Verán, me paso el tiempo diciendo en el blog que me gusta el pluralismo, la divergencia de opiniones y el respeto de la verdad en los medios de comunicación. Y va y cuando poso los ojos en la blogosfera, esa que debía ser el azote de los medios de comunicación vendidos al poder, sólo alcanzo a ver a un puñado de ciudadanos que repiten de manera constante una idea que han memorizado en tal o cual programa de radio o televisión.

Observo muchas veces que esa capacidad de crítica en las dos direcciones brilla por su ausencia. Nos creemos unos sibaritas capaces de discernir entre la inmensidad de información con la que se nos bombardea y nos arrogamos la virtud de saber defender sólo lo que es defendible. Miramos de reojo al resto y con el pecho henchido nos creemos que somos de los pocos capaces de trillar entre las verdades para sacar a la luz las mentiras.

Y resulta que vistos desde la lejanía, no somos más que meros ecos de lo que algunas pocas mentes privilegiadas han decidido vendernos como verdades incontestables. Es complicadísimo que veamos en un blog, al igual que en un medio de comunicación tradicional, un artículo en el que se ponga a caer de un burro a aquel por quien se siente una predilección confesada. Es tan complicado, que incluso creo que puede que sea imposible que ello suceda.

Imparcialidad. Inconformismo. Veracidad. Claridad. Franqueza. Seriedad. Confianza. Muchas palabras para definir una misma forma de comunicar. Un estilo de comunicación, que lejos de estar presente tanto aquí como allí, se diluye agotado entre la visceralidad, la controversia y la tergiversación de los datos.

Si. No somos tan mejores como creíamos. Tan sólo hace falta vernos desde la distancia.

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