Hay una cosa que aunque pasen mil años nunca dejará de sorprenderme, y esa es la pasividad con la que la ciudadanía asiste ociosa a la debacle política que va cogiendo forma frente a nosotros. No hablo de manifestarse a troche y moche todos los días hasta poner patasparriba el país, sino de visualizar una consciencia de la catarsis que estamos sufriendo todos y que ahora mismo brilla por su ausencia.

A todo esto, lo peor de todo es que hay muchos ciudadanos que simplemente no se han manifestado porque quienes concertaron las concentraciones no los representan.

Es increíble que los Sindicatos ya no representen a la ciudadanía. Y eso lo comprendo porque han sido ellos mismos, sus dirigentes, los que siempre han cantado himnos con el puño en alto, acercado a la vera del poder izquierdista, y declarado odio eterno a la derecha, por lo que de un plumazo se han liberado de las ansias de protesta de once millones de ciudadanos.

Y después nuestros políticos.

Dos años viendo desplomarse la economía, elevarse la tasa de paro, inflación y deuda tanto pública como privada, y van y quedan los tíos para llegar a un acuerdo dentro de dos meses. Se tiran los trastos a la cabeza, se insultan y acusan de no querer llegar a acuerdos, de poner condiciones…y el día uno comprueban su nómina y advierten que en realidad todo les va fenomenal.

Les diré la verdad queridos lectores, yo también haría lo mismo. Total, ¿Quien de ustedes que ha estudiado, no ha deseado alguna vez tener un puesto de esos en los que tan solo con levantar la mano para apagar el despertador se hayan ganado ya la mitad del jornal del día?

Pues eso, que no me sean envidiosos con nuestros políticos que ellos tienen lo que se merecen…y nosotros lo mismo.

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