En estas dos últimas semanas se ha dado la curiosa coincidencia de que se generaran sendos debates, a tenor de otras tantas noticias que podrían resultarnos intrascendentales si las comparamos con el resto de las que se destacan en la actualidad de periódicos y medios, que no deberían considerarse de vital importancia para el conjunto de la ciudadanía y que sin embargo adquieren esa importancia por la simple razón de que son debates que se abren pero que no necesitan ni de documentación para poder referirse a ellos, ni una coherencia más o menos mínima para poder sentenciarlos.

Los dos debates han sido el del orden de los apellidos y la posibilidad de que ante la negativa de ambos padres a ponerse de acuerdo en el orden de los mismos  sea el alfabeto quien decida, y la recientemente polémica decisión de la RAE de rebautizar el alfabeto eliminando tildes, diptongos y nomenclaturas que hacían referencia a algunas letras para ofrecerles un nombre normalizado en todos los territorios en los que la Lengua Castellana tiene presencia.

La ciudadanía gusta del debate y lo practica a menudo sabiendo que sus propias posiciones no son suyas, sino más bien adaptaciones de otras que escucharon en otros debates, o influenciadas por medios de comunicación que ya rara vez ejercen su papel informativo y se limitan al mero altavocismo político.

Así, cuando un debate tan intrascendental como lo pueden ser estos dos sale a la luz, la gente se anima a participar en ellos sabiendo que con poco que hayan escuchado, con una poca de coherencia en sus afirmaciones y con una supuesta seguridad en si mismos a la hora de aseverar aquello que quieran remarcar en sus exposiciones, podrán acabar teniendo la razón que andaban buscando.

Y de ello se aprovechan los medios, ya que en lugar de dar pábulo a los debates que sí son necesarios en la actualidad política y social del país, se limitan a simplificarlos de manera que todos y cada uno de nosotros nos podamos acercar a ellos desde una perspectiva simplista que evidentemente siempre acaba siendo errónea ya que la simplificación es el mayor de los enemigos de la verdad.

Creo que habría que huir de las noticias que nos intentan esquematizar los debates y que pretenden hacernos más sencillo adentrarnos en ellos adoptando un trillado que para nada es cuestión suya, pero con el que finalmente acaban sesgando la realidad global de las cosas para acercar nuestras limitadas opiniones a sus puntos de vista.

Aceptar de buen grado que los medios esquematicen, simplifiquen y doten de relevancia según qué informaciones, aduciendo que con ello nos facilitan la información y nos hacen más sencillo el hecho de estar informados, es sin duda alguna aceptar que en nuestra humilde opinión no somos capaces de discernir entre lo importante y lo banal de la actualidad informativa.

Y de eso tenemos culpa nosotros, no ellos.

2 Comentarios:

    O en otras palabras, que el cólera haga estragos en Haití ya no es noticia, es cansino y aburrido. Pero que el pulpo Paul estire sus ocho patas (y a la cazuela). Eso sí que es un notición. ¡País!

    @Angel Cabrera exacto Ángel :))

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