Después de celebradas las Elecciones Generales, tras la victoria Socialista y el aborto que sufrió el PP cuando la niña de Rajoy, aquella a la que Rita deseó llamar Victoria, pero quedó en Derrota y sin apellidos, llega la hora de los pactos. Y es en este momento, antes de que Socialistas, Peperos, Comunistas y Nacionalistas hayan dicho aún esta boca es mía, que yo me decido a exponer lo que para mi sería la mejor solución. Desde que el mundo es mundo, o mejor aún, desde que la Democracia se ha instalado en esta tierra de conquistas y supremacía mundial, de la que antaño hiciera gala, las victorias frente al contrario no han sido tomadas nunca como una oportunidad para el pacto y sí para el intento de aniquilación del mismo. Hace doce años, estuvo el PP ante la posibilidad de acabar con un enfrentamiento que se pierde en los anales de la historia, allá por la Primera República. En aquel momento y comprensiblemente, pactó con aquellos que no desean la unión más que para su beneficio. Las mieles del poder son atractivas y la caída del recién llegado a la Moncloa comprensible. Hace ocho y con una mayoría absoluta, aplicó el rodillo y se desentendió del mundo, acabando por perder unas elecciones que de haber conseguido un mínimo de consenso, habría ganado sin paliativos. El PP perdió su oportunidad y pasó a la oposición. Hace cuatro años, el PSOE recogió los frutos que da una dura oposición, mas la caída en errores del que se sentaba en la poltrona y se dolió de aquello que antaño el PP padeciera, asociándose a los Nacionalismos periféricos. Comprensible también, pues la victoria aunque indiscutible, no dejó de ser sorpresiva e inesperada. Y la sorpresa les llevó hacia un maremagnun de pactos, que asociaron la legislatura entera a la crispación y la desmembración de España. Y no es que España corra peligro tal y como la conocemos, si no que la diferencia entre unas Españas y otras, con la política seguida estos últimos cuatro años, las han alejado la una de la otra. Esta vez España, ha reconocido en el PSOE la llave necesaria para sacarla de una crisis institucional y económica, que asfixia a miles de sus hogares. De nuevo parece que esta victoria no servirá para cicatrizar viejas heridas y sí para reabrirlas con sal, haciendo perdurar el dolor y la batalla, que hace tantos años fue librada. Nuestros políticos, tanto de un bando como del otro, no desean reconocer en las elecciones la voz del pueblo. No ven que la mayoría vota unas opciones y se retroalimentan gracias a falsedades, como victorias aplastantes, en un marco en el que menos de la mitad de los ciudadanos les ha dado su apoyo. La recaída en antiguos errores pactando con separatistas, nacionalistas y demás fauna política que habita en aquel Congreso de los Diputados, dificulta un gobierno de consenso, en el que los dos partidos políticos más importantes del panorama Nacional se alían y pactan las bases de un periodo de gobierno en el que los temas que de verdad importan al ciudadano (educación, sanidad, vivienda, terrorismo, política Internacional, territorialidad) quedan delimitados en base a unas líneas de mínimos, asegurando la estabilidad del estado y permitiendo a su vez al partido gobernante disfrutar de una meridiana tranquilidad en la que defender sus propias políticas sociales. Un pacto de este estilo abriría la lejana posibilidad de un cambio en la Ley Electoral y permitiría que partidos de ámbito Nacional como IU o UDyP, no fuesen superados en escaños por otros, que con menos relevancia en cuanto a territorialidad y votos, les superan en representación parlamentaria. Un pacto que no llegará, puesto que en España las victorias no sirven para gobernar un País, si no para aniquilar al contrario. Y no es culpa de los de ahora el que esto no suceda, si no de la incapacidad manifiesta de ambos para alcanzar a ver por encima del poder y comprender que su deber no es la perpetuación en el mismo, si no la mejora de la vida de los ciudadanos para los que gobiernan.

1 Comentarios:

    Enhorabuena sobre todo por el blog. Es ameno, y comparto en este caso la opinión. Hay que cambiar la ley electoral, es totalmente injusta y no responde al recuento total del número de votos.
    Saludos Toni

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