Si hay una mentira que durante siglos hayamos tildado de cierta siendo como era falsa de toda falsedad, es la que se refiere a los insectos y su supuesta pequeñez en cuanto a volumen se refiere.

Uno piensa en una avispa y no imagina nada que sea superior a dos o tres centímetros de envergadura a lo sumo.

Lo hace con una tarántula y bueno, puede pensar en algo más o menos de seis o siete centímetros.

Para quien es más aprensivo de lo normal, y no tanto, pensar en el tamaño de una cucaracha será secundario, lo que ocupe su mente en ese momento será la cucaracha en sí, su imponente presencia carecerá de importancia.

Hasta incluso puedo aventurarme a decir que para quien pensara en una lombriz, el encontrarse cara a cara con un espécimen como éste sería, lejos de una de sus peores pesadillas, la mayor de las suertes que podría tener ya que sin duda el tipo sería un avezado aficionado a la pesca.

Y es que a veces nuestros propios terrores de la infancia se hacen realidad. Eso sí, hay alguno por ahí suelto al que gustan y mucho los caracoles, al cual uno del tamaño de este que os presento ahora, le daría de comer durante al menos un par de días jejeje

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