centenares de personas agolpadas frente a un edificio del Ministerio de Trabajo.

Centenares de personas para las que cuanto más tiempo pasaba más aumentaba su desdicha. Personas que hasta ayer eran profesionales cualificados en sus empresas y que hoy no eran más que un simple número en una pantalla de ordenador.

Toda una vida trabajada resumida en un listado de una vida laboral, cuya única utilidad se encontraba al final de la larga cola en la que estaban desde primera hora de la mañana. Una vida resumida en unos cientos de Euros al mes con una meta final marcada por la burocracia, veinticuatro meses en el mejor de los casos.

Y al final, cuando he marchado a la una de ese horrendo y tenebroso edificio del INEM, las miradas esquivas, los corazones encogidos, el sentimiento de insignificancia que se respiraba en el ambiente, se han quedado de nuevo allí, hundiendo aún más a todos los que aún estaban en cola. Sacudiéndoles la mayor de las ofensas que se le pueden hacer a cualquier ser humano, haciéndoles creer que no solamente son ahora prescindibles, sino que es que ahora ya ni siquiera cuentan para quienes pareciera que debieran tomar decisiones de verdad en su nombre.

El abandono que se siente allí es enorme.

Tan solo imaginen que a las diez ya no se daban números para pedir la prestación por desempleo. Servidor cogió turno a las nueve y media (se comenzaron a dar a las nueve) y tras cuatro horas de interminable cola mis papeles quedaron resueltos. Imaginen nada mas el sopor que se soportaba allí mientras se observaba que solo cuatro personas se ocupaban de resolver los papeleos, mientras que por la parte de detrás del mostrador, los demás trabajadores pululaban en un aparente ir y venir que nada o casi nada aportaba a quienes estoicamente allí aguardaban turno.

No es justo que se trate a la gente como si de animales a las puertas del matadero se tratara. No es justo que para realizar un trámite que rebaja tanto a las personas como lo hace éste, los políticos permitan que sus votantes lleguen a sufrir la humillación que significa el sentirse invisibles. No es justo.

10 Comentarios:

    Deberían desaparecer esas colas denigrantes... si no es posible que desaparezca el paro que al menos hagan que desaparezcan las colas.

    @Logio pues sí amigo mio, a uno lo hace sentirse insignificante aquel lugar. Imagina que yo se que más o menos estaré en paro un mes y medio...¿Y la gente que no sabe cuanto tiempo estará, porqué tiene que aguantar todo aquello?

    Siempre es horrible estar en el paro, pero no hay nadie que esté preparado para enfrentarse a una cosa como esa...y quien diga que sí es que miente como un bellaco.

    En vez de ponerme de mala hostia me deprimo. En fin...
    Un abrazo, Mosquitero

    @Arena pues no lo hagas, bastante depresión hay ya por el mundo jejeje

    Nunca he pasado por ahí...pero creo que me sentiría igual de perdida que los que van por vez primera...mientras lo leía pensaba en como uno se siente en un día de lluvia torrencial, en invierno, con mucho frío, sin un paraguas ni un techo donde guarecerse...uno no sabe para donde "agarrar"...y así creo que me sentiría si me quedo sin "laburo"...esperemos que la situación vaya mejorando poco a poco...y que el paro vaya disminuyendo...y que regreses prontito al curro...besos

    Anónimo el 10 de agosto de 2010, 18:57 dijo...  

    Lo peor de la cola del paro es el trato. Que termines con la sensación de que eres ganado, un número, atendido por trabajadores públicos saturados, muchos -aunque no lo sepamos- temporales que pronto se verán al otro lado.

    Igualito que la Seguridad Social y el médico de cabecera. Son servicios deshumanizados.

    @Marita pues que no tengas que pasar nunca, porque la primera vez, y esto sí que no es coña, es siempre la peor de todas.

    @Angel Cabrera yo tampoco comprendo cómo puede ser que la administración permita esas aglomeraciones en sus dependencias. Es triste y tan real como que cualquiera puede irse a verlo en directo en cualquier delegación del INEM en España.

    no te precupes que para entregar la delcaracion de la renta son todo facilidades para no tener que hacer cola... sin embargo ahí... ahí... no importa nada.

    Soy médico de familia. Yo a diario tengo un montón de trabajo burocrático absurdo: bajas laborales o recetas de repetición. Tengo suerte al tener trabajo. Pero creo que en el 2010... es increíble que haya cosas como 'colas en el paro' o que tengamos que hacer partes de baja semanales. Tenemos leyes de los años 80 o más antiguas. Estamos estancados.

    @Gerineldo pues las hay, y como dije en el comentario anterior, para comprobarlo tan solo hay que pasarse por una de esas oficinas un día laboral cualquiera.

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