ElMosquitero

Hablaba el otro día con la familia a cerca de los lugares en donde se gastaban nuestros políticos los dineros de todos, los que se quedaban por el camino y los que eran malgastados sin más y llegué a una conclusión, que aunque me parece demasiado radical, creo que no va del todo desencaminada.

De un tiempo a esta parte se habla de los controladores aéreos.

Se dice que cobran demasiado, que trabajan poco, que no aceptan aumentos de plantilla pero sin embargo hacen huelga porque se decide ampliarla. O sea, que hacen como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Al final ha hecho aparición el señor Jose Blanco y ha decidido actuar como nunca antes un ministro lo había hecho, con sinceridad y diciendo las cosas de forma que el ciudadano de a pie las entienda.

No les mentiría si les dijera que desde ese momento a servidor se le olvidaron todas las mentiras que a lo largo de su dilatada carrera política este señor hubiese acuñado como propias. Sin dudarlo un instante le ofrecería mi voto en caso de que se presentase a las elecciones.

Bueno que me enrrollo. Viene a cuento esto de los controladores a que los políticos, aunque muchas veces pueda parecer lo contrario, se mueven a base de impulsos generados en primera instancia por la propia ciudadanía.

Por ejemplo, ya que hemos hablado de controladores hablemos de aeropuertos.

Como bien nos dice Alejandro en su blog, el 80% de los aeropuertos Españoles son deficitarios. Pero el problema no está en ese 80%, sino en que haya en España cuarenta y ocho aeropuertos, casi a uno por provincia. Dice Alejandro que esa cantidad de Aeropuertos se debe más que nada a la cohesión social y esas cosas.

Yo creo sin embargo que un aeropuerto por provincia no es necesario, amén de convertirse en un activo deficitario a la fuerza para papá estado. Salvo eso sí, que la decisión se tome con la única finalidad de esa supuesta cohesión.

Sin ser yo un especialista y ateniéndome a los datos que la propia Aena facilita en su web, creo que esa cohesión no es para nada necesaria en la realidad, salvo eso sí que ésta se utilice para ganar votos. Por ejemplo en todo el 2009 estos aeropuertos recibieron:

• Huesca 6341 viajeros.
• Madrid-Cuatro Vientos la nada despreciable cifra de 229 pasajeros
• Albacete sus 15262 pasajeros

Y así hasta llegar a los omnipresentes Barajas y El Prat.

En todos los aeropuertos que se han creado en España, recordemos que cuarenta y ocho, los políticos que los promovieron dijeron que lo hacían para poner en el mapa internacional una chincheta con el nombre de la provincia en cuestión. Nada más lejos de la realidad.

El 90% de esos aeropuertos no podrán recibir grandes vuelos, por lo que para las líneas internacionales se hace imposible si quiera pensar en hacer escalas en esos lugares. A menos claro que esos vuelos sean chárter, lo que evidentemente no ocurrirá jamás.

El caso es que con cada aeropuerto ha habido una presión social de la propia ciudadanía que quería ponerse en el mapa de verdad. Los políticos tan solo recogieron un dinero que no era de ellos, sino de todos nosotros, y lo invirtieron en algo que ya nacía deficitario de por sí, pero que era demandado por aquellos que al final cada cuatro años vendían su voto al mejor postor.

¿Son culpables los políticos que promovieron esos aeropuertos de que ese innecesario gasto se realizase?

Yo creo que no. Muchas veces los políticos se ven arrastrados a tomar decisiones que en su calidad de buenos administradores no hubiesen tomado jamás, pero que el juego político los obliga a tomar para poder quedarse en el cargo una legislatura más. Son los ciudadanos los que con su sentir particular provocan estas decisiones populistas en los políticos.

A los aeropuertos se le puede sumar cualquier infraestructura que queramos. Y a esas todo tipo de decisiones que cuestan dinero a la sociedad y que son tomadas en aras del bien común, siendo como es que tan solo salen adelante por la inercia de los votos por ganar que tienen en expectativa quienes las toman, los políticos.

La próxima vez que quieran ustedes criticar una decisión política piensen antes en quien fue en realidad el que la tomó primero, el político o el ciudadano.