La procesión va por dentro. Eso es lo que se suele decir cuando uno lo está pasando mal pero no lo exterioriza. La final de la copa del Rey, el subidón de adrenalina que ella supuso para la mayoría de ciudadanos y la llegada de una Semana Santa que trae consigo una semana festiva de las que ya no se recordaban en años, son los culpables de que ésta, la procesión, se haya quedado dentro, muy dentro.

Tenemos un pequeño problema en este país y es que aunque pensemos de verdad lo que acabo de decir, que todos hemos olvidado eso que se llama crisis porque estamos de vacaciones, la realidad nos devuelve a nuestro lugar para indicarnos que ello no es más que una vil mentira que nos auto-contamos, para no sentirnos mal por estar disfrutando de un periodo festivo que muchos, más o menos cinco millones de almas, no quisieran que lo fuera.

Hay que recordar, que en plena crisis, un periodo festivo es un momento crítico para quien está en el paro. Ya saben no trabaja, no tiene perspectivas de hacerlo y encima las empresas cierran porque se van de vacaciones.

No es que todos tengamos que estar callados y tristes porque haya gente que lo esté pasando mal. Solo creo que al menos deberíamos intentar no restregárselo por la cara. Simplemente eso.

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