Hoy he ido a Valencia para ir visitando por partes el fantástico Museo de Bellas Artes de la ciudad. Fuimos hace unas semanas y lo visitamos a pelo, sin libro ni nada, por lo que decidimos que lo mejor sería comprarnos el libro que hace de guía del museo y así poder disfrutar tan a fondo como se merece un museo de esas características. Y así lo hicimos, el mismo día que fuimos a ver las ruinas de detrás de la Catedral de Valencia, las del Foro Romano de Valencia, entramos en el museo y nos compramos el libro que mi mujer se ha estado estudiando estos días a modo de preparación.

Qué le vamos a hacer, nos hemos convertido en unos sibaritas que van de museo en museo en busca de la culturalización que la televisión y los medios tradicionales niegan a los que optan por el sedentarismo y el Domingueo.

La cuestión es que siendo como soy un ex-fumador, he de decir que comprendo a la perfección la frustración que están sintiendo ahora los fumadores con aquello de las prohibiciones y demás. Y los comprendo porque sí, yo era de los que cuando le quedaban cuatro cigarrillos en el paquete, removía cielo y tierra con tal de encontrar un estanco o bar en el que poder reabastecerme de esa hierba asesina que tan bien envuelta y embellecida nos mercaban por doquier.

Yo dejé de fumar de golpe, sin ayuda alguna, cuando servidor de ustedes se fumaba al día un paquete y medio de Ducados. Para quien diga que eso es imposible y que no se siente con capacidad suficiente para hacerlo, sólo le diré una cosa; a mi me gustaba fumar, lo adoraba. Y no lo dejé porque comprendiera que era malo para la salud, sino porque con el dinero que me ahorraba me podía pagar la mitad de la letra del coche nuevo que acababa de comprarme…la mitad!

Lo dejé en el puerto de Valencia tirando el paquete al mar (sí lo se, fui un incívico), de golpe y tras haberlo intentado un par de veces antes, en las que tan solo logré estar dos o tres horas sin fumar. Y lo que más me ayudó a conseguir mi objetivo no fue ni mi fuerza de voluntad, ni el dinero que me quedaba de más cada mes que pasaba. Lo que me ayudo a conseguirlo fueron las burlas, las apuestas en mi contra, la indecencia de quienes me miraban mal porque fumaba y más tarde me menospreciaron cuando decidí dejarlo al grito de ‘no lo conseguirás porque el tabaco en una droga’.

Vayamos al grano. Yo he sido fumador y he dejado el tabaco. Lo he hecho sin ayudas, sin sustitutos y victimismo alguno que le valga. Comprendo la mirada del fumador que vive ansioso por fumarse su cigarrillo y adivino cuando esa mirada se convierte en una súplica tal que negarle ese placer asesino es similar a obligarlo a dejar de respirar.

Y siendo así las cosas, yo digo aquí que me alegro de que esa ley que ha entrado con las campanadas en vigor se haya hecho efectiva.

Es cierto, hay hosteleros que están en todo su derecho a estar cabreados porque hace muy pocos años tuvieron que enfrentarse a unas obras en sus locales para poderlos acondicionar a los requisitos de la antigua ley, pero de ahí a andar diciendo a diestro y siniestro que esa ley es poco menos que la sentencia de muerte de los restaurantes y cafeterías hay algo más que un trecho, hay un universo entero.

Y para muestra un botón. Como os decía al principio del post, hoy he ido a Valencia a ver el Museo de Bellas Artes y a la una y pico hemos entrado en un bar que está cerca de la plaza redonda. Pues bien, el bar estaba lleno hasta la bandera. Había cola para comer y no era uno de esos bares que están a la vista, sino que más bien se encontraba algo escondido.

Así las cosas, un restaurante lleno cuando ya no se puede fumar y terrazas e interiores de bares y cafeterías igualmente a rebosar de clientes por doquier, dan como resultado el descabezamiento de una leyenda urbana que muchos han convertido en religión y que dice algo así como que la ley anti-tabaco será la sentencia de muerte de los restauradores de todo el país.

Pues señores, la verdad es que visto lo visto en el día de hoy por mi y sin haber necesitado de ojos de terceros que me lo contaran, eso no es más que una chorrada y la pataleta propia de quienes siendo esclavos de una droga como lo es el tabaco, se obcecan en mantener el hábito creyendo que como fumadores tienen derecho a convertirse en un nuevo género que sumar al de hombres y mujeres.

5 Comentarios:

    Toni, Feliz año y tengo pendiente contestar con un artículo esa aventura que has tenido con el amigo Ángel que ha sido muy especial y aleccionadora.

    Por otro lado y en referencia a tu visión de esta Ley y su leyenda urbana, te diré que tiempo al tiempo, aún recuerdo a esos que afirmaban que no había crisis y todo se hundía sin verlo.

    Tu ejemplo es válido, hoy he estado viendo el Barça en un Bar a puerta cerrada, con dos cojones, los que fuman levanten la mano para el partido, todos, bien pues cerramos la puerta que esto está lleno, no venga un tío que no fuma a tocarnos nuestros placeres.

    Ya verás las consecuencias, espero que no se te pegue la ceguera de ZP, de hostelería por desgracia se bastante.

    Un abrazo.

    Senovilla por desgracia yo también. Me he criado en un bar, he nacido en él y he trabajado también hasta los veintipico. Se el problema que es que no se deje fumar en los bares, pero también se que estas cosas no son más que hábitos que hay que recomponer.

    Ya te digo yo que no será la prohibición del tabaco la que cierre persianas de bares, sino otra cosa mucho más mundana y generalizada, la crisis.

    Y tranquilo, que a mi no se me pega la ceguera de ZP, pero hay veces en que no todo lo que hace es malo. Algunas veces, aunque no lo creas acierta, aunque sólo sea ésta jejeje

    No creéis que hasta ahora con un café y una cajetilla de Ducados los clientes se quedaban 3 horas consumiendo sólo 1,50€ y ahora que no pueden fumar o consumirán más o se quedarán menos tiempo, lo que permitirá que otro comensal se siente y consuma.
    @Senovilla: si hubiese estado en ese bar os hubiese pedido que cumplieseis la ley... ;)

    Muy buen artículo, aunque lo de tirar un paquete al mar bien merecería un fustigamiento público (es broma).

    En cuanto a la ley, lamento no estar de acuerdo. No estoy en contra de la ley porque sea fumador. Y sí, entiendo que la salud de todos estará mejor.

    Estoy en contra porque España es hoy un país un poquito más idiota. Porque un país que esconde los vicios debajo de la alfombra intentando desterrarlos, es un país un poco más puritano y un poco más medieval.

    Lo decía antes en relación a la absurda situación ilegal de marihuana, cocaína y otras drogas, a lo que añado la nueva situación de semi-legalidad del tabaco.

    Saludos cordiales.

    Pande esa asociación que haces de tiempo y cigarrillos se coge por los hilos, pero sí que creo que es cierta la que se refiere a las consumiciones y los pitillos. Además, no hubieses dicho nada en ese bar, hasta yo me hubiese callado jajajaja

    Javi tu razonamiento no lo puedo rebatir porque es cuestión de sensibilidades. Un fumador no te pide permiso para fumar delante de tí, al contrario, eres tú quien tiene que pedirle que lo haga alejado. Por el contrario, las drogas sólo repercuten en él y su familia, así que un tipo se drogue delante de ti en realidad no te afecta para nada.

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