Por lo que leo se ha aprobado finalmente el primer trámite de la reforma de la Constitución. Nuestros políticos han sentido la llamada de la responsabilidad y se han puesto de acuerdo en algo. Una pena, porque para lo único que éstos se ponen de acuerdo es para apretarnos más la soga a los ciudadanos medios, que como dice hoy Rosa María en su blog, no pasamos más que por ser lo pobres de una Francia siempre detestada por nosotros, pero que asombrosamente con gobiernos de derechas, ofrece más ayudas sociales que aquí con unos de izquierdas.

No negaré ahora la necesidad de un cambio como el que se ha realizado, pero me preocupa el poso que un acto como éste, el de negar el derecho del pueblo a pronunciarse al respecto, pudiera traer consigo en el caso de nuevas reformas constitucionales que se encaminaran a favorecer el ansia de protagonismo de unos partidos periféricos que pudieran demandar mayor soberanía o mayor diferenciación con el resto de España. La propia posición de estos partidos en las votaciones de hoy claman al cielo; en algo que les perjudica han pedido que se vote en referendum, el próximo cambio lo negarán amparándose en lo que hoy a ocurrido. No lo hicieron con el art.135 que limitaba nuestro techo de gasto, dirán, ¿porqué entonces con el derecho a decidir?

Se ha ejecutado una reforma constitucional necesaria, equivocando las formas y negando la voz y el voto de un pueblo hastiado de gilipolleces y envalentonado por un movimiento ciudadano que ha hecho trinchera en las plazas de toda España y que amenaza con perpetuarse hasta la aniquilación misma de la democracia tal y como la conocemos. Y se ha ejecutado de una forma tan chiquillería y precipitada, que en la propia acción de votar se ha proporcionado una valiosísima munición a nacionalismos y regionalismos varios.

Pocos favores han hecho nuestros políticos al bien común en estos años. Lo de hoy ha sido la puntilla.

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