Ayer mientras veía el telediario me quedé sorprendido por unos datos que dieron alrededor de la odisea que los padres de Antonio Meño Ortega han padecido. Su hijo entró en la clínica para hacerse una rinoplastia y tras una negligencia médica éste quedó en coma. Tras el juicio la clínica quedó exonerada de toda culpa y los padres, que ya en ese momento tenían a un hijo convertido en vegetal, se les impuso el pago de las costas el juicio. Por ese motivo su casa quedó embargada y ellos se vieron obligados a malvivir en una chabola sin luz, agua ni paredes decentes que les ayudaran a resguardarse del frio.

Bien, pues justo en este día, ese en que aparecen los sorprendentes, por llamarlos de alguna forma, vídeos electorales catalanes. Cuando en la televisión copa en el prime-time los dimes y diretes de unos cuantos excrementos humanos que vilipendian y destruyen el periodismo en su sentido riguroso de la palabra. Cuando aparecen vídeos de supuestos partidos democráticos que se dedican a matar independentistas, aunque luego los retiren aduciendo que no los habían visto antes de publicarlos en la web (nótese cómo levanto el dedo corazón de mi mano derecha).

Justo cuando un gobierno se ve a si mismo cualificado para anteponer sus pactos económicos a los derechos humanos de un pueblo como el Saharaui. Cuando el mismo gobierno es capaz de levantar la bandera de la paz y acto seguido, tras llegar al poder, se enzarza en otra guerra por imposición de aquellos que no hace más de un año acababan de abandonar cobardemente.

Justo cuando el partido de la oposición, con posibilidades reales de llegar al poder, se limita cobardemente a ver morir a su adversario ahogado por la presión de los llamados “mercados”. Cuando ese mismo partido se enroca en criticar unas medidas que de estar ellos en el poder tendrían que haber tomado de igual forma.

Cuando en definitiva la lucha electoral en este país se ve reducida a un ataque personal entre candidatos obviando cualquier pretensión de debate real sobre las cosas que verdaderamente preocupan a los ciudadanos. Cuando todo esto que se ve en la política, uno es capaz de advertirlo en la sociedad de a pie y lo ve reflejado en ella, aún dándole las arcadas que sea que le den. Cuando uno pierde la fe en una sociedad solidaria y sólo ve ya egoísmo y sectarismo donde se supone que había ofrecimiento y libertad de pensamiento.

Es entonces, digo, cuando uno se sorprende de ver cómo a la familia que mencionaba al principio, a la de Antonio Meño Ortega, se la ha ayudado de forma anónima y desinteresada a sobrellevar el mal trago que llevaban.

No han sido ni políticos, ni artistas, ni millonarios, ni gente conocida, ni burgueses, ni sindicalistas, ni directivos de empresa quienes les han ayudado.

Han sido personas anónimas, que sin interés alguno y sin delirios de grandeza, han ofrecido sus servicios a la familia de forma natural. Desde quienes les ofrecían churros por las mañanas para calentarse en invierno, pasando por el masajista que ha pasado cada día a visitar a su hijo y así ofrecerle los cuidados que éste necesitaba, hasta llegar a Kiosquero de toda la vida que les pasaba un cable con una luz que necesitaban como agua de Mayo y por la que nunca les pidió duro alguno.

Cosas como ésta, vividas y descubiertas entre tanta mugre política y social como lo es aquella entre la que nos arrastramos día a día en esta miserable vida, es la que nos ofrece a todos un motivo sincero y entrañable para mantener viva la fe en la humanidad que nos rodea. Aún hay gente de buen corazón entre nosotros. Aún podemos tener la esperanza de ver cómo somos capaces de preocuparnos por el bienestar del prójimo.

Sin duda es esperanzador saber, que entre la sociedad en la que han triunfado fotos como las que adornan este post, además de un deseo irrefrenablemente morboso por ver el sufrimiento ajeno, hay también algún que otro destello de solidaridad humana que nos devuelve un pedacito de ese corazón que tantas veces nos falta.

Sin duda saber de esta gente que ha ayudado a esta familia, ha sido toda una alegría para servidor de ustedes.

6 Comentarios:

    Y ¿ahora que?...Está bien, ahora parece que no tendrán que pagar las costas, pero... ¿y ahora quién paga?... no, las costas no, el daño hecho... Supongo que si la justicia se ha equivocado la justicia reparará...¿o no?... ¿cómo reparar todos esos años en coma?, ¿cómo reparar el dolor de esos padres?...

    @Logio yo no entro en eso porque realmente ellos han perdido a lo más preciado, su hijo. Me limito a felicitarme por esa buena gente que ha pululado a su alrededor y que les han ayudado sin pedir nada a cambio y durante tantos años...

    Hoy Logio quédate conmigo en este punto y disfruta de la fraternidad humana sincera y limpia...

    Lo que me fastidia es hasta el punto que han tenido que llegar los padres para un juicio "justo".

    El resto del post se puede definir en HIPOCRESÍA.

    @Javier pero me darás la razón en cuanto a que ha sido sorprendente saber de esas personas. Un fisio que se pasaba todos los días y que nunca les pidió nada. Lo hizo gratis y sin que se lo pidieran. La churrera que les daba chocolate con churros y el kiosquero que les cedió la luz de su negocio también gratis total y de buena fe.

    Convendrás conmigo que es extraño que se hayan juntado tantas personas de buen corazón en un solo punto y que sólo dos años después de sus caritativas acciones, nos hayamos dado por enterados de que estos existían...

    La verdad es que ha sido impresionante la cantidad de personas anónimas que han echado una mano.
    Felicidades por tu post. Te diré que, hace unos días, en mi pequeño espacio publiqué algo sobre el tema. Si te apetece te das una vuelta por
    http://platonenmismanos.blogspot.com/2010/11/antonio-meno-ortega.html

    Un saludo

    La verdad es que sí, y eso bes lo que me hice escribir el post. Me sorprendió mucho.

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