Desde hace ya unos meses se nos machaca desde los medios con la trama Gürtel y el caso Camps. Yo, que ya he dicho por activa y por pasiva que Camps debería haber dimitido el día que un fiscal vio factible que hubiera incurrido en un posible delito de cohecho, no puedo dejar de encabronarme cuando veo noticias adornadas con semejantes insinuaciones.

amigo de Camps

Miren, no podemos estar con que si uno es amigo de uno y el otro del otro, para acto seguido sugerir que ha sido la amistad, y no las pruebas presentadas, las que han provocado que una decisión judicial falle en un sentido u otro.

El problema de la justicia en España es que está politizada.

Y lo está desde el momento, en que los máximos órganos del Poder Judicial, están sometidos a la voluntad política del Gobierno de turno. Los jueces que mandan de los jueces no pueden ser nombrados por políticos, puesto que si eso sucede así, su independencia estará siempre en entredicho.

Pero lo peor que le pasa a nuestra democracia, no es el que los jueces sean o no independientes, sino que estén sujetos a insidiosas insinuaciones que los intentan desacreditar, según sean o no favorables, sus dictámenes al partido que el periódico en cuestión defienda.

El problema de los medios.

Informar no es hablar siempre bien de un partido y mortificar al otro. A eso se lo llama en mi tierra “lavar el cerebro al pueblo”. Y eso lo hacen no solo los medios de la izquierda, sino también los de la derecha.

Informar es ser completamente objetivo. No opinar, sino contar la noticia tal cual, sin adornos. No valorar. No insinuar. No mentir. No omitir. Es ser imparcial. Apolítico. Los medios actuales, al no ceñirse a este concepto de lo que es contar una noticia, se transforman en panfletos evangelizadores controlados por el poder político al que son adeptos.

Y el problema de los periodistas.

Y es que no habría tanto problema si no hubiese tanto periodista chaquetero, capaz de modificar el sentido de su voto para trabajar en un periódico u otro. ¿Que no? Bueno, pongamos por ejemplo El Mundo o El País. ¿Cuantos periodistas creen que hay en esos dos periódicos que no comulguen con el ideario de la línea editorial que los dos profesan?

Así, a botepronto, podremos asegurar que no habrá más de diez entre estos dos periódicos que los podamos catalogar como periodistas a contracorriente, o sea, que más o menos los vemos descolocados ideológicamente en el lugar donde trabajan.

¿Quiere decir esto, que para trabajar en El País hay que ser de izquierdas?¿Que miran en tu carnet para darte o no trabajo?¿Que eso mismo pasa en el Mundo, o en cualquier periódico o medio de comunicación que se nos ocurra?

Pues tenemos un problema.

Y lo tenemos porque viendo las noticias, las insinuaciones, y la línea editorial de cualquier medio de comunicación que nos echemos en cara, nos daremos cuenta de que sea cual sea la respuesta que hayamos dado la realidad nos pondrá en nuestro sitio.

Si decidimos que los periódicos miran en tu carnet para contratarte…malo. Si decimos que son los periodistas los que cambian de chaqueta para poder trabajar…también malo. Si decimos que ninguna de las dos cosas son ciertas…malísimo, solo hay que leer estos dos periódicos para ver que eso no puede ser.

¿Es que es casualidad que en El País haya un 96% de periodistas de izquierdas?¿Lo es que los de el Mundo anden en la misma proporción?¿No nos asombra que esa misma proporción se pueda extrapolar a cualquier medio de comunicación que nos podamos imaginar?

No. Los periodistas ya no tienen la credibilidad que tenían. Ahora solo tienen la misma que pueda tener un político, ninguna. Y la forma en la que están gobernados los jueces está provocando que finalmente también ellos estén cayendo en este abismo del descrédito y el arrodillamiento generalizado ante el poder político.

La Democracia consiste en un valor fundamental que se está viendo diluido, la separación de poderes.

Si a los que mandan de los jueces los eligen los políticos, ¿Que separación entre el Ejecutivo y el Legislativo hay?

Si medios de comunicación y periodistas se alinean en según que lado del cuadrilátero. Si basan su trabajo en el descrédito del contrario, en vez de limitarse a contar qué pasa o deja de pasar en el mundo. Si se hacen amigos del político de turno. ¿Que separación de poder hay entre los medios de comunicación y el poder político?

No es esta una cuestión sencilla de abordar, aunque si es evidente que algo está fallando en este país. De momento, quienes más están fallando a los ciudadanos, son justamente aquellos que deberían velar para que la información fuese veraz, los periodistas.

4 Comentarios:

    Por un lado, decir en estos días que El País es de izquierdas.... es decir mucho. Quizas hace tiempo, unos años, pero ahora... simplemente es un periódico de un grupo emprersarial. Y si, los medios tradicionales están dejando bastante que desear, al igual que la separación de poderes de la que hablas. Pero también es verdad que últimamente me da por pensar que es lo que nos merecemos, o lo que de verdad queremos. Porque si con todo lo que está cayendo encima del PP, saca esa intención de voto... Si ante el manejo de la crisis, el PSOE sigue teniendo ese apoyo, y no suben otros partidos alternativos... si oimos a la gente repetir ideas y conceptos basados en el enfrentamiento y no en la razón...

    Carpe Diem

    Pues anda yo pensando lo mismo. Quizás, el problema hoy es que el periodismo, el que llega a las masas, al gran público, los grandes diarios, los canales más vistos, las emisoras más oídas, no informan, sino que opinan.

    Y cuando el periodismo se olvida de informar y se engancha al opinar, además, más por una cuestión económica, de mantener un tipo de público cautivo que incluso por una cuestión de convencimiento.

    Mal va el asunto. Mira, te lo digo porque vivo en Canarias y aquí llevamos años sufriendo el insularismo interesado "chichas-canariones" de unos pocos y el borreguismo de unos muchos que se creen estos cuentos de vieja. La polarización de la vida pública desde la política y con el apoyo de los medios de comunicación es una herramienta eficaz a favor de los intereses particulares de unos pocos, bien sea para mantenerse en el poder o bien para obtener beneficios y prevendas económicas. Sí o sí.

    El problema es mantener un doble discurso: creemos en la justicia y si las cosas no salen cómo esperamos... son amigos, la justicia no es igual para todos.
    O peor, como hace el diario Público, curarse en salud: buscar excusas (amistad) por si el resultado final no es el esperado.
    En mi tierra se llama hipocresia, en el diario Público información.

    Lo malo de todo esto es, que demos la explicación que demos, el resultado es nefasto para los medios. Ellos, siempre tan proclives a ser de unos u otros, siempre acabarán perdiendo porque su descrédito irá en aumento.

    Y es lo que hay, poco más que decir a lo que habéis expuesto los tres. Un saludo.

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