Y es que ahora que el desembarco periodístico en la plataforma del pájaro azul se ha hecho realidad, los que llevamos algún tiempo por estos lares estamos obligados moralmente a recordarles, a esos ilustres personajes, lo que nosotros hace ya tiempo que sabemos y que no es otra cosa que aquella que dicta, que el Twitter no es sino el patio de vecinos en el que el cotilleo es el pan nuestro de cada día. Y como dice la sabiduría popular; cotilleo no es igual a verdad.

Si no saben de qué va esto miren, miren lo que ha ocurrido con el periodista Manu Leguineche y observen hasta qué punto las ganas de ser el primero en titular pueden llevar a algunos periodistas al enrojecimiento avergonzado del que se sabe ingenuo por verse superado por su nuevo juguetito. Y que a uno lo engañe un asqueroso parajillo azul tiene que ser de bochornoso…

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