Si hace unos días escribía un post denunciando que Twitter no representaba a los Españoles sino más bien a quienes lo utilizaban, hoy me la tengo que enfundar y reconocer que si bien no lo sea, representante digo, sí que llega a quienes sí lo son, los partidos políticos.

Alguna vez nos preguntamos en donde radicaba el error de los políticos al ejercer un servicio ciudadano que parecía abocado al enriquecimiento personal y la devolución de favores anteriores. Porqué les era tan complicado escuchar a la ciudadanía para averiguar sus problemas, deseos y necesidades. Cómo tenían que hacer para convertir su oligarquía en servidumbre.

Hoy, con la llegada de twitter y las demás Redes Sociales, el tema se ha zanjado definitivamente. Los políticos ya no miran sólo las columnas de opinión, que también, sino que permanecen atentos, al menos sus asesores, a los hastags de un pájaro azul endiablado, que pía sin parar, arrogándose para sí una revolución que más bien debería serle reconocida a quienes lo utilizan como herramienta.

Tal vez éste sea un paso necesario para refundar una democracia que necesita ser más participativa de lo que hoy lo es. Pero esperemos que no se quede sólo aquí el paso y que a éste lo continúe otro mayor. Entre otras cosas porque aquí en España hay una cosa llamada Brecha Digital que impide que muchísimos de nuestros conciudadanos tengan voz y voto en las Redes Sociales, que es donde parece que hoy se da forma a los ideales de los partidos.

La tercera urna, siendo como es una petición loable que hasta comparto, no es sin embargo una petición explícita del pueblo, sino de aquellos que disfrutan de una herramienta como Twitter. No hay que confundir los deseos de unos pocos con los de la mayoría, por mucho que los primeros sean más visibles que los segundos. Por eso los partidos políticos deben comenzar a aprender a discriminar lo que se pide desde las Redes Sociales, y así evitar sucumbir a los deseos de una oligarquía digital que para nada representará nunca a la mayoría física de quienes habitamos el país.

Está bien comenzar a escuchar a la ciudadanía, pero no equivoquen ustedes el auricular, conviértanse ustedes mismos en altavoz y permitan una democracia participativa en la que no haga falta tener internet para poder participar en ella.

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