Habría que hacer un ejercicio de reflexión en el que todos los que nos oponemos a las formas en que se está ejecutado ésta reforma de la Constitución, pusiéramos en claro qué es lo que pensamos de la misma y en qué parte concretamente disentimos de ella. No en vano, no es lo mismo estar en contra de que no nos pregunten que estarlo de la reforma en si.

Evitando en principio la primera cuestión, la de la pregunta, deberíamos decidir si estamos de acuerdo en que ningún gobernante pueda endeudarse más allá de lo que objetivamente ingrese. Para respondernos bastaría con que nos mirásemos en un espejo y nos preguntásemos aviesamente ¿Te gastarías 2000€ si en realidad ganases 1000€? Sería una cuestión de responsabilidad el hacerlo sin engañarnos a nosotros mismos. Responder con acertada sinceridad y dejar las matizaciones demagógicas de lado para que la razón y la cordura ocuparan sus puestos libres de ataduras.

Si nosotros, ciudadanos medios cuyo gasto corriente incide directamente sobre nuestro bienestar propio, no podemos gastarnos más de lo que ingresamos. ¿Porqué entonces debería hacerlo un político que no nos conoce y que sin dudarlo nos subiría los impuestos, rebajando nuestros ingresos, para poder incrementar un gasto superfluo que seguramente quedaría reducido a la décima parte cuando llegara a su destino?

Así las cosas, ¿Estamos en contra de la reforma constitucional o sólo en cómo se ha llevado a cabo? Lo digo, más que nada, porque antes de lanzarnos a las calles a llenar las plazas de indignados, deberíamos plantearnos seriamente contra qué nos íbamos a manifestar para así echar fuera de las reivindicaciones ciudadanas a todas aquellas personas que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, tuviesen la tentación de tergiversar un grito ciudadano cuya única pretensión fuera el que se los tuviese en cuenta.

0 Comentarios:

Publicar un comentario