Los políticos de hoy en día están inmersos en una tormenta que los ignora a conciencia. Abstraídos del mundo que los rodea en sus particulares batallas electorales, ven cómo los acontecimientos que antes podían dominar con maquillajes de última hora pensados para la galería, son hoy inútiles por culpa de una cosa llamada globalización informativa en tiempo real.

Los políticos aún hoy no saben utilizar las Redes Sociales y las herramientas que los acompañan para hacer  saber al resto de usuarios qué es lo que exactamente piensan a cerca de lo que ocurre a su alrededor. Atenazados por las maquinarias electorales de sus partidos, están incapacitados para enfrentarse a unos medios de conversación directa que los ponga cara a cara con quienes son gobernados por ellos. En definitiva, no saben hacerse entender y lo que es peor, no saben más que de eslóganes y frases pre-estudiadas de antemano para contestar a lo que se les inquiere.

Todo ello puede llevar al mundo que nos rodea a un a revolución de opacas consecuencias que acabe por convertir el marco democrático que la sociedad del mundo civilizado se ha dado, en un mero campo de batalla social en el que los mercados y los ciudadanos, uno en cada bando, luchen por conseguir la hegemonía que ansían sobre todas las cosas.

Los políticos, siendo como son los árbitros de este partido que todos jugamos a la vez, se han visto ninguneados por los "mercados" primero y por los ciudadanos después a través del #15M, y se han visto relegados a la más completa de las indiferencias. Y son ellos, los políticos, quienes tienen que salir del atolladero en que están metidos pos su propio pie. No en balde son los mediadores naturales entre los dos bandos que hoy se enfrentan en un campo de batalla difuso que se reparte entre parqués de bolsa y plazas mayores de ciudades.

Ni los mercados tienen razón al hundir economías ni los indignados la heredan por defender vaguedades que en nada se concretan. Por eso los políticos tienen que tomar nota, mientras aprenden que ya no valen simples frases hechas, ni fotos preparadas, ni posiciones forzadas para salir del infierno en que nos encontramos.

Lo que hoy nos hace falta  no es más que la vuelta de una vocación de servicio ya perdida entre la clase política que nos devuelva la representatividad y el arbitraje que necesitamos para garantizar el término medio que siempre se dijo que era el justo en todas las disputas.

Necesitamos que los políticos se logren desvincular de los órganos de poder de sus partidos y logren representar no sólo a las empresas que los sustentan, sino también a los ciudadanos que los votaron, eso si, sin que sea necesario rechazar a los unos para abrazar a los otros.

Como dije son árbitros y por tanto siempre deben permanecer imparciales.

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