Para muchos la llegada del fin de semana es algo así como la llegada de la libertad. Para otros como yo, es la continuación de un suplicio que solo sufren aquellos que se meten en obras en casa. Yo siempre llevo hormigón en un camión. Pocas veces me ensucio mucho, tal vez un poco y acabo con algo de olor a cemento y con una ligera capa de polvo que me cubre por completo. Pero es llegar el fin de semana y el cerdo que iverna (corregido por Iván) hiverna dentro de mi, despierta como si del último día de la naturaleza se tratara y se revuelca entre arena, cemento y gravilla, dejándome así tal cual veis en estas dos fotografías.
Así que cuando leáis en el fin de semana que me voy a trabajar a casa de mis padres, tened en la mente estas fotografías y agradeced que no os toca a vosotros esta lotería. Para que luego diga mi padre que solo lo quiero para ir a comer paella. Yo creo que me la gano con bastante sudor y algo de mierda restregada por todo el cuerpo...jejeje

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